La Rebelión de los Pollos
Por Rosa Pujol
11 octubre, 2004
Modificación: 3 junio, 2020
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(Reflexión causativa de radicalización definitivamente geminada, de la 3a. inf. con balcones a la calle y vista al Nilo)

Llegados más o menos a la mitad del tercer curso de Egipcio Medio, me hago varias reflexiones:

Lo que empezamos en primero, hace dos años, como puro divertimento, con el sólo propósito de leer los cartuchos de los faraones y/o faraonas, y, si acaso, alguna estela o dedicatoria, resulta que ha acabado por trastornarnos. Así, como suena.

A finales de primero, pudimos efectivamente leer alguna estela, tal y como dijo Manolo, y ésto, que podría parecer un logro, fue nuestra perdición: todos los pollos nos picaron, en la curiosidad, naturalmente, todas las viborillas nos inocularon su veneno, todas las vacas tiraron de nosotros, todos los dioses nos hipnotizaron, todos los pájaros hicieron volar nuestra imaginación, y ya nada tuvo remedio.

Empezamos el segundo curso con mucha ilusión, incluso al principio nos enterábamos de algo. Poníamos mucho interés casi siempre. Sólo relajábamos nuestra atención cuando alguno de nuestros eminentes colegas se perdía en preguntas del tipo «¿Esto puede estar etimológica y semánticamente relacionado con las oraciones interrogativas de predicado lineal, con antecedente fusiforme, del acadio posmoderno que se hablaba en el barrio de los pescaderos de Nínive?».

Pero al llegar a los participios estuvimos todos tentados de tirar la toalla. ¿Pero es que los egipcios no podían ser normales y hacer que los participios fueran como en todas partes? En todos los idiomas los participios se forman de una determinada manera y ya está. Los ingleses son los más prácticos; los latinos ya empezamos a liar el tema con el género y el número, pero los egipcios, no sólo tienen género (tres) y número (tres), sino que se camuflan, y hacen todo lo posible por que no se sepa lo que son, y se disfrazan de infinitivos, de pasivos, de estativos y, si es preciso, de fallera.

La Rebelión de los Pollos

Los escribas se comían pollos, escribían solo lo que les quedaba bonito y simétrico en la pared. Eran como unos malévolos Chiquitos de la Calzada comiéndose letras. ¿Te das cuen? Yo creo que se comían las letras porque se les dormían las piernas y querían acabar cuanto antes. Si hubieran escrito en una mesa, como las personas normales, no hubieran sido tan chapuceros. En resumen, no tuvieron ninguna caridad con los que insistimos en poder leer lo que escribieron. Pero, a fin de cuentas, ¡qué se puede esperar de unos fulanos que andaban de perfil!

En esa encrucijada de los participios, fue cuando me sentí inspirada el año pasado y describí cómo eran nuestras clases en cuanto a la interpretación de una frase, con resultado de tantas versiones como alumnos había en el curso.

Es curioso como con las mismas palabras, sílabas o sonidos se pueden decir infinidad de cosas diferentes. Para ello baste el conocido chascarrillo castizo de que No es lo mismo «Tejidos y novedades en el piso de encima» que «Te j-des, no ves nada, y encima te pisan» (He omitido la vocal por deformación jeroglífica).

Sin acabarnos de enterar de los participios, estativos, prospectivos y demás, llegamos a tercero.

Lo primero que hizo el profesor fue largarnos los apuntes, que este año «sólo» tienen 130 páginas, y que, al parecer, son un resumen.

He de reconocer que me produjo cierto desasosiego leer la introducción del mencionado librito. Pensé que yo no tenía necesidad de esas cosas. Cito textualmente parte de la introducción:

«Cuando uno se enfrenta a un texto como el de arriba, primero advierte un temblor, una turbación desde las rodillas para abajo. Después se le queda la mirada fija, como de cocodrilo sobre un banco de arena y, por fin, se le vacía la mente de todo contenido y propósito.
()
Al final os encontraréis con que no hay nada más excitante que un estativo con significación adverbial o una cláusula nominal como sujeto (sin desdeñar a las relativas sin nty) o qué decir del énfasis por anticipación»

Como podréis observar, el asunto no es para echar en saco roto. Y hay que ser una persona de fuertes convicciones para ponerse en manos de alguien que piensa que un estativo es lo más excitante que existe. Lo peor es el morbo que nos despertó la promesa de mil placeres causativos de doble radical, que, aunque a veces puedan ser imperfectivos por exceso de énfasis por anticipación, otras en cambio pueden reduplicarse, con lo que los placeres serían 2.000. Ante estas expectativas, nos hemos dejado llevar de nuestros más bajos instintos y ni uno solo se ha dado de baja. ¡Qué le vamos a hacer! ¡Nadie es totalmente perfectivo!

