Las maldiciones en el Antiguo Egipto
Por Andy García Montes
16 agosto, 2020
Necrópolis de los constructores de las pirámides. Algunas de estas tumbas contienen textos de maldición. Foto: Andy García
Modificación: 27 agosto, 2020
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Las maldiciones del Antiguo Egipto saltaron a la popularidad tras el descubrimiento de la tumba del Rey-niño en 1922, por parte del arqueólogo inglés Howard Carter, tal acontecimiento, y una serie de factores, en los que se hallaron implicados dos de los escritores más famosos de la época, dieron como resultado, el nacimiento de la famosa, aunque, no por ello, verdadera, “maldición de los faraones”. Estos escritores sentían admiración por los temas esotéricos, se trataba, de Marie Corelli una escritora bestseller en su época, y nada más, y nada menos, que Sr. Arthur Conan Doyle, quien defendía y realizaba prácticas espiritistas. Corelli envió una carta al  New York Times tras conocer el hallazgo de la tumba de Tutankamón en la cual decía: <<La muerte llegará volando sobre aquellos que profanen la tumba de un faraón>>

Doyle apoyó a su compañera, y propagó a los cuatro vientos que la muerte de Lord Carnarvon había sido causada por la maldición. También ayudó a la propagación de la maldición, el por entonces Inspector de Antigüedades de Egipto, Arthur Weigall, quien desaconsejó la entrada en la cámara sepulcral bajo un peligro de muerte inminente para los profanadores. Lord Carnarvon moriría 6 semanas después, la leyenda estaba servida, y corrió como la pólvora en los distintos medios sensacionalistas de la época. Para más inri, se dijo que apareció un óstraco de arcilla junto a las estatuas del Ka de Tutankamón que aguardaban la entrada a la cámara sepulcral (que nadie ha conseguido ver) en el que se hallaba inscrito: <<La muerte tocará con sus alas a todo aquel que ose despertar el sueño eterno del faraón>>

Pájaro Ba, volando sobre la momia del difunto. Sarcófago de Baja Época. Foto: Archivo documental AE. 

Como podéis apreciar, tanto la última frase, como la escrita por Corelli guardan cierta similitud en relación con las aves, en mi opinión, tanto Corelli, como el “inventor” de la segunda frase, sabían algo sobre maldiciones egipcias. Me explico, ya en el Imperio Antiguo a partir de la IV dinastía aparecen “maldiciones” contra los profanadores de tumbas, en las cuales por ejemplo, el Ba del difunto (halcón con cabeza humana) podía ejecutar por sí mismo, a los profanadores, agarrándolos por el cuello como a un pájaro y quebrando su cuello.

He aquí la relación con los textos egipcios antiguos en los cuales aparecen las aves como la transformación del difunto, con las frases de la supuesta “Maldición de Tutankamón”

El primer estudio amplio sobre las maldiciones egipcias lo lleva a cabo el egiptólogo francés Henri Sottas en 1913, quien comenzando su carrera militar decide abandonarla, para dedicarse por completo al estudio de la lengua y civilización egipcia. Sus estudios sobre las distintas maldiciones, los da a conocer en un libro llamado La préservation de la propriété funéraire dans l’Égypte ancienne, avec le recueil des formules d’imprécation (BEHE SHP 205, París: Campeón 1913)

En su obra abarca desde el Imperio Antiguo hasta la Época Tardía. En ella, clasifica bajo su visión, las distintas maldiciones y sus formas. Sottas diferencia dos partes fundamentales en todas las fórmulas de imprecación (maldiciones):

1º) El anuncio de un delito.

2º) La amenaza de un juicio o de una sanción contra el profanador.

