Niccola Ippolito Rosellini
Por José Antonio A. Sancho y Gerardo Jofre
1 septiembre, 2006
Modificación: 4 junio, 2020
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Niccola Ippolito Rosellini

Pisa (Italia) 13-8-1800/Pisa (Italia) 4-6-1843

Hijo de Giovanni Battista Rosellini y de Angiola Biagetti

Rosellini era hijo de una rica familia de comerciantes de Pescia, y lo que por tal circunstancia quizás hubiera acabado llevándole a dirigir algún negocio familiar, por su carácter débil y enfermizo, que le postró durante mucho tiempo de su infancia en cama, adquirió una pasión por la lectura contemplativa que le condujo hacia otro destino en la vida. Así, a los 17 años ingresaba en la Universidad de Pisa, a los 21 se graduaba en Teología, y por su especial predilección por la gramática oriental se especializara en lenguas hebrea y árabe, y a los 24 se convirtiera en profesor de lenguas orientales. Curiosamente, a la vez que Jean-François Champollion resolvía en Francia el significado de la Piedra de Rosetta, y dada la repercusión del descubrimiento en toda Europa, Rosellini acabara interesándose por una escritura oriental como la jeroglífica por entonces tan desconocida.

Cuando en 1825, Champollion viaja a Italia para conocer sus colecciones egipcias, y es invitado por el Gran Duque Leopoldo II a visitar su colección egipcia de Livorno, Rosellini no perdió la oportunidad de conocerle y asiste a la ceremonia de bienvenida que le rinde la academia de lengua de esa ciudad surgiendo entre ellos una gran amistad que acabó convirtiendo a Champollion en su auténtico profesor lo que condujo a Rosellini definitivamente hacia la egiptología pues poco tiempo después estaba en condiciones de ofrecer cursos en la Universidad de Pisa en materias como historia, antigüedades y lenguas egipcias en el que se ha dado en llamar primer curso oficial de egiptología en Europa.

Trasladado a París, en donde conocería a la que sería su esposa Zenobia Cherubini (hija del famoso compositor), y con la voluntad de trabajar junto a Champollion quien seguía trabajando y formalizando sus investigaciones, ser forjó la idea de solicitar a sus respectivos gobiernos una expedición al País del Nilo en la que pudiesen ampliar sus estudios cosa que pronto fue aceptada por el gobierno galo. En lo que respecta al italiano, Rosellini tuvo que esforzarse en hacer ver las bondades de unirse pues no hacía muchos años los franceses habían ocupado el Ducado, pero lo consiguió, pues consiguió la aprobación del por otro lado amante de la cultura y mecenas, el Gran Duque de la Toscana, Leopoldo II.

Conseguido el beneplácito del duque, nada impidió que se formalizara la expedición franco-toscana a Egipto y zarpara de Toulon la fragata “Eglé” con los expedicionarios el 31 de marzo de 1828 a pesar de la difícil situación por la que atravesaba la zona tras los sucesos de la Batalla de Navarino en la que los franceses, junto a ingleses y griegos, habían participado contra el Imperio Otomano del que los egipcios formaban parte.

El 18 de agosto de 1828 la expedición francesa dirigida por Champollion, y la toscana por Rosellini, compuesta por diversos dibujantes y arquitectos, además de un naturalista y un doctor, llegaba a Alejandría, y pronto partía rumbo al Alto Egipto. Durante esa travesía que había de durar cerca de un año llegando hasta Wadi Halfa, se hicieron abundantes dibujos de cuantos restos alcanzaron, a la vez que recopilaron abundante documentación de la fauna y flora del país aunque con un gran precio pues murieron varios de los expedicionarios. No obstante se consideró todo un éxito, y principalmente por parte de los toscanos quienes se hicieron con unas 900 piezas de todo tipo que hoy forman parte de la colección del Museo Egizio de Florencia. Champollion por su parte, quizás de forma inconsciente, o quizás engañado por los toscanos, no obró de igual manera aunque parece el verdadero interés de este lo constituía la publicación de los resultados. Desgraciadamente Champollion murió antes de ver cumplido su deseo y hubo de terminarlo Rosellini cosa que hizo con gran empeño, y dignidad pues nunca lo firmó como suyo propio, y sí con el nombre de ambos a pesar de haber sido el autor material de los textos.

Los Monumentos de Egipto y Nubia, que así se llamó la obra, cuyo primer volumen vio la luz en 1832, originalmente estuvo compuesta de 10 volúmenes con 390 grandes ilustraciones (110 a color), de los cuales ocho serían ultimados por Rosellini, el noveno sobre historia se público tras su muerte, y el décimo se perdió, es un gran trabajo recopilatorio en el que quedaron plasmadas imágenes de muy diversos monumentos con gran fidelidad, así como de la vida diaria y naturaleza que tanto sorprendieron a los expedicionarios.

Tal trabajo le daría gran prestigio y reconocimiento internacional, y sería nombrado para muy destacados cargos en la universidad de su ciudad natal, a la vez que continuaba dedicándose por entero a seguir sus investigaciones en escritura jeroglífica de la que acabó convirtiéndose en un gran experto.

Terminado de imprimir el octavo volumen, y antes de hacerlo el noveno, aquél ya adulto Rosellini, quien aún seguía arrastrando la debilidad desde su infancia, entró en coma la noche del 16 al 17 de mayo, y murió el 4 de junio de 1843 cuando tan sólo contaba con 43 años de edad. Los restos del que es considerado padre de la Egiptología italiana descansan en el Camposanto Vecchio, muy cerca de la catedral que le dio el bautismo en Pisa.

Bibliografía

  • Monumenti dell’Egitto e della Nubia. A. Franck, Paris, 1868.
  • L’antico Egitto di Ippolito Rosellini : nelle tavole dai «monumenti dell’Egitto e della Nubia». Istituto Geografico DeAgostini. Novara, 1993
  • L’Égypte antique illustrée de Champollion et Rosellini. Ed. Citadelles & Mazenod. París, 1993
  • Bilderwelten und Weltbilder der Pharaonen : Das alte Ägypten in den Tafeln der «Monumenti dell’Egitto edella Nubia» von Ippolito Rosellini. Von Zabern. Mainz, 1995
  • Monumenti dell’egitto e della Nubia. Elibron. <<<<londres, 2001
  • Monuments de l’Égypte et de la Nubie : dessins de l’expédition franco-toscane de 1828 conduite par J.-F. Champollion et I. Rosellini. Bibliothèque des Introuvables. París, 2005

 

Autores José Antonio A. Sancho y Gerardo Jofre

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