Perspectiva histórico-jurídica de Maat «M3çt»
Por Félix Alonso Royano
23 septiembre, 2007
Modificación: 10 junio, 2020
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a) Parte Primera

1.- Breve y general exposición histórica del Egipto Antiguo

Primeras dinastías.-

Hay general acuerdo en dividir la historia de Egipto en grandes períodos de tiempo dependiendo de fenómenos sociales, sobre todo desde Pirenne. Y, a su vez, enmarcar en dinastías grupos de Horus que, en muchas ocasiones se desconoce todo sobre ellos, excepto el nombre. Pero probablemente no tendremos otro remedio que seguir manejando los rastros que nos ha dejado el pasado. No obstante los museos y las colecciones particulares encierran muchos materiales aún sin estudiar ni clasificar y que pueden ser la llave que aclare cuestiones hoy desconocidas. Otros han sido irremisiblemente destruidos por la incuria de los gobiernos, la desidia de los científicos y la ignorancia de excavadores y arqueólogos aficionados. Romer[2] nos puede hablar mucho de esto.

Se intuye que en la protohistoria egipcia, es decir desde los cambios climáticos del valle nilótico que dieron paso al sedentarismo, y con ello a la aparición de la agricultura y ganadería, con una primera cerámica, supuestamente primero en El Fayum, es decir el Bajo Egipto, y luego en El Badari, es decir el Alto Egipto, con las paletas de Negada I y II y las tumbas en Ábydos de Escorpión y Narmer, aparece la escritura y también la unificación de “las dos tierras”.

La historia contempla ya el llamado período tinita, entre el 3000/2635, con 2 dinastías y cuyos Horus clasificados, para esta 1ª son Aha (2955/2925); Djer[3] (2925/2880); Uadji (2880/2870); Dewen (2870/2820) y Kaa (2820/2780).

Durante esta dinastía se desarrolla el calendario, se funda Menfis, consolidándose el Estado y estructurándose la Administración, se instala la necrópolis real en Ábydos, y tras graves desórdenes internos que concluyeron en una guerra civil entre “las dos tierras”, acabó esta 1ª dinastía.

La 2ª comienza con el Horus Nineter (2780/2695) y el predominio del Bajo Egipto; Seth-Peribsen (2695/2663) y Khasekhemwi (2665/2635).

En esta época se inicia la necrópolis de Saqqara, se unifica definitivamente a “las dos tierras”, la Administración se centraliza y aparece un floreciente comercio con el Próximo Oriente asiático.

El llamado Imperio Antiguo (2635/2154) está conformado por las dinastías III a VI, ambas inclusive. La III se abre, para unos con el Horus Nebka (2635/2620) que definitivamente instala la capital en Menfis, y para otros con Zóser[4] (2620/2600), que pudo ser hijo de Khasekhemwi[5], fortalece la Administración, institucionaliza la religión que presenta ya una amplia influencia clerical de Rä, como dios del sol en Heliópolis, y se construye una pirámide escalonada en Saqqara. Durante su reinado tuvo como principal funcionario a Imhotep, al que se le atribuye la construcción de la pirámide y del recinto funerario, y que más tarde fue divinizado como maestro de la medicina, y dios protector de los escribas. Le siguen una serie de Horus de los que, excepto su nombre, nada se sabe: Nebka, Khaba; Neferka y Hu (o Uni, según documentos posteriores), con el que concluye la dinastía (entre 2600/2570).

