La pirámide de Menkaure se adapta a la modernidad
Por Coordinadores de AE
20 noviembre, 2014
Modificación: 20 noviembre, 2014
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El material favorito de los egipcios para construirlo todo no era, como pudiera parecer, la piedra, sino el adobe. Sólo se utilizaba la piedra para edificar monumentos destinados a permanecer en pie durante toda la eternidad, es decir, templos y tumbas. Si los primeros eran la residencia de los dioses en la tierra, las segundas servían para dar cobijo al cuerpo del difunto. Desgraciadamente, los egipcios no podían saber que, milenios en el futuro, las gigantescas tumbas en forma de pirámide de sus reyes terminarían siendo visitadas por miles de turistas al día. Unos visitantes cuyo paso por el interior de las mismas pondría a prueba, de forma involuntaria, la supuesta inmortalidad del material con el que estaban construidas.

Uno tras otro, esos millares de visitantes diarios entraban en las pirámides de Guiza dejando en ellas un enemigo invisible… Y es que, a pesar de la elevada temperatura del interior de las pirámides, las paredes de piedra de las mismas hacen las veces de superficies de condensación donde terminaba depositado en forma de líquido el vapor de agua contenido en su respiración y su sudor. Seguidamente, el principio de la capilaridad hacía de las suyas y terminaba sacando a la superficie de los sillares las sales contenidas en la roca. El resultado es que la piedra las cámaras interiores comenzó a degradarse, poniendo en peligro la integridad del monumento.

Primeras medidas de mejora
En 1992 se tomaron las primeras cartas en el asunto, metiendo el Servicio de Antigüedades un robot por los canales estelares de la Gran Pirámide (sí, esos mismos gracias a los cuales Hawass montó un circo para encontrar una «puerta» cuadrada de 20 cm de lado) con el fin de estudiarlos, limpiarlos y colocar en ellos un ventilador. Al limitarse el número de visitantes a la tumba de Khufu a 300 diarios (en dos tandas, mañana y tarde, de 150 personas), los dos pequeños motores removían y renovaban el aire del interior acabando en gran parte con el problema.

Siguiendo con esta política de protección de los monumentos sin llegar a cerrarlos al público, pero sí limitando el acceso a los mismos, se decidió que la pirámides Khaefre y la de Menkaure (Kefrén y Micerino para los griegos) se cerrarían de forma alternativa cada uno o dos años. El período de «barbecho» se utilizaría para realizar las necesarias tareas de conservación y limpieza. Este próximo mes de noviembre le tocará el turno de ser reabierta a los turistas a la pirámide de Menkaure, la más pequeña del trío de Guiza, con «sólo» 60 metros de altura.

La restauración
Como ha explicado a los periodistas Ahmed Mutawa Monday, director del Departamento de Desarrollo de los Yacimientos Arqueológicos, en la restauración y puesta al día de monumento han participado más de 20 conservadores, tanto egipcios como extranjeros. Su trabajo ha durado dos años y ha contado con un presupuesto de medio millón de euros. Lo que no es baladí, tal cual están las cosas en Egipto.

Su labor ha consistido en limpiar las paredes, no sólo de las sales depositadas en ellas, sino también de los grafitos que los más cafres e insensibles de los visitantes fueron dejando a lo largo del corredor de acceso y en la propia cámara funeraria. Afortunadamente, el nuevo sistema de iluminación que se ha instalado (esperemos que esta vez sin colgar los cables con alcayatas clavadas en la pared) evitará las oscuridades que daban cobijo a las actividades de los amantes de la caligrafía mal entendida. Por otra parte, nueva escalera exterior permitirá a los turistas subir de forma más cómoda y estable los 4 m de altura a los que está situada la entrada a la pirámide, dotada de una de las estructuras internas más peculiares que se conocen, llena de recovecos y habitaciones de función desconocida.

Fuente: elmundo.es 27/10/2014
http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/10/27/544e0d4f268e3ec32a8b456f.html

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