En el Reino Antiguo  en las tumbas era común las maldiciones dirigidas a los profanadores de las mismas. Los textos seguían un mismo patrón, comenzando:

<<En cuanto a toda persona que perturbe esta tumba…

<<En cuanto a toda persona que haga algo malo contra esta tumba…

 

La segunda parte, y como terminaba la maldición, también seguían un mismo patrón que solía ser un juicio llevado a cabo por los dioses en el Más Allá. Un ejemplo de estas maldiciones se encuentra en la tumba de Petety, Dinastía IV, en el poblado de los constructores de las pirámides. Ella dice:

“Quien haga algo malo contra nosotros o destruya esta tumba que sea comido por los cocodrilos, hipopótamos, leones, serpientes y escorpiones”

Maldición de Petety. Necrópolis de los constructores. Guiza. Foto de Andy García ©

Además, existen numerosos textos de maldiciones también dirigidos a los profanadores, pero ejecutadas por el propietario de la tumba en el mundo de los vivos. Son en estas clases de maldiciones donde aparece la transformación en ave por parte del difunto, y por parte del profanador, el cual es castigado con la muerte, por medio, de las roturas de las vértebras del cuello (forma en que se mataban a las aves en la antigüedad).

Tumba de Ankhmahor. Dinastía VI. Saqqara. Foto de Andy García ©

Tumba de Ankhmahor, Saqqara, Dinastía VI. En ella una maldición hace alusión a los profanadores, advirtiéndoles que si hacen algún mal en ella o que penetren en estado impuro, el mismo Ankhmahor “les agarrará como a un pájaro de modo que teman ver a los espíritus radiantes, (espíritus transformados en aves) y quienes están sobre la tierra teman ver a un espíritu radiante” 

De igual manera, Sottas describe en su libro dos tipos más de maldiciones, como los “Decretos reales” y “Maldiciones obscenas”, en las primeras como su nombre indica, se trataba de decretos reales dictados por el faraón y que todos debían cumplir, de no ser así, el faraón exponía el castigo infligido normalmente por los dioses.           

Estela procedente de Per-Banebdyedet, en el delta, Dinastía XXII. La inscripción hace referencia a la donación de tierras para un templo egipcio y lanza una maldición a cualquiera que se apropiase de ellas o las tratase de forma incorrecta. (Wikimedia Commons)

 

En cuanto a las maldiciones obscenas podían emitirlas tanto el rey, como la nobleza, y el pueblo llano, el castigo que sufriría el profanador consistía en ser violado por un asno, el animal que los antiguos egipcios asociaban con Seth, dios de la muerte y el caos.

Para comprender las maldiciones del Antiguo Egipto, tenemos que entender el pensamiento de sus antiguos habitantes. Para ellos, las maldiciones era algo normal, ligado a la magia y a la religión. El mago supremo era el faraón, pero toda la comunidad practicaba la magia de una u otra forma, en este contexto, es donde hay que estudiar las maldiciones, como un recurso más de la magia de los antiguos egipcios.

Para poder salir de la tumba y aparecer en el mundo de los vivos, llevando a cabo su venganza, existían una serie de fórmulas mágicas que debían de conocer, estas fórmulas se encuentran sobre todo en el “Libro de los Muertos” cuyo nombre correcto es “Libro para salir a la luz del día”

Para nosotros en la actualidad, las maldiciones nos parecen sólo leyendas, para un antiguo egipcio, era algo tan real como la vida misma…

Andy García Montes en la Necrópolis de los Constructores en Guiza

Bibliografía

– ALEGRE, Susana, Dioses, Mitos y Rituales en el antiguo Egipto, Ed. Dilema, Madrid, 2017.

– ALEGRE, Susana, Las maldiciones de Tutankhamón, BIAE 77, 2015. 

-JACQ, Christian, El saber mágico del Antiguo Egipto, Barcelona, 1999.

– OGDON, Maldición, una práctica mágica del Antiguo Egipto, en Amigos de la Egiptología

-SOTTAS, Henri, La préservation de la propriété funéraire dans l’Égypte ancienne, avec le recueil des formules d’imprécation, BEHE SHP 205, Campion, París 1913.

 

Autor Andy García Montes. Recientemente, inspirándose una vez más en el antiguo Egipto,  ha publicado su última novela Maldición en El Cairo 

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