Ramsés II no fue el faraón del Éxodo
Por Gerardo Jofre
16 enero, 2021
Ramés II, representado colosalmente en Abu Simbel
Modificación: 25 marzo, 2021
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Por mucho que busquen no encontrarán registros egipcios que relacionen al faraón Ramsés II con el Éxodo.

Pero la Biblia dice que los hebreos construyeron las ciudades de Pitón y Ramsés. ¿No tienen relación estas ciudades con Ramsés II?

Pitón sí existió. Pi-Tum o Per-Atum «Casa de Atum». Un emplazamiento más tarde llamado “Heroónpolis”; una importante ciudad antigua situada al Este del delta del Nilo, cerca del canal que unía el Nilo con el Mar Rojo, el denominado Canal Real y aunque no estaba en la costa, sino con rumbo hacía el norte de los lagos Amargos, Heroónpolis tuvo suficiente relevancia como zona comercial, dando su nombre a la rama de Nilo más próxima al Mar Rojo.

La Biblia nos dice que Pitón y Ramsés eran ciudades de almacenaje y Pitón sí era un lugar de almacenaje.

Según Édouard Naville, la ciudad estaba al Este de Uadi Tumilat, al sudoeste de Ismailia. Naville descubrió un muro de la ciudad, las ruinas de un templo y los restos de una serie de edificios de adobe con muros que formaban cámaras rectangulares de distintos tamaños, sólo con aperturas en la parte superior y sin ningún tipo de entradas laterales. Estas aperturas fueron usadas posiblemente como graneros o cámaras de suministro del ejército cuando realizaba sus expediciones hacia el Norte o hacia el Este.

La ciudad de Pitón. Plano Naville 

Un oficial fronterizo escribió un informe a finales de la Dinastía XIX en el cual dice que se dio un permiso a una “tribu de beduinos de Edom” para pasar “la fronteriza fortaleza de Merne-Ptah” e ir a los “estanques de Per-Atum” (Pitón) para mantenerlos con vida a ellos y a sus animales. Pitón tenía por tanto almacenes de agua potable para las personas y animales.

PITÓN es PER-ATUM, que significa casa del dios Atum… ¿Quién es el dios Atum?

No confundirlo con el dios Atón. Atum es un dios solar, la manifestación del dios sol en el atardecer, piloto de la embarcación solar durante la noche y con cabeza de carnero, es el primer dios representado con cuerpo humano; pues antes todas las deidades de los antiguos egipcios tenían forma de animales. Durante el imperio nuevo fue identificado con Amón-Ra y su significado es » El que existe por sí mismo». Es además un dios creador. También en himnos a Atum se recogen expresiones como “el que escucha el llanto de los pobres” o “el que es compasivo con los enfermos”. Un dios que aparece como compasivo, a diferencia del dios Atón.

En Éxodo 1:14 se dice que los egipcios amargaron la vida de los Hijos de Israel con un duro servicio “en mortero y en ladrillo», y resulta que los israelitas tenían que hacer ladrillos de barro sin que se les diera la paja necesaria.

Los edificios de Ramses II son de piedra y las ciudades de Pitón y Ramsés no son de ladrillo y adobe, salvo las de los propios obreros. Así que los Israelitas no construyeron Pitón ni Ramsés o Rameses. Entonces ¿Qué ciudad egipcia encaja con la Biblia?

¿Qué ciudad egipcia necesitaba montones de ladrillos y montones de capas de adobe? Y ¿Qué proyecto de construir una ciudad necesitaba mano dura?

Éxodo 1:     11 “Entonces pusieron sobre ellos capataces para oprimirlos con duros trabajos. Y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramsés”.

12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel”

13 Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza,

14 y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.

Tan sólo existe un proyecto enorme  y construido con adobe: La ciudad de Akhetatón (el horizonte de Atón), más tarde conocida como Amarna.

Palacio real de Amarna

Construida con muchas prisas, en tan solo dos años, unos 20.000 hombres participaron en su construcción; inclusive niños que fabricaban el ladrillo. La arqueóloga Mary Shepperson cree que la hipótesis es más que plausible debido a la ingente cantidad de pequeños esqueletos que han sido hallados en el denominado «Cementerio del Norte» de la urbe. Una buena parte de ellos con lesiones traumáticas y enfermedades degenerativas que aparecen, habitualmente, en aquellos que trabajan con cargas pesadas durante un tiempo considerable. Los restos eran de jóvenes de entre 7 y 25 años, la mayoría de los cuales se cree que tenían menos de 15 años cuando murieron. Además, escribió Shepperson, la mayoría de los jóvenes de 15 a 25 años habían sufrido algún tipo de lesión traumática, y se encontró que el 16 por ciento de los menores de 15 años tenían fracturas de columna y otras lesiones generalmente asociadas con cargas de trabajo pesadas.

La explicación más obvia es que estos niños y adolescentes podrían haber sido utilizados como mano de obra y podrían haber sido obligados a realizar frecuentemente trabajos pesados. Además el estudio actual de los huesos apunta a una población heterogénea con vínculos con varios grupos externos, que es lo que uno esperaría de una ciudad capital que atrajo a personas de muchas áreas en un momento de contactos internacionales muy activos.