La Rebelión de los Pollos

Y entramos de lleno en las clases, naturalmente sin acordarnos de nada de lo que habíamos dado en segundo, ni en primero. Apenas sabíamos que Iw Ra m pt hr dpt.f quería decir «no me gusta que a los toros te pongas la minifarda», vamos, que hacía sol.

Todos hacemos como que nos enteramos, y en realidad en clase es así. Pero el calvario comienza al encontrarnos a solas con Sinuhé y empiezan a atacar las dudas. Entonces es cuando se nos pone cara de cocodrilo. Y nos vamos a los apuntes. Los pensamientos que pasan por nuestra mente, mientras pasamos frenéticos las hojas del maldito Faulkner, y nos deshacemos la espalda trasegando el Gardiner de un lado a otro de la mesa, son más o menos así:

Ah, ya lo tengo: «Su Majestad dijo a los nobles que cruzaran el rio en esta barca»
Fantástico. Soy una fiera. Hasta me ha resultado fácil A ver, voy a repasarlo. Ah, no si ésto debe ser los del sdmx.f. O no. No, no, ¿es un perfectivo, o es una pasiva?. Espera, voy a empezar de nuevo.
Puede que sea ésto «Los nobles que cruzaban en la barca hablaron de la majestad del río»
No, así no puede ser, porque la barca lleva el pronombre sufijo.

-¡Mamaaaaá! ¿No se cena en esta casa?
-Es muy pronto.
-¿Que es muy pronto? ¡Son las diez y media!

¡Las diez y media, no puede ser!. ¡Si hace un par de pollos eran las ocho y cuarto!.

-Bueno, voy ahora mismo.

Y (en caso de amas de casa, por supuesto) vamos a la cocina con el Faulkner en el bolsillo del delantal, el cuaderno bajo el brazo y el boli en la oreja, por si nos llega la inspiración divina. Hacemos la cena, más o menos, y nos sentamos a cenar. Seguimos la conversación con un virtuosismo digno de mejor causa, aunque en el fondo de nuestro pensamiento sigue latente el dichoso sdmntwnwntnwnwt.f. Acabamos el trámite de la cena, hacemos un poco de sobremesa para que no digan, y en cuanto huyen todos a sus cosas, salimos disparados de nuevo a la «ordenada» mesa destinada a la pollería.

Y si esta palabra no empezara por K, sino que fuera un sufijo del verbo. Busquemos en el diccionario. Si, eso es. Ésto, además de nobles, significa higos (por ejemplo). Ah entonces «Su Majestad cruzó el río con los higos en su barca».
No, ésto no tiene sentido. Voy a buscar la barca en el diccionario, a ver si es otra cosa. Pero no puede ser otra cosa, tiene el determinativo de barca. Voy a escribir todas las palabras de la frase en papelillos, a tirarlas por el aire, y como caigan se lo pongo a Antonio. Seguro que tiene más sentido que lo que me sale a mi.

Pi, pi, pi, piiii. Cadena Ser. Servicios Informativos. Son las dos de la madrugada…

La Rebelión de los Pollos

¡Mierda!, las dos y yo sin saber qué hacer con los higos, con los nobles, con la barca y con su Majestad. Me importa un higo, me voy a dormir, que mañana trabajo.

Así una noche tras otra. Unas veces son higos, otras veces no sabemos si el corazón es corazón, ánimo o deseo, otras veces no sabemos si Sinuhé tiene miedo del paisano que se encuentra en el camino, o es al contrario…. Hay veces que buscamos las palabras por cada signo que nos encontramos y luego pasa lo que pasa.

En resumen, Antonio tiene razón. Estamos más pegados que un sello, pero ¿cómo vamos a osar preguntar delante de los demás, que, dicho sea de paso, tampoco se enteran?. Nuestra trayectoria egipcia se vería empañada con una pregunta así:

Perdona Antonio, los verbos geminados vienen a ser como Las Virtudes, pero de perfil, ¿no es éso?