Figura 1

Figura 1

La IV dinastía se abre con Snefru (2570/2545) que, según la piedra de Palermo, dirigió varias expediciones de castigo a Nubia, Libia y el Sinaí. Entre las grandes construcciones que realizó caben destacar las pirámides de Medum y de Dahshur. Comienzan a aparecer las tumbas privadas de los grandes señores: El príncipe Rahotep y las princesas Nofret, Nefermaât e Itet. Le siguen el Horus Kheops (2545/2520), constructor de la mayor pirámide, existente en Giza, y se inicia a su alrededor la correspondiente necrópolis correspondiente. En su época comienza a implantarse la religión de Rä. El usurpador Didufri (2520/2510), hijo del anterior y hermano de Khefrén, que implanta en la titulatura real el de “Hijo de Rä”. Khefrén (2510/2485), constructor de la 2ª gran pirámide, y que hizo grabar su propia cara en la esfinge esculpida en la gran roca existente en Giza. Mekhaurä (Micerino) (2485/2457), constructor de la 3ª pirámide, también en Giza. En su tiempo comienzan disturbios políticos, en los que probablemente tuvo participación el clero de Rä. Shepsekaf (2457/2450), casado con Khentkaus, hija de Mekhaurä, la cual reina brevemente al fallecimiento de su esposo. Los desórdenes por el trono, hacen triunfar el culto de Rä en Heliópolis, y comienza la V dinastía con Userkaf (2450/2442) que erige el primer templo solar con un obelisco al aire libre. Sahurä (2442/2410), en cuyo reinado comienza a descentralizarse la administración en beneficio de los sepat provinciales[6], los cuales erigen sus necrópolis y comienza el fenómeno de la privatización del suelo. Se supone que Khentkaus es la madre de los dos anteriores Horus. Entre 2410 y 2390, hay un período de interregno, con luchas por la sucesión al trono, hasta que Niuserre (2390/2360) consigue hacerse con el poder. Se construye el mayor templo solar en Abu Gurob, y su reinado se considera el de mayor esplendor de la V dinastía. Los Horus que le siguen carecen de importancia. Y entre ellos, si por algo destacan, son Asosi (2350/2310) que establece en Ábydos el culto a Osiris, como dios del mundo subterráneo, y se supone que su T3t·, Ptahotep es el autor de un texto sapiencial[7]. Durante su reinado se debilita notablemente el poder real, debido, probablemente al aumento de los bienes y tierras privados en manos de los administradores de los sepats del sur, que pretendían una total independencia del poder central. Para ello el Horus crea el cargo de “Gobernador del Alto Egipto”. Y su sucesor, y último rey de la dinastía, Unas (2310/2290), en cuya pirámide de Saqqara aparecieron las inscripciones llamadas “textos de las pirámides”.

La VI dinastía entra en la historia con luchas por el poder: Teti (2290/2268), de quien se dice que fue yerno de Unas, y su sucesor Userkare, dieron paso a Merire (Pepi I) (2268/2228), que contrajo matrimonio con 2 hijas del nomarca de Ábydos, Khui[8], apreciándose la desaparición del poder central en contraposición a la prepotencia de los administradores provinciales, los nomarcas. Durante su reinado se intensifica el comercio con Nubia, Punt y El Sinaí. De Merenre (2228/2221), hijo del anterior, no tenemos nada digno de mención. Le sigue Pepi II (2221/2157), con el reinado más largo de la historia egipcia. Nubia se rebela y Palestina derrota a Egipto. El Imperio Antiguo se desmorona, inmerso en una gran descomposición del orden, quebrando la economía y la administración. Aparecen la invasión extranjera, estando el Delta en poder de los asiáticos, y la guerra civil, cuando menos en la región de Menfis y en el Egipto Medio. Se dan saqueos de las pirámides de Giza y sus necrópolis, y se instaura el caos que llevará a la aparición del Primer Período Intermedio (2154/2040), donde parece ser que tuvieron vigencia las VII y VIII dinastías de las que nada cierto sabemos.

A lo que parece en el período heracleopolitano (dinastías IX y X- 2134/2040) florece una literatura importante: Las “enseñanzas para Merikare”, “Lamentaciones de un hombre cansado de la vida con su alma”, las “advertencias de Ipwer”, y las “Lamentaciones del campesino”.

2.- Somero estudio lingüístico y filológico de “M3ÇT”.

