Ahhotep fue una reina egipcia que reinó hacia finales de la Dinastía XVII y comienzos de la XVIII. Esta decidida y valiente mujer tuvo una vida cargada de importantísimos acontecimientos… Es reconocida por ser ella quien promovió la expulsión los dirigentes hicsos del territorio egipcio, dando lugar al nacimiento de un nuevo Egipto.
Su nombre significa «Aah está satisfecho». Nació entre los años 1585 y 1575 a. C. en el principado de Tebas, en lo que conocemos como dinastía decimoséptima. Era hija del príncipe Senajtenra Taa y su esposa Tetisheri. En esa época, Egipto vivía dividido en varios gobiernos o principados dependientes, en cierto modo del faraón de Menfis, conformada por gente asiática que había invadido Egipto, los hicsos. Ahhotep y su hermano Seqenenra reinaron en esta época. La lucha contra los hicsos fue dura y Seqenenra murió en batalla y Ahhotep quedó viuda…
Mujer de valor y fuertes convicciones, continuó la labor. Coronó rey a Kamose, su hermano menor (o su hijo mayor), aunque Ahhotep asumió la regencia en Tebas. Kamose tuvo varios éxitos en tres años de batalla. Venció a los nubios, hasta Elefantina, y a los hicsos en el norte, hasta reconquistar Menfis. Restaba sólo la conquista de Avaris, cuando el joven Kamose muere, quedando el trono vacío otra vez. Este inconveniente se salvó con el ascenso al trono de un niño de diez años, Ahmose, hijo de Seqenenra y de Ahhotep.
Ante la juventud del rey, Ahhotep asumió la regencia volviendo a demostrar su protagonismo, capacidad y valentía. Fue ella, quien, desde Tebas, dirigió el ataque a Avaris. Fue ella, quien reinó con valor, igualdad y sabiduría a un Egipto que debía ser reconstruido. Ahhotep resguardó el trono para su hijo. Éste terminó con el último dominio hicso. Es así, que con Ahmose, inicia el Imperio Nuevo, un período de esplendor y auge sin igual.
Al parecer, el rey Ahmose otorgó a su madre una condecoración maravillosa, las «Moscas del Honor o del Valor «, un colgante con tres grandes moscas de oro, uno de los máximos galardones militares, para reconocer y valorar el esfuerzo, constancia, sabiduría y entrega de su madre Ahhotep para liberar Egipto. ¿Por qué moscas? Eran condecoraciones militares y simbolizaba la persistencia y constancia. Se cree que ello proviene del hecho de que las moscas tienden a sobrevolar los campos de batalla donde se ha derramado sangre y se quedan merodeando en tal lugar. Ciertamente la mosca, al igual que otros animales pequeños han servido de amuletos desde épocas remotas.
Reconstrucción artística del rostro de Ahhotep
Ha significado para mí un hecho fabuloso y un honor recrear el rostro de Ahhotep. Uno de los primeros retos en mi tarea es que no se conservan representaciones de ella, excepto su gran sarcófago que se halla en el Museo del Cairo. Tampoco existe su momia ya que, al momento de su descubrimiento, mientras Mariette no se hallaba en el lugar, los locales abrieron su sarcófago sin los cuidados pertinentes y, lamentablemente, la momia quedó reducida a polvo…
Entonces, pues, me he valido exclusivamente del análisis del rostro representado en el sarcófago. Es un rostro idealizado y bello y en conjunto nos recuerda al moderno Art Decó. Predominan la simetría y las líneas geométricas y curvas.
Estamos ante una mujer de rostro redondeado, de contornos curvos y suaves. Sus mejillas son rellenas y lozanas y muestra una incipiente y leve papada. Quiero aclararles que toda representación de una persona, todo retrato, más allá de las idealizaciones, estilizaciones, pericia y estilo del autor, etc., SIEMPRE, siempre guardan un parecido con la persona real. Esto lo digo tras el arduo estudio de retratos por años… El parecido siempre está allí. Por lo tanto es posible reconstruir un rostro a partir de una única representación, un sarcófago en este caso.
Bien, prosiguiendo el análisis, diré que sus labios son carnosos pero pequeños y dulces. Su nariz me recuerda a algunas narices de raza negra y asiática, la nariz chata; en ellas, el tabique se afina, reduce y aplasta hacia la cara y lo que más sobresale es la punta de la nariz. Sucede algo parecido con su tipo de labios y ojos. Sus ojos, aparecen grandes y geometrizados, rodeados de pigmento negro, kohl. Lo cual me indica que tuvo unos ojos almendrados, de mirada firme y frontal, guiados hacia la sien y hacia arriba. Debo decir, que son bellísimos.
Ahora, una de las características que más han llamado mi atención son sus cejas. Sí, sus cejas. Sus cejas son el elemento realista que le confiere casi toda la expresividad al rostro. ¿Por qué? Bien, porque aparecen en un lineamiento y direccionamiento muy especial, más allá de cualquier canon. Parecen ser rectas pero en verdad, sus nacientes junto a la nariz, se elevan suavemente y éste movimiento hacia arriba le otorga su expresión única. Esta posición de las cejas impregna la cara de una expresión de dulzura, de piedad, de inocencia, candidez, hasta tristeza o sufrimiento. Me ha hecho recordar de inmediato la manera en que se representan las imágenes de santas del cristianismo y algunas imágenes del budismo. Es algo curioso y un bello aporte al retrato. Quizá sus cejas tenían esa disposición simplemente. Pero repito, es un aspecto fundamental de la representación y de mi propia reconstrucción, ya que he mantenido esta característica tan particular en mi obra.
Todo este análisis es lo que he plasmado con el máximo esmero en estos trabajos. A este bello rostro lo he representado con suaves y leve maquillaje. Represento a Ahhotep con distintos atavíos, pelucas y peinados, así como diferentes tocados y joyas. Algunas de las joyas son mi recreación de las joyas originales que se hallaron en su ajuar funerario: Las Moscas del Honor o del Valor, su brazalete de la diosa alada Nejbet, su colgante de escarabajo, brazaletes, etcétera. Nuevamente, les digo, ha sido un placer realizar esta reconstrucción de AHHOTEP, a quien me permito llamar «LA REINA DE LAS MOSCAS», y a quien muestro en varias obras y en variantes plásticas.
Mi cálido agradecimiento a Amigos de la Egiptología y a todos los visitantes de la página.
Autor Cesáreo Alfonso García
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