La naturaleza religiosa y química de las libaciones derramadas sobre la momia de Tutankhamon
Por Francisco Javier Gómez Torres
21 julio, 2005
Modificación: 29 mayo, 2020
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Sobre el deterioro de la momia

Dice R. Patridge: Él (Carter) habría sido bien consciente del buen estado de preservación de algunas de las momias reales descubiertas anteriormente. Había muchas razones, por consiguiente, para esperar que la momia de Tutankhamun probara ser la mejor preservada de todas, no habiendo sido perturbada por ladrones[78]. A pesar de las magníficas expectativas y esperanzas que tuvieron en un principio, de encontrar la momia real en perfectas condiciones, al hallarse a todas luces intacta, poco a poco empezaron a desilusionarse: Hasta este punto nuestro avance era satisfactorio. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de un hecho más bien preocupante. El segundo féretro que, por lo que se veía a través de la gasa parecía ser una obra de artesanía, presentaba síntomas evidentes del efecto de algún tipo de humedad y en algunos puntos, una tendencia de  las incrustaciones a caer. Debo admitir que fue algo desconcertante ya que sugería que había habido algún tipo de humedad antiguamente en el interior de los féretros. De ser así, el estado de conservación de la momia del rey sería menos satisfactorio de lo que habíamos esperado[79].
Desgraciadamente, ese fue el caso: Habíamos esperado encontrar la momia en mejores condiciones que la mayoría de las que han llegado a nuestras manos, ya que éstas habían sido arrancadas de sus sarcófagos por manos profanas en época dinástica. Sin embargo, nos guarda una desilusión, y aquí tenemos un ejemplo lamentable de la ironía que a menudo confronta la investigación[80].

Según Carter y su equipo, la causa del deterioro de la momia fue triple: la degradación de la materia grasa, produciendo ácidos grasos; la oxidación de la resina, generando una especie de lenta combustión espontánea, y subsiguientemente la carbonización del lino, tejidos y huesos; y la gran cantidad de ungüentos derramados tanto sobre el tercer féretro como sobre la momia, suficiente como para cementar solidamente todos los elementos entre sí[81]:… se había derramado alrededor de dos cubos de ungüentos líquidos sobre el féretro de oro y una cantidad parecida sobre el cuerpo que estaba dentro del mismo[82].

Alfred Lucas dice: En muchos ejemplos, especialmente con las momias más tardías, pero también en el caso de Tutankhamon, todo el cuerpo es muy negro y en algunos casos, y de nuevo en la de Tutankhamon, incluso los huesos son completamente negros, una condición que a menudo es atribuida al cuerpo que ha sido sumergido en betún, para lo cual no hay ni evidencia ni probabilidad, y, en mi opinión, como resultado de haber examinado muchas de estas momias, incluyendo la de Tutankhamon, el ennegrecimiento ha sido causado por una forma de lenta combustión espontánea de la materia orgánica de la porción de la carne que permaneció tras la desecación, y de la materia orgánica de los huesos, como resultado de lo cual se ha formado carbono y materia carbonosa libres[83]. Pero aquí no vincula esa “lenta combustión espontánea” con la oxidación de los ungüentos graso-resinosos (quizás se esté refiriendo más a la oxidación por oxigenación).

Y en otra parte dice también: No ha sido posible determinar la causa del color negro, ni si el material fue originalmente negro o ha llegado a ennegrecerse con el tiempo, pero una de las muestras, aunque generalmente negro y brillante y muy parecido a la pez, era en parte de color marrón intenso y en una esquina casi rojo rubí, y por consiguiente parecería posible para una resina, no originalmente negra, llegar a ennegrecerse. De los once muestras mencionadas, nueve contenían materia grasa, y ha sido previamente sugerido que posiblemente la presencia de ácidos grasos del cuerpo podría haber causado que algunas resinas llegasen a ennegrecerse. Otra posibilidad es que el color negro podría haber sido causado por el material que ha sido carbonizado durante el calentamiento, al cual fue probablemente sometido para volverlo suficientemente líquido como para permitir que fuese derramado sobre el cuerpo o dentro de las cavidades corporales, como pudo ser el caso[84].