Dice Gardiner[9] que el lenguaje egipcio está relacionado no solo con las lenguas semíticas (hebreo, árabe arameo, acadio, etc), sino también con las del este de África (gala, somalí, etc) y con las lenguas berberiscas del Norte de África.

En parecidos términos se expresa Lefebvre[10] al enmarcar la lengua egipcia en la familia camito-semítica; es decir un primer grupo semítico, un segundo líbico-bereber, un tercero kusítico, y un cuarto egipcio.

En ese sentido, ya Lepsius había clasificado los tres últimos grupos como camíticos y considerados como el producto de la fusión más o menos completa de hablas africanas primitivas y autóctonas con las protosemíticas que penetraron en la parte nororiental de África a finales de los tiempos protohistóricos desde la península arábiga.

Nuestra opinión ya fue expresada hace bastantes años[11] y no ha variado en absoluto. Estamos por tanto de acuerdo con mi querido amigo el profesor Iniesta[12], lingüista por formación académica y africanista riguroso y que sigue a Cheikh Anta Diop[13] en su convencimiento de la negritud egipcia, así como con el profesor Martín Bernal[14], incluida la lengua. Y como también expresé suficientemente en mi anterior tesis doctoral, el Coloquio de la UNESCO[15] ha sido clarificador y zanja, definitivamente, la cuestión.

Ya en este Coloquio[16], el profesor Obenga expresó que el parentesco entre el egipcio faraónico y las actuales lenguas negras, entre otras el wolof, no es tipológico o casual, sino genético u original. Ya Hjelmslev, diferenció el parentesco lingüístico tipológico y el genético, dado que el parentesco lingüístico tipológico se fundamenta en la concordancia estructural de las palabras y de las categorías gramaticales, sin indicar si las lenguas comparadas derivan de un antepasado predialectal común. Como dice Obenga[17]: “de hecho los habitantes neolíticos y predinásticos del valle egipcio y nubio, eran negros…fueron negros quienes levantaron las civilizaciones egipcio-nubias prehistóricas…e históricas”. “El Egipto faraónico, tanto por la etnia de sus habitantes, como por su lengua, pertenece en su totalidad, desde los balbuceos neolíticos hasta el final de las dinastías indígenas, al pasado humano de los negros de África”[18]. Esta tesis, actualmente apenas discutida, sobre el origen y naturaleza de la civilización egipcia, la inició Diop[19] en 1955. Martín Bernal[20], con su “modelo antiguo”, la amplía en el área de influencia anglo-americana, y Ferrán Iniesta[21] la difunde en España.

Ese “modelo antiguo” era el habitual entre los griegos de los períodos clásico y helenístico, y la cultura griega surgió como resultado de la colonización de egipcios y fenicios, que hacia 1500 a.C. civilizaron a los naturales del país, a los que hicieron multitud de préstamos culturales. Y Vercoutter[22] distingue entre raza y cultura, y dice: “Por su lengua, su escritura, su forma de pensar, la civilización egipcia es indiscutiblemente y ante todo, africana. Incluso si ha tomado elementos culturales a sus vecinos orientales, en el curso de milenios. Respecto a la distinción entre raza y cultura, en la misma línea Leclant[23].

Sin embargo para Gardiner[24], “El lenguaje egipcio está relacionado no solo con las lenguas semíticas ( hebreo, árabe, arameo, acadio), sino también con las del este de África (gala, somalí, etc) y con las lenguas berberiscas del norte de África. Su conexión con los últimos grupos, conocidos como la familia ^amítica, es una materia verdaderamente espinosa, pero la relación con las lenguas semíticas se puede establecer de manera clara”[25]. Otro tanto Lefebvre que, en el fondo, sigue a Lepsius.

