Los corregentes de Ajnatón (1ª parte)
Por Alexandre Herrero Pardo 
1 marzo, 2005
Modificación: 16 mayo, 2020
Visitas: 8.347

Introducción

Que duda cabe que los debates sobre Ajnatón en Amigos de la Egiptología (AE) han sido en muchas ocasiones de lo más interesantes.

Tras la petición del editor de esta publicación para que preparara un artículo, me ha parecido una oportunidad adecuada para exponer uno de los debates que yo personalmente considero más interesantes, que trató entre otras cosas, sobre el siempre difícil tema de los corregentes de Ajnatón. Habitualmente surgen preguntas acerca de estos personajes que parece que debieron de compartir la corona de Egipto con Ajnatón. Así, aparecen los nombres del enigmático Smenjkare y de una mujer que llegó a ser rey corregente. Sirva este artículo para recordar un debate de hace ya un par de años y a su vez para aclarar las ideas de muchos acerca de los corregentes de Ajnatón. Por supuesto, un recuerdo a todos aquellos que debatieron conmigo en aquella ocasión, y de quienes he tomado algunas de sus frases prestadas. No es posible recordarlos a todos, pero vaya por delante mi agradecimiento a todos ellos.

Los corregentes de Ajnatón (1ª parte)

Antesala

El fenómeno de la corregencia no es extraño en la propia dinastía decimoctava. Existen otros casos documentados con seguridad, en adición a otros más discutibles. El más claro de ellos es el de la corregencia de Hatshepsut con el previamente coronado Tutmosis III. También está documentada una breve corregencia de Tutmosis III con su hijo Amenhotep II en las postrimerías de su vida. Que duda cabe que se ha hablado mucho y se seguirá hablando de la posible corregencia de Amenhotep III con su hijo Amenhotep IV (Ajnatón), que no sé si algún día terminaremos de resolver a gusto de todos. Pero la corregencia que aquí nos ocupa es aún más compleja y misteriosa, pues al tiempo que Ajnatón, aparecen hasta dos corregentes al unísono -después veremos quienes son- entre los cuales parece existir una mujer.

Evidentemente, el simple hecho de que una mujer alcance la posición de rey ya es de por sí una especie de atentado mitológico, puesto que por definición el arquetipo mítico del Rey en Egipto, corresponde exclusivamente a un hombre. Por eso sólo encontramos a cinco mujeres ejerciendo de rey en toda la larga y milenaria historia de Egipto. Uno de los corregentes de Ajnatón es uno de estos casos, y el mejor de los candidatos posibles es la propia esposa del rey: Nefertiti. El otro corregente sería el enigmático Smenjkare. Ambos pudieron actuar en calidad de reyes durante unos pocos años antes de que finalizara el propio reinado de Ajnatón y su relevo por Tutanjamón, probablemente hijo suyo. Lo que sí es una certeza, es que durante los últimos años de reinado de Ajnatón, una mujer recibía el tratamiento de rey. Podremos discutir cuál es esa mujer, aunque la más probable sea Nefertiti en mi opinión. Pero los hechos son los hechos, y existen multitud de inscripciones con el nombre de este rey corregente en femenino. Los corregentes de Ajnatón surgen tras la muerte de Amenhotep III, tras la probable corregencia entre ambos. Siguiendo las tradiciones de siempre, Amenhotep III asciende a los cielos y se transforma en el sol, que tomando por guía su estatua del museo de Luxor, podemos asimilar a su forma de dios primigenio Atum. Pero los hijos de Atum son dos: Shu y Tefnut. Shu estaba claramente representado por el propio Ajnatón (basta verle portando la corona de cuatro plumas propia y exclusiva de Onuris-Shu en los colosos de Karnak). Sólo faltaba poner a Tefnut en escena. Este podría ser el papel de Nefertiti. Pero una reina “a secas”, no podía ejercer este papel. Tenía que ascender a divinidad. Por tanto, debía cambiar su esencia, es decir de nombre, y pasar a escribir sus nombres con cartuchos reales.