Esta fue la primera solución de Carter: Puesto que sabíamos que este material adhesivo podía reblandecerse con calor, esperábamos que su exposición al sol del mediodía lo derretiría lo suficiente como para permitir sacar la momia. Así, pues, se hizo un intento durante varias horas, llegando a ser la temperatura al sol hasta de 65° C, sin éxito alguno y, al no disponer de otro método, se hizo evi­dente que tendríamos que hacer cualquier otro reconocimiento de los restos del rey dentro del féretro[85].

Carter registró en su diario: Colocada al sol durante unas pocas horas[86].

Partridge dice a propósito de esta fase: La exposición al calor del sol no consiguió reblandecer la resina y separar la máscara y el ataúd. Este proceso podría haber dañado la momia y la carbonización de los tejidos del cuerpo bien podría haber ocurrido en esta fase, antes de que el cuerpo fuese adecuadamente desenvuelto y no, como Carter sugirió, como resultado de los ungüentos líquidos derramados sobre la momia[87].

Bucaille dice lo mismo: La sustancia que pegaba todos estos elementos no fue inmediatamente reconocida – como se percibió más tarde – soluble en acetona, y Carter, deseoso de alcanzar el cadáver momificado, recurrió sin consideración al calor para separar las partes pegadas, exponiendo al sol la momia y los dos féretros más internos (sin tapas) que habían hecho sacar de la tumba. El 31 de oct. de 1925, aunque el conjunto fue llevado a la superficie con 65º C, el engrudo no se fundió: se puede estar seguro de que, haciendo esto, Carter dañó gravemente los tejidos momificados de los que se decía susceptibles de deshacerse bajo el efecto de variaciones térmicas[88]. La teoría es la misma, pero como Bucaille escribió esto último en 1988 y Partridge en 1994, es de suponer – aunque no lo diga en su cita – que este último autor leyó y se inspiró en la teoría de Bucaille. Éste ya dice que: Ahora es bien conocido el hecho de que el calor causa que los tejidos momificados revienten/se rompan[89].

Dice ahora Derry: Esto parece ser debido… a la descompo­sición de los ungüentos que generaron una alta temperatura, produciendo una especie de combustión espontánea que carbonizó los vendajes. Este fenómeno se ha observado a menudo y ha dado origen a la idea de que las momias así afectadas habían sido quemadas[90]. Pues bien, pudo ser que esa alta temperatura, achacada a esa extraña combustión espontánea derivada de la oxidación de los ungüentos, fuese de naturaleza heliocalorífica – siendo 65º C más que suficiente para cocer un huevo – generada por el mismo sol del mediodía al que fue expuesta la momia durante varias horas; unos tejidos tan antiguos como delicados, como lo eran ese lino y esos tejidos humanos momificados es imposible que quedaran indemnes tras esta actuación.

La momia de Tutan­khamon los recibió durante las prácticas de embalsamamiento[91] en cantidad demasiado grande: quemaron casi totalmente los tejidos y atacaron los huesos. Sólo fueron preservados por el oro que los protegía, el rostro cubierto por la máscara, las manos y los pies (en realidad, los dedos de ambos), provistos de dediles que recubrían más de dos falanges cada uno. Los vendajes más grandes que formaban la envoltura exterior estaban también impregnados[92]. Hay que recordar que Carter enfatiza que se evitaron cabeza y pies[93], lo cual debería corroborar que, a diferencia del tronco y miembros en los que sí se derramaron, la cabeza y los pies deberían haber quedado fuera del efecto de esa supuesta combustión espontánea y por tanto con una diferencia notable en la calidad de conservación con respecto al resto, que no pareció ser el caso, ni se destacó esta característica que hubiera sido digna de resaltar. Pero al parecer, no fueron la cabeza y los pies lo que mejor se halló por ser librados de las libaciones, sino cabeza y dedos por los protectores dorados: La cabeza y los dedos de manos y pies de la momia están ligeramente mejor preservados, ya que todos fueron encerrados en oro y, en consecuencia, no estuvieron en contacto directo con los ungüentos líquidos[94].

La cabeza y los pies se libraron de los ungüentos sagrados; además, la cabeza se hallaba protegida por la máscara funeraria ¿pudieron los dedos de las manos también estar en buen estado debido a la protección proporcionada por los dediles?