También Menu[26], sigue las tesis de Gardiner y Lefebvre, cuando dice: “L’égyptien est une langue chamito-sémitique (ou afro-asiatique), élaborée dans la vallée du Nil au cours de la préhistoire et de la protohistoire”. Y muchos años antes (1910) Wallis Budge[27] seguía el “modelo ario” al decir: “Es muy probable que el sistema de escritura jeroglífica se haya inventado en Egipto, y todo el cúmulo de evidencias parece indicar que tuvo comienzo cuando las tierras egipcias fueron invadidas por ciertas tribus del noroeste o del centro de Asia; estas tribus se asentaron en el norte entre el Nilo y el Menfis, y en el sur en lo que hoy conocemos como Tebas, estableciendo gradualmente su cultura y su religión en los parámetros de su nuevo hogar”.

Hoy se sabe con absoluta certeza que esto no fue así, aunque Mokhtar[28] guste de considerar Egipto como una absorbente “esponja” cuya consecuencia habría sido un multivario mestizaje[29].

Centrada la cuestión del lenguaje como de origen negro-africano, será quizás más fácil comprender el concepto mágico-religioso y filosófico de m3çt. Ciertamente no parece haberse hecho un estudio científico de m3çt, si exceptuamos el del prof. Assmann[30], y ello desde un punto de vista exclusivamente filosófico. De modo que m3çt en su función jurídica está todavía por descubrir.

M3çt se representa invariablemente como una mujer que lleva colocada en su cabeza una pluma de avestruz[31], o también está representada simplemente como una pluma. En la psicostasia y en el momento de la pesada, siempre se coloca en uno de los platillos de la balanza, el corazón del difunto en el acto del juicio, y en el otro, la pluma de M3çt.

Para Gardiner[32] el ideograma de pluma se lee “swt”, y trasliterado “M3çt”, es decir “Verdad”. Fonéticamente Sw (Shu) es el dios del aire, hijo de Rë y esposo de Tefnut (la humedad), en la enéada de Heliópolis, y la verdad tiene como característica la ligereza de la pluma. La verdad, como la bondad, no pesa. Pesa la mentira y la maldad.

El capítulo CXXV del Pap. de Turín comienza con un texto para entrar en la Sala de la Verdad y Justicia y para separar a la persona de los pecados cometidos y para ver el rostro de los dioses. Su primera línea vertical expresa: “ Para decirse: Homenaje a vosotros, Señores de la Verdad y de la Justicia. Homenaje a ti, dios grande, Señor de la Verdad y de Justicia. Yo he venido a ti, mi señor. Yo mismo he venido para contemplar tus glorias. Yo te conozco, conozco tu nombre y…” (sigue la línea vertical siguiente)

3.- Algunos términos egipcios y trasliteraciones utilizadas

Los términos que con más o menos frecuencia pueden aparecer en este trabajo y sus transliteraciones se encuentran en las gramáticas de Lefebvre, Gardiner y Menu, fundamentalmente. En menor medida en Wallis Budge. También he seguido a Pirenne, Stracmans, Théodoridés, Kruchten y Trigger et allii. Cuando proceda, tras el término se colocará la correspondiente nota aclaratoria. La razón de seguir tan diversos autores es la del cotejo, y tras su análisis, aquel término o transliteración más acorde con el concepto jurídico.

M3çt = “Maat.- El orden cósmico. La verdad. La Justicia.
hnwty = “henuty”.- Cámara de audiencias.
knb·t = “kenebyt”.- Corte de justicia. Tribunal.
T3t· = “Tjaty”.- Se ha traducido con el nombre árabe de Visir, también con el de Virrey. En realidad correspondía a un cargo de absoluta confianza del Horus quien escogía o cesaba a su criterio al ejerciente. En una palabra, era el equivalente a un Primer ministro.
H3t· = “Gaty” ó “Haty”.-Alcalde. Gobernador de un nomo. Generalmente entre sus cargos u obligaciones estaba la de impartir justicia que había recibido por delegación del Tjaty, ó la de delegarla en tribunales locales.
S3b = “Sab”.- Desde la Vª dinastía, juez.
Wp·w = “Upiu”.- Funcionarios de la judicatura. Árbitros judiciales.
Sr = “Ser”.- Funcionario judicial.
d3d3t = “Dadat”.- Consejo local de funcionarios.
rwdw = “rudu”.- Representante o administrador de bienes.
wd = “ud”.- Ordenanza real. Norma.
wdt = “udet”.- Decreto real.
hp = “hep”.- Ley.
·r· hp r = “iri gep re.- Aplicar la ley
md3t = “medat”.- rollo de papiro.
·m·t pr = imyt per.- Documento. Acta de transmisión de un bien.
sprw = seperu.- Demandante de justicia.
nmh = nemeg.- Administrados. El pueblo en general. Ciudadanos.
Wb= Web.- cargo sacerdotal ejercido por laicos (civiles o militares) que, entre otras funciones, estaba la de indicar la composición del jurado que habría de juzgar un caso concreto.
Knb·t n p3hr = “Tribunal de la tumba”, formado por ciudadanos de la ciudad de los obreros (Deir el Medina), entre jefes de equipo de los trabajadores y escribas de los templos, para escoger un jurado que emita una sentencia al caso concreto.