Hay que darse cuenta de que en Amarna dios y rey escriben en cartuchos sus nombres sin distinción, pues existe una interrelación de asimilación directa entre ellos. Dicho de otro modo, dios y rey son dos visiones distintas de una misma entidad que lo engloba todo… léase el Atón. Desde este punto de vista podríamos admitir -con ciertas precauciones- que Nefertiti no ascendió a rey corregente, sino a Tefnut y por eso escribió su nombre en cartuchos. Por la ya mencionada indistinción entre dios y rey, ser la diosa Tefnut era “lo mismo” en la práctica que mostrarse como rey corregente (es decir, como un aspecto diferenciado y/o complementario del concepto de la realeza). Por mi parte, creo que esta corregencia sólo puede entenderse desde el mito solar y en el intento de representar en la tierra a la tríada Atum-Shu-Tefnut, en forma de Amenhotep III (muerto y ascendido a sol) -Ajnatón-Nefertiti. Pero para revisar este concepto mitológico es conveniente relacionarlo esquemáticamente con la cronología de Ajnatón y su familia.

Cronología Esquemática

En toda cronología acerca de Ajnatón surge la problemática sobre la corregencia con su padre Amenhotep III. No es objeto de este artículo, por lo que asumiré mis preferencias sobre el tema, entendiendo cierta tal corregencia donde corresponda. Amenhotep IV sube al trono entre los 13 y 15 años de edad y se casaría a los tres o cuatro años de su reinado con Nefertiti. Es precisamente en su año 4 cuando aparece el Disco Radiante y los nombres del Atón en cartuchos, pero el rey se llama aún Amenhotep hasta su Primer Jubileo, donde proclama su naturaleza sobrehumana, i.e. divina. En el año 5 se manifiesta la rotura con el clero de Amón, acompañada del cambio de nombre del rey a Ajnatón. Es también el año de la fundación de la nueva ciudad santa: Ajetatón. Alrededor de esta ciudad se esculpen enormes estelas, algunas de las cuales (K y X) nos documentan en cierto modo todas estas luchas atestiguando cuatro años penosos en Tebas. Es interesante comentar aquí que Ajnatón intentó muy probablemente hacer primero de Tebas su ciudad santa, pero tuvo que rechazar la idea y trasladarse a su nueva capital. Esta idea surge del nombre documentado que Ajnatón llegó a dar a Tebas: Ajet-en-.Atón, que significa exactamente lo mismo que Ajet-Atón: El Horizonte del Atón (entendido como la Mansión del Horizonte donde reside dios), aunque escrito con una ligera variante (genitivo indirecto versus directo). No es hasta el año 12 cuando todo parece indicar que fallece Amenhotep III, dando lugar a las escenas del Gran Durbar (la Gran Parada). En ellas, Nefertiti no muestra su imagen coronada, por lo que si admitimos su hipotética coronación sobre el año 15, nos lleva a buscar el mecanismo o fórmula que permitió tal corregencia coronada en estas fechas y circunstancias.

Los corregentes de Ajnatón (1ª parte)

Una de las fórmulas de acercamiento a este hecho parte de la mencionada identificación de Nefertiti con Tefnut formando una tríada creadora con Atum y Shu. No es evidente que tal identificación desemboque necesariamente en la coronación de Nefertiti, sobre todo en épocas tan tardías, ya que a partir del año 6 la teología de Atón ya está implantada totalmente, aunque quizá la defunción de Amenhotep III fuera de algún modo un factor desencadenante. Recordemos el rol de Isis, Hathor o Mut que toma la reina según las ocasiones. Nunca antes ese rol convierte a la Esposa Real en monarca coronado, sino que simplemente la reina lo realiza mediante la liturgia asociada a su cargo. La única forma de “ir más allá” es evolucionar desde el concepto básico de la reina en el rol de una diosa, hasta el concepto de la propia identificación de la reina con esa diosa. Desgraciadamente no disponemos de la titulación completa de la hipotética Nefertiti coronada, que como en el caso de Ajnatón, muestra su paridad con la divinidad. Es interesante mencionar aquí que Amenhotep III celebra su primera fiesta Sed en el año 30, tras la cual y desconociendo el mecanismo (seguramente la muerte ritual), adopta la forma de Atum (recordemos su estatua del museo de Luxor), mientras que su esposa Tiy (que actúa en ese mismo festival), es también divinizada en el templo de Sedeinga. Aquí Tiy se muestra en forma solar como esfinge y lleva el típico tocado de Nefertiti, lo que puede indicar que es ella la inicial forma de Tefnut. Esta escenificación de la divinidad parece alcanzar mayor grado de complitud al año siguiente, cuando Ajnatón realiza un festival Sed (o de características similares) actuando en él Nefertiti de la misma forma que lo hizo Tiy. Aquí Ajnatón toma la forma de Shu y Nefertiti la de Tefnut. Siguiendo con el esquema cronológico que planteábamos, en su año 17, finaliza el reinado de Ajnatón, con unos 30 a 35 años de edad. Sea pues que sus corregentes lo fueron sólo durante dos o como máximo unos tres años, al final de su reinado.