Entre una de las numerosas noticias actuales que nos han estado bombardeando con la reciente autopsia, se dice:

Egipto cree que el británico que descubrió en 1920 los restos Tutankamon destrozó la momia (LA VOZ DE GALICIA: 07/01/2005)

Según precisó Hawas en un comunicado tras el examen, «sólo la cabeza de la momia está en buen estado, ya que el resto del cuerpo se encuentra en muy malas condiciones debido a los intentos de Carter de remover la mascara de oro de la cara» del cadáver[95].

Pero en otras citas se dice: Hubo que sacar los últimos vendajes que cubrían la cara del rey con el máximo cuidado, ya que debido al estado de la cabeza, muy carbonizada, siempre había riesgo de dañar los delicados rasgos[96]. La piel de la cara… y estaba muy agrietada y quebradiza[97]. Las grietas y resquebrajaduras de la piel de la cabeza y cara, a que nos hemos referido, estaban aún más marcadas en el cuerpo y las extremidades[98]. En su informe anatómico personal, Derry dice también: La piel de la cara era… y muy agrietada y quebradiza[99]. (ver fotografías 5a-b y 5c-d). Consecuentemente, no es que la cabeza estuviera en buen estado, sino que – dentro de las pésimas condiciones – lo estaría algo mejor en comparación con el resto del cuerpo. El mal estado del rostro también rebatiría la teoría del deterioro por el material ungüentario, ya que – como hemos visto – se evitó en el derrame la cabeza de la momia, que, por otra parte, se hallaba provista por la máscara dorada contra el cual además la habría protegido.

Fotografías 5a-b. Cabeza decapitada de Tutankhamon (se puede observa perfectamente la piel muy agrietada) Fotografías 5a-b. Cabeza decapitada de Tutankhamon (se puede observa perfectamente la piel muy agrietada)
Fotografías 5a-b. Cabeza decapitada de Tutankhamon (se puede observa perfectamente la piel muy agrietada)

 

Fotografías 5c-d. Se puede observar la gran cantidad de tejido blando momificado perdido alrededor de las vértebras del cuello Fotografías 5c-d. Se puede observar la gran cantidad de tejido blando momificado perdido alrededor de las vértebras del cuello
Fotografías 5c-d. Se puede observar la gran cantidad de tejido blando momificado perdido alrededor de las vértebras del cuello

La propia Desroches-Noblecourt nos da en su libro (ilustraciones 39 y 40), la prueba de la imposibilidad material de sus aserciones, reproduciendo fotografías proveídas por Oxford, de guirnaldas de flores naturales halladas bajo las tapas de los féretros 2º y 3º, estos últimos en contacto con la misma momia. ¿Como habrían podido estos ungüentos, vertidos sobre ésta última, «carbonizar» los tejidos y «atacar» los huesos, mientras han dejado indemnes, tras 33 siglos de confinamiento en espacio cerrado, estas guirnaldas formadas de olivo, sauce, y loto azul debidamente identificados? Sería necesario haber perdido toda lógica para admitir tal contradicción[100].

Al final, la autora no solamente ha eliminado de su abundante iconografía, tomada de la colección de la Universidad de Oxford, toda documentación que establece la realidad del despedazamiento, sino que ella hace reproducir (ilustración 134 de su libro) la fotografía tomada de la cabeza de la momia, suprimiendo toda evidencia de la decapitación, desde la parte inferior del negativo hasta casi en su centro. Yo he dado en mi libro (ilustración 58), las pruebas de este sutil camuflaje[101]. (ver fotografías 6 y 7a-b). En el libro de Desroches-Noblecourt: No hay mención de su exposición al intenso calor (solar), ni de la división de la momia en tres secciones[102]. Ella dice: … La momia, muy deteriorada, fue cuidada/asistida/tratada, la palabra no es exagerada, por el Dr. Derry[103]. Todo esto es realmente muy intrigante ¿qué necesidad tendría madame Desroches-Noblecourt de encubrir estos hechos? ¿lo haría inconscientemente? de ningún modo. ¿Se llevaría esta anciana egiptóloga alguna intención secreta a su tumba? ¿por qué encubriría a Derry?. Ignoro cualquier dato contextual, por lo que no puedo hacer la más mínima especulación al respecto. Esta tangente no la voy a estudiar – perdería demasiado tiempo – aunque sería una interesante línea investigativa; de todas formas, nunca he visto vinculación alguna de ella con la historia del descubrimiento y, además, si nació en 1913, no estaría ni en la adolescencia por aquella década. Derry murió en 1961; quizás lo llegase a conocer y tratar. Es muy extraño, de todas formas, que teniendo acceso a la documentación de Oxford no sólo no se percatara de todo esto, sino que, además, pareciera ocultar aparente y sospechosamente a Derry en su libro, con esa frase «la palabra no es exagerada».