El silencio ominoso de la incomprensión se ceñiría sobre nuestras cabezas, por lo tanto, no preguntamos. Pero prometemos ensayar y hacer preguntas lógicas.

Antonio, ten valor y no pierdas la esperanza con nosotros. No sé todavía cómo lo haremos, pero te aseguro que para el examen final nos sabremos de memoria todos los ejemplos de tus apuntes. Ya tenemos cierta práctica. En primero nos aprendimos así los bilíteros, trilíteros y nisbados, en segundo todas las oraciones de infinitivo, estativo, aha-n y demás. Este año, apenas tenemos que memorizar tus apuntes, el Reading Book, el Lesestücken, el Urkunden y algo de vocabulario. Y si a Angel le publican el libro a tiempo, nos empollamos tambien el Westcar a nada que nos lo propongamos. Puede que la gramática la llevemos algo floja, pero memoria y voluntad no nos faltan.

Y vosotros, compañeretes, ¡arriba el ánimo! Mi consejo es que veais las cosas de modo positivo. Hay muchas razones para ello, y os voy a aportar algunas:

-A fuerza de practicar, ya no tenemos rival jugando al Pictionary. La gente normal no sabe dibujar pollos, conejos, burros, vacas o leones como nosotros.

-Tenemos una cultura gramatical capaz de asombrar al más erudito, porque ¿cuántas personas os habéis encontrado en esta vida que puedan pronunciar sin pestañear palabras como «nisbado» «imperfectivo» «geminado» «reduplicado» o «resumptivo»? Aunque no es frecuente que estas palabras salgan en una conversación normal, en el supuesto de que así fuera, nuestro prestigio subiría como la espuma y seríamos recordados durante años como personas cultísimas.

La Rebelión de los Pollos

-Con el esfuerzo mental que hacemos, es muy difícil que el Alzheimer nos ataque, ya que la forma física de nuestras neuronas es como si acabáramos de salir de la pubertad.

-Podemos quedar estupendamente ante los amigos en un museo, por ejemplo, ante una estela. Se trata de decir: Ofrenda que hace el rey del Alto y el Bajo Egipto Neb-maat-re (aquí hay que poner cara de «enterao» y decir que éste fue el nombre de coronación de Amenofis III) a Anubis, señor de la Tierra Sagrada, consistente en mil panes, mil cervezas, mil alabastros. (aquí podeís decir cuánto se os ocurra, sin pasaros -por ejemplo no valen 1000 cazuelitas de angulas de Aguinaga, o 1000 paellas)… etc. para el ka de Fulanito, hijo de Fulanita, justificado. Si somos capaces de decir ésto sin titubear, todo seguido, nuestros amigos quedarán boquiabiertos. Y en realidad la estela puede hablar de cuando tal faraón extendió la cuerda alrededor del templo, pero ¿es que todos vuestros amigos saben leer jeroglíficos? No ¿verdad? Pues éso. Qué más da.

-La ventaja de estudiar una lengua muerta es que no tienes que pelearte con tu propia lengua tratando de que adopte posturas antinaturales para decir correctamente Knightsbridge como pasa con el inglés. ¿No encontráis que ésto es una gran comodidad? Con un simple pájaro, modalidad cutre, sabemos que lo que sea es malo, sin tener que aprender a decir unsuccessfully con la acentuación correcta. Nunca nos pasará con el egipcio como con otros idiomas aprendidos, que al llegar al lugar de origen del mismo nos damos cuenta de que no nos entienden, con el consiguiente disgusto. El no entender nada, ni que no nos entiendan a nosotros en Egipto en la actualidad es algo que tenemos perfectamente asumido. Si llegamos a Egipto diciendo a grandes voces (como sería nuestro deseo) nfr-wy itrw no nos entenderá nadie, ni falta que hace.

Sirva esta reflexión como EXCURSUS de Año Nuevo para haceros más llevaderas cosas como la tradicional dieta anti-polvorón, la no menos tradicional cuesta de Enero, y los titulares de EL MUNDO. Tan sólo pensad que todavía nos deben quedar unos 1.200 «placeres» reduplicados. Yo sólo de pensarlo ya me estoy relamiendo.

¡Nfr rnpt!

 

 

Autora: Rosa Pujol

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