La naturaleza religiosa y química de las libaciones derramadas sobre la momia de Tutankhamon
Por Francisco Javier Gómez Torres
21 julio, 2005
Modificación: 29 mayo, 2020
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Resolución final

Como un respeto honorable para con el rey, Carter et al. decidieron que la momia descuartizada de Tutankhamon continuase descansando en su tumba, una respetuosa consideración que, sin embargo, no tuvieron con sus restos mortales. Si este encomiable gesto hubiese sido relegado, no obstante, en pro de las antiguas creencias funerarias de conservar el cuerpo y mantenerlo así ad eternum, llevándolo al Museo de El Cairo con las demás, donde hubiese tenido un buen mantenimiento (bueno, por entonces, al menos algo mejor que en su tumba), quizás el ka del rey nos lo hubiera agradecido más. Partridge ya dice: Es irónico que la causa de este deterioro pueda haber sido la decisión de dejar el cuerpo en la tumba en condiciones lejos de ser las ideales.[151]

El final lo dejo en palabras de Bucaille y a propósito de la maldición: Para acabar con las acciones de mi conferido Derry, decir que murió en 1961 a la edad de 87 años, o sea más de 35 años después del despedazamiento. Éste es el mejor argumento, yo creo, contra los relatos novelados de la maldición de Toutankhamon: si esta última hubiese existido, es realmente Derry, el masacrador de los restos mortales, a quien debería haber alcanzado sin dejarle una supervivencia tan larga. Resume así el infeliz destino de la momia: Treinta y seis siglos de reposo, una semana de despedazamiento, un cuarto de siglo de falaces relatos[152].


[151] «Faces of Pharaohs. Royal Mummies and Coffins from Ancient Thebes» Robert. B. Partridge, p. 133.
[152] «A propos de la momie de Toutankhamon» Maurice Bucaille en La Re­vue administrative 44, num. 243, 1988, p. 253.

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