Fotografía 6. Foto de la pág. 201 de su libro (versión española de 1989, Ed. Destino), donde Carter eliminó toda evidencia de decapitación

Fotografía 6. Foto de la pág. 201 de su libro (versión española de 1989, Ed. Destino), donde Carter eliminó toda evidencia de decapitación.

Fotografía 7a. Ejemplar del registro fotográfico de H. Burton, no publicado

Fotografía 7a. Ejemplar del registro fotográfico de H. Burton, no publicado .

Fotografía 7b. Fig. 134 en

Estas mentiras expandidas sobre la momia son manifiestas: la masacre no sólo ha sido ocultada, sino que una narración engañosa de los acontecimientos – de los que la autora se vanagloria de haber hecho conocer en 20 días – está provisto para intentar guardar en secreto el odioso despedazamiento de la momia con fines de recuperar los 143 objetos preciosos hallados entre las vendas[104].

ya que es a la primera edición del libro de Madame Desroches-Noblecourt (Rainbird, Londres, 1963) que debemos el comienzo de la publicación de estas flagrantes mentiras a propósito de la momia[105]. Es importante destacar que el libro de Madame Desroches-Noblecourt sería el primero en publicarse tras el libro de Carter y ella avalaba la impecable actuación de los responsables.

Por otra parte, la edición americana del mismo libro de 1966, publicada por Doubleday de New York, indujo al profesor Hans Goedicke, célebre egiptólogo de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, a lanzar una advertencia muy grave a los lectores, en la revista ARCE[106] vol. V, 1966, p. 127 con duras críticas contra Desroches-Noblecourt:

No hay duda de que las afirmaciones de Madame Desroches-Noblecourt satisficieron el gusto del imaginario de un público desprovisto de espíritu crítico y que los egiptólogos deberán, durante los años siguientes, combatir las fantasías y las concepciones erróneas suscitadas en este libro. Si se pone una parte la cuenta rendida del descubrimiento que naturalmente reposa fuertemente sobre Carter, la autora de este análisis ha sentido la dificultad en su elección entre dos posiciones: o bien la obra es digna de ser una obra de ficción, al cual caso «Sinuhé el Egipcio» de Waltari es ciertamente un relato más cautivador, o bien es digno de ser un cuento convertido en científico, al cual caso se puede simplemente pedir dónde la autora a tomado su información. Comprometerse de manera crítica con todos los detalles significaría hacer de este libro un instrumento de valor para la enseñanza, pero el texto de acompañamiento es tal que se puede simplemente dar una advertencia contra su utilización.

Goedicke consideraba entonces que se necesitarían «años» para «combatir las concepciones erróneas suscitadas por este libro».

Bucaille alega y se corrobora con frecuencia con el material fotográfico de la Universidad de Oxford. Estas fotos irrefutables no deben ser tanto pruebas delatadoras pillándolos in fraganti despedazando la momia, sino aquellas fotos que se realizaron de las diferentes partes anatómicas amputadas, de las tenemos algunos ejemplos claros en “Todo Tutankamón” Nicholas Reeves, p. 113 donde se ve fotografiada sobre algodón dentro una tapa de cartón, la mano amputada con la siguiente leyenda del anterior autor: La mano ennegrecida de Tutankhamon, separada para fotografiarla, con los dediles de oro (nº 256 ll) y pesados anillos con sello (nº 256 bbb y 256 ccc)(ver fotografía 8), y en la p. 118, la cabeza decapitada por la base del cuello, en la que, en esta ocasión, no se ha eliminado esta última parte – como hizo Carter en su libro con esa misma foto (p. 201[107]) (ver fotografía 6) – que delata al conjunto amputado. La lámina XII del libro de Filce Leek muestra la parte superior del tronco sin cabeza[108]. R. Partridge nos da algunas pistas: Algunas de las fotos tomadas en ese tiempo y usadas en La Tumba de Tutankhamen por Carter y Mace, no muestran el daño hecho al cuerpo. Otras fotografías para los principales informes arqueológicos muestran claramente que el cuerpo fue desarticulado. Cabeza, miembros, manos y pies fueron completamente amputados en el proceso de extraerlo del féretro[109].