La Creación y la tríada Atum-Shu-Tefnut

Es evidente la especial representación que recibe en Amarna la tríada solar, que no había sido representada antes por ninguna otra familia de la realeza (o al menos con tanta profusión y significado como en Amarna). Demos pues significado a esta asimilación Atum-Shu-Tefnut. Para eso hay que darse cuenta (o revisar) lo que significan en conjunto. Atúm es el dios creador por excelencia. Su propio nombre nos indica que es el «Todo divinizado». De esa totalidad se generan Shu y Tefnut. Podemos por tanto decir que Shu y Tefnut juntos son también la totalidad. Véase que se da para estos dioses una especial peculiaridad que no se da en otros casos. Otro dios cualquiera puede ser padre de una pareja de dioses y eso no implica que esos dos hijos equivalgan a su padre. En cambio, en el caso de nuestra tríada, Atum es El Todo, del que evolucionan Shu y Tefnut. Podemos por tanto asegurar que Shu y Tefnut devienen lo único creado y por tanto, juntos, también equivalen a ese todo, es decir a Atum, que es “El Todo divinizado”.

La estela representa a Ajnaton levantando los brazos hacia el cielo, el gesto característico de Shu, para mantener el cielo separado de la tierra y generar la vida que existe entre ambos. Shu es la Vida, luego Ajnaton es también la Vida, al identificarse con Shu. En lo alto, los cartuchos del Atón, que simbolizan todo el proceso: Ra-Horajty, que se regocija en el Horizonte| en su nombre de Shu, que está en el Atón. En los cartuchos inferiores aparecen los nombres de Ajnatón y Nefertiti.

La estela representa a Ajnaton levantando los brazos hacia el cielo, el gesto característico de Shu, para mantener el cielo separado de la tierra y generar la vida que existe entre ambos. Shu es la Vida, luego Ajnaton es también la Vida, al identificarse con Shu. En lo alto, los cartuchos del Atón, que simbolizan todo el proceso: Ra-Horajty, que se regocija en el Horizonte

La estela representa a Ajnaton levantando los brazos hacia el cielo, el gesto característico de Shu, para mantener el cielo separado de la tierra y generar la vida que existe entre ambos. Shu es la Vida, luego Ajnaton es también la Vida, al identificarse con Shu. En lo alto, los cartuchos del Atón, que simbolizan todo el proceso: Ra-Horajty, que se regocija en el Horizonte

Pasemos ahora a estudiar qué puede significar todo esto en Amarna y cómo influye en la corregencia de Nefertiti. Creo que tras la muerte de Amenhotep III y su transformación en Atum, Ajnatón se vio en la disyuntiva de tener que representar en la tierra a la divinidad que estaba en los cielos. Ciertamente él podía representar a Shu, pero sólo si se unía a Tefnut podía convertirse en la totalidad divinizada e identificarse por completo con su preciado dios solar. Podríamos preguntarnos ¿Por qué habría de tener esa necesidad? En realidad, la respuesta está inscrita en su propia religión (o si lo preferís en su filosofía mítica): Por una parte, la forma solar preferida de Ajnatón es Ra-Horajty: Ra y Horus unidos en uno solo en el instante mágico en el que el sol toca el horizonte. A partir de ahí, el rey funda su ciudad en Ajetatón: El Horizonte del Atón, y se va a vivir allí. Es decir, el rey (Horus) vive en el Horizonte donde reposa el dios Padre. Digamos que es la mejor forma de estar (vivir) en comunión permanente entre rey y dios. Ajnatón parece buscar permanentemente la máxima cercanía a la divinidad, hasta el punto de crear su nueva ciudad como representación física (construida) de la morada de su dios. Evidentemente, la mejor forma de unir su horizonte: Ajetatón, con su dios, es generar también a este dios de forma física. Esto no podía hacerlo solo (en su forma de Shu), pero sí que podía unirse a Tefnut para conseguirlo. Unidos ambos se convertían en la divinidad completa. Al vivir ambos en Ajetatón, estaban representando de forma física y viviente a Ra-Horajty: el sol en el horizonte (ellos mismos eran el sol, y Ajetatón el horizonte en el que vivían). Resumiendo, Amenhotep III se transfigura en Atum. Ajnatón y Nefertiti (como Shu y Tefnut) equivalen también a Atum. Todos ellos son lo mismo, representado de distintas maneras un mismo principio teológico visto desde distintas aproximaciones (algo que gustaba mucho a nuestros amigos egipcios). Este principio teológico que todo lo engloba y al que pertenecen todos, no es más que el Atón. Evidentemente, si todo esto es cierto, Nefertiti formaría parte intrínseca de la divinidad que está en el Atón, por lo que le tocaría encerrar su nombre en cartuchos propios de rey (no sólo de reina), puesto que en Amarna, dios es rey, como por otra parte se manifiesta en la asimilación de Amenofis III (rey difunto) asimilado a Atum. Dios y rey al mismo tiempo.

