Museo Arqueológico de Florencia
Por Xavier Aldecoa y Mireia Cereza 
19 junio, 2004
Sala del Museo Arqueológico de Florencia. Foto: Susana Alegre García
Modificación: 3 junio, 2020
Visitas: 4.722

Para todos los Amigos de la Egiptología que os perdáis por Florencia, os recomiendo que os paséis por el museo arqueológico y tendréis una experiencia sublime.

Algo apartado del centro más concurrido, en una calle por la que se accede a través de un arco, veréis una tapia que esconde un delicioso jardín, (era primavera), verde, esponjoso y con mil flores entre las que yacen algunos restos de columnas y cipos.

El museo se divide en tres colecciones. etrusca, grecorromana y egipcia. La etrusca, encantadora colección sobre todo funeraria, de exvotos, joyas y bronces. La griega de interesantísimas vasijas para pasar un día entero regodeándose con sus escenas.

La egipcia no tiene desperdicio, contiene piezas de todos los periodos repartidas en ocho o diez salas que van desde la dedicada a Antinoópolis, dotada con los medios expositivos más modernos, (exponen los hallazgos de una excavación italiana), pasando por salas correctas, a la sala de los «horrores», sin luz, con magníficas momias sin explicación, con vitrinas del siglo pasado, y sin embargo conteniendo piezas hermosísimas.

Una colección de cestería muy diversa, sandalias de todas las medidas, sarcófagos con momias, una de ellas muy bien conservada, sin clasificar. En otras salas destacan una cabellera a lo afro, un espléndido carro de madera, un papiro del libro de los muertos, la dama de Florencia, y el famoso relieve amárnico con un grupo de escribas apuntando, inclinados.

Todo ello acompañado por un sistema explicativo pésimo por poco claro, confuso y complicado ya que en cada sala había un folio con un plano de la sala, con las vitrinas numeradas o con letras.

Costaba un montón situar cada cuadrito del plano con la realidad y a veces el número o la letra de la vitrina no coincidía. Añadiendo que a veces la sala la dividían en dos sin cambiar el número de la misma. Pero el encanto reside en la quietud y el recogimiento de sus estáncias con tanta paz y soledad las piezas recobran el protagonismo y significado.

Anduve rodeada de tesoros a mis anchas, sin nadie a mi alrededor, (todos los turistas se pelean por entrar en los Uffizzi o la Academia), podía rodear los sarcófagos varias veces, podía arrodillarme para ver los dedos frágiles de la momia que el museo ignoraba, podía tocar hasta clavar las uñas en la madera del carro de un prisionero que hizo un noble, sin que los muchos empleados (casi más que visitantes) lo advirtieran, podía abrazar cualquier estatua de granito, podía mirar tranquilamente por las ventanas hacia los patios interiores donde tenían esfinges entre tiestos rotos cubos y mangueras, las empleadas se hallaban hablando de sus intimidades, junto a sarcófagos de nobles tebanos que tan ajenos eran a su griterío.

Y a gritos me dijeron madame is closed. Y recogiendo su bolso y su telefonino me expulsaban del paraíso indicándome la uscita. Y yo salía junto al romántico jardín en flor para volver a la Florencia del espléndido renacimiento Mediceo, congestionado por el turismo del siglo XXI, que rinde culto al consumismo y a veces ignora las cosas pequeñas.

 

Autores: Xavier Aldecoa y Mireia Cereza

 

(Mejora de SEO/Readability/Presentación…3 de junio de 2020. No hay cambios en contenidos)

Whatsapp
Telegram