La esclavitud en el antiguo Egipto existió al menos desde el Imperio Nuevo 1550-1175 aC). La existencia de la esclavitud no solo fue rentable para el antiguo Egipto, sino que facilitó el mantenimiento del poder y la estabilidad de los Reinos. Varios departamentos del gobierno del Antiguo Egipto reclutaban a trabajadores de la población para proyectos de construcción para el estado. A estos esclavos se les pagaba un salario, dependiendo de su nivel de habilidad y estatus social para su trabajo. Los trabajadores reclutados no eran propiedad de individuos, como otros esclavos, sino que estaban obligados a realizar trabajos como un deber para con el estado. La mano de obra reclutada era una forma de imposición de impuestos por parte de los funcionarios del gobierno y por lo general ocurría a nivel local cuando los altos funcionarios llamaban a los líderes de las pequeñas aldeas. Este es el caso expuesto en la Biblia, trabajos forzosos sobre una población ya afincada en Egipto a manera de pago de impuestos o tributos al Estado. Es un tipo de servidumbre, bajo la palabra hebrea “carga, trabajo forzoso, servicio obligatorio”. Curiosamente el pasaje del éxodo 1:11 en la versión Reina Valera dice: “Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.  En realidad, la palabra correcta es “oficiales o funcionarios a las órdenes del Estado”, pero esta versión coincide con el concepto de trabajos forzosos para el Estado como tributación.  Esta es la esclavitud israelita, ser vasallos de Egipto y tener que tributar con mano de obra.

Así que tenemos en la Biblia elementos entremezclados donde hay partes reales que corresponden a diferentes épocas y localizaciones de Egipto. El caso de la localidad de Rameses o Ramsés es un anacronismo. Su nombre aparece en una lista de ciudades de la Dinastía XXI y tuvo un resurgimiento con Sheshonq I (el Sesac bíblico) de la Dinastía XXII, que intentó emular los logros de los ramésidas. La existencia de la ciudad como capital de Egipto en fechas tan tardías como el siglo X a. C. hace que estemos ante un anacronismo. De hecho, la forma abreviada «Ramesés», en lugar de la original Pi-Ramsés, se encontró por primera vez en textos del primer milenio a.C.

Los redactores del Libro del Éxodo cogen nombres que le son conocidos e insertan datos que corresponden a crisis o momentos convulsivos del Antiguo Egipto. No fue precisamente en tiempos de Ramsés II uno de esos momentos de crisis institucional, política, religiosa e incluso económica.  La narrativa del Éxodo es también un reflejo del monarca Josías, un relato fundacional para ensalzar al monarca, a su esfuerzo político y religioso, su reforma nacionalista a favor de los sacerdotes Yahvistas.  Su composición literaria no es de Moisés, ni de la Edad del Bronce, sino del siglo VII a.C o incluso postexilíca y por tanto recoge elementos babilónicos. Sin embargo, contiene tradiciones que se remontan a un pasado mucho más lejano.

Si nos fijamos en Éxodo 1:10 leemos: Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra”.

Este versículo refleja perfectamente las circunstancias políticas de Judá durante el reinado de Josías. Este rey de entre 639 y 608 a.C. Josías aprovechando la debilidad de los asirios se había aliado con Babilonia y se enfrentó al rey de Egipto Necao II.  Los enemigos a los que refiere el texto serían un reflejo de los babilonios y la frase “irse de la tierra”, un reflejo de la independencia sobre Egipto.  Pero Josías murió en la batalla de Meguido a manos de Necao, como si se tratara de un Moisés, no pudo ver su tierra prometida, no pudo ver su proyecto acabado. El texto refleja este momento político, pero a la vez crea un relato fundacional en base a una mnemohistoria y aquí se abre una de las tres puertas a la investigación histórica de Moisés y el Éxodo.

Lo que sucede es que si cogemos los momentos más convulsos y críticos e incluso de caos de la Historia de Egipto a nivel económico, religioso y político, es cuando observamos detalles que «nos recuerdan» al Éxodo. Pero todo está entremezclado, no hay «Historia» propiamente dicha, sino una nmemohistoria. Detrás de unos hechos reales, recordados en la memoria de un pueblo, se crea o se construye una narrativa fundacional. Una narrativa fundacional para legitimar al monarca de Judá y legitimar la vuelta de la casta sacerdotal a Jerusalén. Con todo esto lo que interesa es saber cuál es la base histórica en esa narración o si por el contrario es parte de un relato completamente inventado. Aunque estos relatos, sean un paralelismo del rey Josías, embellecidos para servir al proyecto del rey con el objeto de reconciliar a los dos reinos israelitas (Israel y Judá) e imponerse frente a los grandes imperios regionales: Asiria, Egipto y Mesopotamia; su narrativa tal vez evolucionó de vagas memorias de la expulsión de los hicsos o tal vez el del reinado de Akhenatón. El arte representado en las paredes de las tumbas de Amarna transmitía la idea de que todo estaba brillante, ligero y abundante. Una técnica propagandística para ocultar lo que podría haber sido realmente, porque Egipto era políticamente inestable con sus vecinos cercanos y en el extranjero. Los frentes de Egipto volvieron a estar agitados, Akhenatón dejó los asuntos exteriores a sus funcionarios, los disturbios pronto se extendieron a Canaán.  O la pérdida de los emplazamientos del norte cuando robaron a los egipcios sus bases de suministro.

Todo ello revertido para alentar la resistencia al dominio de Judá por Egipto, en el siglo VII a. C. En definitiva, detrás de ese relato hay tradiciones orales que están recopiladas y finalmente redactadas en siglos posteriores, pero ninguno corresponde a la época de Ramsés II.

 

Por Gerardo Jofre Coordinador de la sección Egipto y la Biblica 

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