Tres Reyes Corregentes

Hemos estado hablando de tres reyes corregentes. Es el momento de identificarles por sus nombres:

Neferjeprure-Uaenre; Ajnatón
Anjjeprure…; Neferneferuaton…
Anjjeprure.. ; Smenjkare-Dyeserjepru…

Para el segundo y tercero aparecen epítetos (en los puntos suspensivos) tras cada nombre. Vamos a centrarnos para empezar en la primera parte del nombre del segundo rey, que muestra distintas variantes en ocasiones afectadas por la marca del femenino egipcia (que es una “t” final). Las variantes son:

a) Anjet Jeprure Meryt Uaenre (ambas marcas en femenino)
b) Anj Jeprure Meryt Neferjeprure (sólo el Meryt (amada) en femenino)
c) Anjet Jeprure Mery Uaenre (sólo el Anj en femenino)
d) Anj Jeprure Mery Neferjeprure (todo en masculino)
e) Anj Jeprure Mery Uaenre (todo en masculino)

Evidentemente se trata siempre del mismo personaje, con variaciones de género. Vemos también que su nombre está seguido siempre de epítetos referidos a Ajnatón (Neferjeprure UaenRe), el rey por excelencia (y si el corregente fuera Nefertiti, su esposo). Para muchos podría ser suficiente con la existencia de estos nombres y sus epítetos de rey escritos en femenino para aceptar que se trata de un rey mujer. No obstante, podemos establecer contra-argumentos de base lingüística a esta aparente feminidad del rey. Por contradictorio que parezca a primera vista: “Anjet-Jepru-Re Meryt Uaen-Re/Nefer-Jepru-Re…”, escrito en femenino, puede ser en realidad el nombre de un hombre. Veamos como puede ser esto cierto. Si bien es verdad que a veces, por ejemplo, aparece “Anjet” en femenino, en lugar de “Anj” en masculino, podría tratarse en realidad de un adjetivo sustantivado y ser traducible algo así como “lo vivo de las transformaciones de Ra”. Por tanto, el portador de este nombre no tiene por qué ser una mujer por obligación. Incluso el participio posterior “mery/meryt” – «amado/a», puede aparecer en «femenino aparente» (en realidad participio neutro) concordando con «anjet = lo vivo» y seguir refiriéndose al nombre de un hombre, traduciendo como se ha indicado anteriormente como «lo vivo de las transformaciones de Ra, amado/que es amado de…», aunque todo esté «aparentemente» en femenino.

Así pues, y en resumen, en Egipcio Medio se puede sustantivar un adjetivo al transformarlo en femenino. Es decir, «neferet» puede ser tanto «la buena/bella» (también en plural), como «lo bueno/bello» sin que se esté aludiendo a una mujer, sino al concepto de «belleza / bondad». Que la palabra sea (o esté) efectivamente en femenino y que no exista en egipcio nada más que esos dos géneros (masculino y femenino, no el neutro) no implica que «neferet» se aplique siempre como adjetivo calificativo de una mujer. Con el llamado «participio neutro» tenemos un caso análogo, como en el caso de «iret = lo que es hecho». Textualmente son femeninos, pero el significado, que es lo que nos importa en este caso, no implica una persona o cosa de ese sexo. La traducción del nombre de rey «lo vivo de las transformaciones/formas de Ra, (que es) amado de…» que está escrita en femenino, es perfectamente posible hacerla así y no implica que sea un nombre de mujer. Es decir, este nombre de rey “en femenino” no demuestra necesariamente, por sí solo, que existiera un rey-mujer. Debemos buscar otros indicios, si existen… y afortunadamente… ¡existen!

 

Autor Alexandre Herrero Pardo 

Whatsapp
Telegram