mano-tutankhamon

Fotografía 8. Mano amputada, mostrando los dediles y anillos dorados.

[78] «Faces of Pharaohs. Royal Mummies and Coffins from Ancient Thebes» Robert. B. Partridge, p. 129.
[79] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 173.
[80] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 197.
[81] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 195.
[82] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 184.
[83] “Ancient Egyptian Materials and Industries” Alfred Lucas, p. 297.
[84] “Ancient Egyptian Materials and Industries” Alfred Lucas, p. 322.
[85] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 184.
[86] “Extracts from Howard Carter’s diary” in “The Human Remains from the Tomb of Tutankhamun” Filce Leek, p. 5.
[87] «Faces of Pharaohs. Royal Mummies and Coffins from Ancient Thebes» Robert. B. Partridge, p. 131.
[88] «A propos de la momie de Toutankhamon» Maurice Bucaille en La Re­vue administrative 44, num. 243, 1988, p. 251.
[89] “5. The Camouflage of the Dismemberment of Tutankhamun’s Mummy and the Problem of the Curse of Tutankhamun” en “Mummies of the Pharaohs. Modern Medical Investigations” Dr. Maurice Bucaille, p. 37.
[90] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 324.
[91] Ya hemos visto que realmente fue durante los funerales.
[92] “Toutankhamon” Christianne Desroches-Noblecourt (1963), p. 222.
[93] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 181-183 y 195.
[94] «Faces of Pharaohs. Royal Mummies and Coffins from Ancient Thebes» Robert. B. Partridge, p. 131-132.
[95] http://www.lavozdegalicia.es/se_sociedad/noticia.jsp?CAT=105&TEXTO=3347532
[96] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 204.
[97] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 326.
[98] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, p. 327.
[99] “The Anatomical Report on the Royal Mummy” in “The Human Remains from the Tomb of Tutankhamun” Filce Leek, p. 14.
[100] «A propos de la momie de Toutankhamon» Maurice Bucaille en La Re­vue administrative 44, num. 243, 1988, p. 253.
[101] «A propos de la momie de Toutankhamon» Maurice Bucaille en La Re­vue administrative 44, num. 243, 1988, p. 253.
[102] “5. The Camouflage of the Dismemberment of Tutankhamun’s Mummy and the Problem of the Curse of Tutankhamun” en “Mummies of the Pharaohs. Modern Medical Investigations” Dr. Maurice Bucaille, p. 40.
[103] La palabra francesa usada es «soignée» en relación a la momia por parte de Derry, del verbo «soigner» = cuidar, asistir, prodigar cuidados, poner diligencia y atención en, cuidar (un trabajo), etc. exactamente todo lo que Derry no hizo. “Toutankhamon” Christianne Desroches-Noblecourt (1963), p. 76.
[104] «A propos de la momie de Toutankhamon» Maurice Bucaille en La Re­vue administrative 44, num. 243, 1988, p. 253.
[105] «A propos de la momie de Toutankhamon» Maurice Bucaille en La Re­vue administrative 44, num. 243, 1988, p. 254.
[106] AmericanResearchCenter in Egypt.
[107] “La tumba de Tutankhamon” Howard Carter, Ediciones Destino, Barcelona, 1989.
[108] “5. The Camouflage of the Dismemberment of Tutankhamun’s Mummy and the Problem of the Curse of Tutankhamun” en “Mummies of the Pharaohs. Modern Medical Investigations” Dr. Maurice Bucaille, p. 39.
[109] «Faces of Pharaohs. Royal Mummies and Coffins from Ancient Thebes» Robert. B. Partridge, p. 131.

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