La escritura egipcia fue en principio jeroglífica encontrándose documentada tanto en los diversos imperios en que se ha dividido la época faraónica (3.100/323 a.C.); Ptolemaica (323/30 a.C.), y romana 30 a.C./394 d.C.); es decir, unos 3.500 años aproximadamente. Según parece el texto más antiguo que se conoce es la paleta de Narmer o Menes (3.100 a.C.) y el más reciente, una inscripción existente en el Templo de Filé (394 d.C.).

En la escritura jeroglífica no se escribían las vocales, a diferencia de la cuneiforme, por lo que no podemos decir que se trate de una escritura silábica. Los textos se grababan, la mayoría de las veces, mediante un formón, y en menor ocasión, pintados. Generalmente aparecen escritos de derecha a izquierda, aunque también se encuentran en sentido contrario, lo cual no se da nunca en la escritura hierática, ni en la demótica. Los signos aparecen en líneas, en columnas, o en ambas a la vez. De modo paralelo, y ya en las dos primeras dinastías, conocidas como tinitas, según las muestras más antiguas, se desarrolló una escritura de signo cursivo que se denomina hierática. Esos signos no son otra cosa que una variante simplificada de los jeroglíficos. Tales jeroglíficos se utilizaban, fundamentalmente, en inscripciones monumentales sobre piedra o madera, en templos, mastabas, tumbas y estelas; mientras que la escritura hierática era utilizada sobre cuero, papiro y fragmentos de caliza, que denominamos “ostracones u ostracas”, como soporte de los trazos hechos con pinceles y tintas de color negro o rojo, sobre todo. Venía a ser el equivalente entre nosotros, entre los caracteres de imprenta, que serían los jeroglíficos, y nuestros trazos manuscritos que equivaldrían a la hierática.

Algunos opinan que incluso se utilizó el cálamo, en sustitución del formón, por necesidades de rapidez, en la escritura jeroglífica, y que por deformación de los signos resultó el hierático, también denominada escritura sacerdotal. Si bien la teoría es atrayente, necesita aún confirmación a través de su conveniente desarrollo.

El hierático está documentado desde la III dinastía (2.686/2.613 a.C.) hasta fines del siglo IV d.C., si bien ya desde la XXV dinastía (751/656 a.C.) su uso se fue restringiendo frente a un nuevo modelo, mucho más cursivo y simplificado, que recibe el nombre de demótico. A comienzo de la llamada Baja Época (desde la XXI/XXII dinastías) comienza a utilizarse hasta que con el trascurso del tiempo es enteramente sustituida por el pueblo durante la dominación griega. Podríamos decir que en el aspecto lingüístico este tipo de escritura conforma la 4ª fase de la lengua egipcia (egipcio antiguo; egipcio medio y neoegipcio). En realidad el demótico no es otra cosa que una acentuada simplificación hierática, y que se usa en documentos administrativos y en los de más corrientes uso, como los textos mágicos, funerarios, sapienciales[33] o literarios, como el cuento “Historia de un marinero”, aunque también fue utilizado en algunas estelas, como el famoso caso del decreto de Ptolomeo V Epífanes (208/181 a.C.) promulgado en Menfis el 196 a.C., y que ha llegado a nuestro conocimiento gracias a su descubrimiento casual por la expedición napoleónica[34].

