La naturaleza religiosa y química de las libaciones derramadas sobre la momia de Tutankhamon
Por Francisco Javier Gómez Torres
21 julio, 2005
Modificación: 29 mayo, 2020
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¿Por qué a las otras momias reales no les debieron afectar los ungüentos sagrados?

Naturalmente, esto plantea la cuestión de si todas las momias reales del Imperio Nuevo egipcio sufrieron el mismo tratamiento en cuanto a los ungüentos. A pesar de que las demás momias muestran tan solo ligeros restos de un material resinoso parecido, creo que la ceremonia fue similar para todas ellas.

Hay que recordar que tanto en el caso de las momias reales descubiertas en el escondrijo de Deir el-Bahari como en las de la tumba de Amenofis II, ninguna de ellas tenía las envolturas o féretros originales, que habían sido sustituidos por otros más bastos por los sacerdotes de las Dinastías XX y XXI. Así, al ser despojadas de sus envolturas y féretros originales en época antigua, estas momias reales se libraron de los elementos destructores que actuaron sobre la momia de Tutankhamón. En otras palabras, el saqueo de las tumbas reales ocurrió antes de que hubiese transcurrido el tiempo suficiente para que los ungüentos penetraran en las voluminosas envolturas o pudiesen causar grandes daños[141].

…. uncir profusamente la momia con ungüentos, lo cual, en el caso del joven rey, ha producido resultados tan desastrosos bajo el punto de vista arqueológico. Habíamos esperado encontrar la momia en mejores condiciones que la mayoría de las que han llegado a nuestras manos, ya que éstas habían sido arrancadas de sus sarcófagos por manos profanas en época dinástica. Sin embargo, nos guarda una desilusión, y aquí tenemos un ejemplo lamentable de la ironía que a menudo confronta la investigación. Los ladrones de tumbas que sacaron los restos de los faraones de sus coberturas para saquearlos o los piadosos sacerdotes que los escondieron para evitarles otras profanaciones, por lo menos protegieron aquellos restos reales contra la acción química de los ungüentos antes de que tuviera lugar la corrosión[142].

En este punto hubiera sido interesante haberle preguntado a Carter ¿cuánto tiempo creería él suficiente desde su vertido hasta que tuviera lugar una corrosión química considerable? Porque aquí hay algo que no cuela.

Salvo algunas excepciones mínimas, bien documentadas, como la tumba de Djehutimose IV o la de nuestro propio faraón[143], con robos importantes pero – en conjunto – más bien superficiales, algunos egiptólogos – como el propio Carter – sospechan que las tumbas reales del Reino Nuevo, sobre todo las del Valle de los Reyes, debieron sobrevivir sin sufrir acusados desvalijamientos, al menos hasta el reinado de Ramses IX, en las inmediatas postrimerías de esa dinastía, en adelante: Durante varias generaciones, bajo los poderosos reyes de las Dinastías XVIII y XIX, las tumbas del Valle debieron de estar bastantes seguras[144]. Un poder regio centralizado en perfecta actividad, repercutiendo en una “administración de la Tebas Occidental” y una “policía necropolita” muy eficaz, mantendrían a los ladrones a raya en gran medida y con una seguridad tal, que los faraones de las Dinastías XIX y XX, muy confiados, no tuvieron el menor temor de no ocultar las decoradas entradas de sus sepulcros, que – con las puertas selladas, eso sí – permanecían a la vista y con paradero completamente localizado.

El saqueo a gran escala hubiera sido imposible sin la colaboración de los oficiales (funcionarios) responsables. En la Dinastía XX las cosas cambiaron. El trono estaba en débiles manos, un hecho del que las clases oficiales (funcionariales), como siempre estaban prontas a tomar ventaja. Los guardianes de los cementerios se volvieron relajados y poco escrupulosos y una orgía de profanaciones de tumbas parece haber dado comienzo. Este es un hecho del que tenemos pruebas de primera mano, ya que ha llegado a nosotros una serie de papiros sobre este asunto, fechados en el reinado de Ramses IX, con informes de investigaciones sobre acusaciones de robos de tumbas, así como relatos de los juicios de los criminales envueltos en ellos[145].

Como consecuencia de las denuncias de estos robos en la necrópolis tebana, en las que se decía que diez tumbas reales – además de otras privadas – habían sido saqueadas, el visir y nomarca de Tebas vigente, Khaemwaset, nombró una comisión de funcionarios para abrir e inspeccionar aquéllas y comprobar su estado (el informe quedó registrado en el Papiro Abbott[146]); los resultados de las investigaciones fueron: de las diez tumbas reales se encontró que una había sido profanada (la tumba-pirámide de Sekhemra-Shedtawi Sobekemsaf I) y se había realizado intentos en dos más[147].

Es realmente interesante y sorprendente comprobar como la tumba de un faraón de la XVII Dinastía y su ajuar funerario habían sobrevivido todavía, al menos hasta entonces. José Miguel Serrano Pérez dice: Se llegaron a realizar hasta dos visitas de inspección sistemática de las tumbas (Pap. Abbott), las cuales revelaron que aún la mayoría de las tumbas de los reyes[148] estaban intactas, [149]

Para entonces, año 16 del reinado de Ramses IX[150], aproximadamente en torno al 1115 a. de C., faraones como Iahmose I, Amenhotep I, Djehutimose I y Djehutimose II, por no hablar de faraones de la XVII Dinastía, llevarían ya cuatro siglos enterrados, con sus momias presunta y predominantemente intactas. ¿Pretende Carter decir que cuatro siglos no son tiempo suficiente – por muy lenta que fuese su combustión espontánea – como para que esos ungüentos, supuestamente tan dañinos, no se hubiesen activado ya, al menos en su fase inicial, como para carbonizar algo esas momias? ¿no podría haberse consumado el ciclo de una carbonización de esta naturaleza en cien años?. A mí me cuesta creerlo.


[141] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 195.196
[142] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 197.
[143] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 17.
[144] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 18.
[145] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 18.
[146] “Ancient records of Egypt” (Vol. IV) James Henry Breasted, pp. 509-535.
[147] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 19.
[148] Hasta la XVII Dinastía como muy atrás en el tiempo.
[149] «Textos para la Historia Antigua de Egipto» José Miguel Serrano Pérez, p. 188.
[150] «Textos para la Historia Antigua de Egipto» José Miguel Serrano Pérez, p. 186.

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