No obstante hay que decir que el demótico[35] literario que conocemos es muy pobre, en comparación con lo que nos ha llegado en jeroglífico o hierático. Después, y a partir de finales del siglo III de nuestra Era y hasta el siglo XVII, se utiliza la escritura copta, que no es otra cosa que el alfabeto griego, al que se añaden algunos signos que expresan sonidos específicos egipcios y que se denomina copta porque es utilizada por los cristianos egipcios (coptos), hasta el siglo XVII, en que en la práctica desaparece.


[2] Romer, J.- Los últimos secretos del valle de los Reyes. Planeta. Barcelona, 1983.
[3] Del Horus Djer se conserva una fotografía en el Museo Petrie de Arqueología Egipcia, en el University College of London. Como muestra de la incuria y brutal desconocimiento de muchos de los llamados arqueólogos, historiadores, etc, y de todos los datos que se han perdido para la ciencia, solo citaremos lo que dice Petrie (Petrie , W.M. Flinders, Seventy Yeras of Archaeology, Henry Holt and C., New York, 1932. Págs. 188/89), al respecto: “El brazo también fue entregado al museo. A Brugsch solo le preocupaba su exhibición (de los brazaletes que rodeaban el brazo), o sea que cortó el trozo de brazalete que presentaba hilo de oro retorcido, y también tiró el brazo y el lino. Un museo es un sitio peligroso”.
[4] El Tosorthros de Maneto. Su nombre aparece resaltado en tinta roja, en el papiro Real de Turin.
[5] Drioton, E. y Vandier, J.- L’Egypte. Presses Universitaires de France. París, 1938 (Hay edición española publicada en Argentina). También se traduce su nombre por Djeser.
[6] En el Antiguo Imperio el territorio del Estado se había dividido en 38 sepats (o nomos provinciales), con su correspondiente capital. Para Jaq ( El Egipto de los grandes faraones. M. Roca. Barcelona, 1988) sin embargo eran 42, lo mismo que en la Época Tardía, ya que 42 eran los jueces del tribunal de Osiris. Esa es la razón por la que cada Sepat disponía de un tribunal de justicia y de un derecho consuetudinario que no tenía por qué ser idéntico en todas las provincias.
[7] Jéquier.- Le Papyrus Prisse et ses variantes. Paris, 1911. Máximas de Ptahotep. El texto está inscrito sobre el Papiro Westcar, que se encuentra en la actualidad en el museo de Berlín. Se trata del pap. 3033.
[8] Para Vercoutter et allii (Los imperios del Antiguo Oriente. T. II.), fueron las madres de Merenre y Pepi II. En contra Goedicke (JAOS, 74 -1954-, y JAOS, 75 -1955-) que asegura que Pepi I se casó con la madre de Pepi II, ya que la madre de Merenre es una desconocida, a pesar de su implicación en el proceso del harén real.
[9] Gardiner, A. H.- Gramática egipcia. Lepsius. Valencia, 1995.
[10] Lefebvre, G.- Grammaire de L’Égyptien classique. IFAO. Le Caire, 1955.
[11] Alonso y Royano, F.- Instituciones familiares en el Egipto faraónico (tesis doctoral. UNED). Madrid, 1994.
El derecho de familia en el Egipto faraónico. Lepsius. Valencia, 1995.
El derecho de familia en el Egipto faraónico. E.U.E. Bilbao, 1996.
[12] Iniesta, F.- Antiguo Egipto. La nación negra. Sendai. Barcelona, 1989.
[13] Nos limitaremos a citar Nations Negres et Culture. Prèsence Africaine. París, 1955. Una extensa bibliografía vid. en nota 4.
[14] Bernal, M.- Black Athena. The afroasiatic roots of classical civilitation. Free Association Books. London, 1987 (Hay edición en castellano de 1993).
[15] El Cairo, 1974.
[16] Vercuotter, J. ; Blanc, N. ; Obenga, Th. ; Leclant, J.- Le peuplement de l’Egipte ancienne et le déchiffrement de l’écriture méroïtique. UNESCO. Paris, 1978 (Hay edición española de 1983).
[17] Obenga, Th.- L’Afrique dans l’Antiquité: Égypte pharaonique, Afrique noire. Présence Africaine. Paris, 1973. (pág. 102).
[18] Obenga, Th.- L’Afrique dans l’Antiquité: Égypte pharaonique, Afrique noire. Présence Africaine. Paris, 1973. vid. pág. 445.
[19] Cheik Anta Diop.- Nations Négres et Culture; de l’Antiquité négro-égyptienne aux problémes culturels de l’Afrique noire d’aujourd’hui. Présence Africaine. Paris, 1955. (Págs. 54/58; 107/111; 171/175).
[20] Martin Bernal.- “Black Athena. The afroasiatic…”. Vid. nota 6.
[21] Ferrán Iniesta.- Antiguo Egipto. La nación negra. Sendai, ediciones. Barcelona, 1989.
[22] Vercoutter, J.- Le peuplement…. vid. supra nota 8.
[23] Le peuplement… Coloquio de la UNESCO. Informe de los debates (pág. 92). Vid. supra nota 8.
[24] Henderson Gardiner, A.- Egyptian Grammar being an Introduction to the Estudy of Hieroglyphs. Oxford, 1950 (edic. revisada). Hay edición en español.
[25] Un “estado de la cuestión” fue tratado por Lefebvre en “Sur l’origine de la langue ‘egyptien” (CE, julio, 1936), pero naturalmente 40 años después se ha llegado a las conclusiones citadas en el Coloquio de la UNESCO. Y sigue así en su “Grammaire de l’égyptien classique”. Vid supra nota 2.
[26] Menu, B.- Petite grammaire de l’égyptien hieroglyphique a l’usage des débutants.- Geuthner. Paris, 1989.
[27] Wallis Budge, E. A.- Jeroglíficos egipcios. De. Humanitas. Barcelona, 1988.
[28] Mokhtar, G.- Investigador arabo-egipcio y director y autor de la introducción al vol. II de la “Histoire Générale de l’Afrique”, edit. por la UNESCO, en París en 1980, como consecuencia de el Coloquio de El Cairo, de 1974, y cuyo primer capítulo de la historia antigua lo escribió el Prof. Cheikh Anta Diop. En síntesis y siguiendo el informe de los debates habidos en el Coloquio sobre el poblamiento del antiguo Egipto, para Gordon Jaquet “la hipótesis sobre la existencia de importantes migraciones entre el Valle del Nilo y la Mesopotamia en la época predinástica y a principios del periodo dinástico está contrarrestada por la total ausencia de intercambios de palabras prestadas entre las antiguas lenguas de Egipto y Sumer”. En el mismo sentido se manifiesta Holthoer. Pero en el período de los hicsos, y más tarde, se produjeron importantes movimientos de población que dejaron términos tomados del semita. En líneas generales Leclant estaba de acuerdo.
[29] Vid. mi tesis doctoral “Instituciones familiares…”; y mi libro “El derecho de familia…”, vid. supra nota 3.
[30] Assmann, J.- Maât, l’Egypte pharaonique et l’idée de justice sociale.- Julliard. Alençon (Orne. France), 1989.
[31] Lafebvre, G.- Vid. supra nota 2.
[32] vid. supra nota 1.
[33] Enseñanzas de Ankhshesucy”, o la llamada “Crónica demótica”.
[34] Piedra Rosseta. En el Museo Británico.
[35] El investigador que más se preocupó por los estudios demóticos fue el alemán Heinrich Brugsch, que publicó una gramática y un diccionario.

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