Vestidos en épocas posteriores
Las representaciones de vestiduras en época ptolemaica y tardía nos muestran una vestidura que es una copia de las anteriores, aunque nos cabe la duda de que esto pudiera ser solo de «cara a la galeria» para las representaciones murales.
Lo cierto es que los faraones y reinas de esta época se hacían representar en las paredes y estatuas como egipcios clásicos. Pero a veces parecían estar disfrazados de algo que ya no era su modo habitual de vestir. A pesar de que hemos visto tantas veces representada a la famosa Cleopatra VII como ejemplo de la mujer egipcia, la verdad es que el atuendo habitual de Cleopatra debía ser más bien como dictaba la moda griega, es decir con clámide. Y solo para hacerse representar en los monumentos debió usar prendas egipcias.
No obstante tenemos magníficos ejemplos de vestidos de época tardía como el que luce la reina Karomama.
Vestiduras especiales
Además de los vestidos utilizados por todo el mundo, había otras prendas que también hemos de reflejar aquí. Se trata de los corseletes o cotas de malla que usaban los faraones en combate. Todos hemos visto en los museos alguno de estos corseletes hechos de pequeñas placas metálicas colocadas como escamas de pescado. Eran la prenda que los faraones o los militares de alto rango utilizaban para las batallas. Es frecuente ver a los faraones de pie en sus carros luciendo una de estas cotas de malla en las representaciones murales de las batallas. Esta prenda se ve sobre todo en el Reino Nuevo. Entre los hallazgos de la tumba de Tutankhamon hay un ejemplar bastante bien conservado de uno de estos corseletes.
También una vestidura especial podemos considerar a los taparrabos de cuero que utilizaban los soldados. Los soldados llevaban como ropa interior el clásico taparrabos triangular utilizado por todo el mundo, pero encima del pico de tela llevaban una curiosa prenda de cuero, mejor dicho de tiras de cuero. Estas prendas no se metían entre las piernas, sino se superponían por la parte trasera sobre los glúteos y riñones y se ataba delante, aunque también los hay que se ataban a ambos muslos. Tenían, por lo tanto una forma algo curiosa. Más o menos rectangular con tiras en los cuatro ángulos.
Estaban hechos de una pieza de cuero con incisiones que hacían que al estirarse quedaran como una red, o como un trenzado. Estas prendas debían ser para preservar los tejidos en las batallas y para protección del cuerpo al sentarse en el suelo. Sólo lo usaron los soldados y algunos trabajadores de oficios especialmente duros.
Chales, bandas y mantos
Tenemos que distinguir muy bien lo que es un chal y lo que es una banda ornamental. En el AE si que hubo chales, pero no todo lo que llaman chales lo son. Es producto de una traducción poco cuidadosa del inglés donde el término se presta a confusión. Llamamos chales a las piezas de tela rectangulares y de la anchura necesaria para poder ser usada como abrigo sobre los hombros, o bien envolviendo glúteos y caderas con fines ornamentales o ceñidores. El ejemplo más claro de chal que todos tenemos en la mente es el que llevaba la imagen del dios Anubis en la tumba de Tutankhamon. Estos chales podían ser lisos, o bien plisados. Normalmente se colocaban sobre los hombros y se ataban delante bajo el pecho. Eran prendas utilizadas igualmente por hombres y por mujeres.
En cuanto a las bandas, o fajines jugaron un importante papel en la moda egipcia. Se trataba de unas tiras de tela de un ancho máximo de 20 cm. Aunque muy largas. En el Museo de Leiden hay un ejemplar que tiene 3 m. de largo. Estas tiras de tela tenían la función de sujetar las faldas y faldellines, o bien se usaban como ceñidores en los vestidos complejos o sobre las túnicas-saco.
La clase trabajadora utilizaba cualquier trozo de tela disponible para ceñír sus vestiduras, incluso a veces ataban estas bandas en la espalda con el fin de que los extremos no les incomodasen en sus trabajos. Esto en cuanto al uso práctico de bandas.
Ahora bien, también había fajines más ricos, adornados con flecos, con bordados, de colores, que tenían una función más especifica. Además de sujetar las ropas, eran un adorno. Pensemos si no en los ceñidores que luce la reina Nefertari en sus atuendos. O en el artístico modo de anudarlo hasta tres veces que podemos ver en las ropas del principe Amonhirkhopeshef.
Estos fajines más elaborados tenían dobladillo en uno de los lados largos, y en el otro la orilla viva del tejido.
Las bandas, como ya hemos dicho podían constituir el precursor del sujetador femenino, como vemos en los vestidos de las bailarinas.
Y pasemos a los mantos. Les llamamos mantos para no confundirnos con las túnicas, que sí llevarían algo de confección. Los mantos eran simples piezas cuadradas o rectangulares, normalmente largas hasta los pies, que tenían la función de abrigar. No llegamos muy bien a saber si esto eran prendas de vestir, o si eran ropa de cama utilizada para abrigar. El hecho cierto es que suponemos que en épocas frías se abrigaban con uno de estos mantos, que solían anudar en un hombro. La diferencia en la forma de usar los mantos parece ser que estriba solamente en la postura de la figura representada. Mientras que si esta sentado lo lleva solo superpuesto y cruzado por delante del pecho, si la figura está de pie con conduciendo un carro, lo lleva anudado en un hombro, o bien volando detrás de la espalda como si fuera una capa. Estos mantos se utilizaron desde el Reino Antiguo, y sobre todo los faraones lo usan en los rituales de la fiesta sed, en los que aparecen totalmente envueltos en pesados mantos.
Sandalias
El calzado, en cambio, fue un aspecto del vestuario al que apenas se dio importancia, más que en ceremonias rituales. Los reyes y nobles usaban sandalias, aunque el pueblo llano iba descalzo. Es frecuente ver representados a dignatarios egipcios descalzos, con un sirviente detrás portando sus sandalias. Solamente las usaban en los actos oficiales, ya que eran prueba de posición social. Estaba mal visto llevar las sandalias puestas ante un superior.
Las sandalias estaban formadas por una simple suela de fibra de papiro o cuero trenzado y una tira que pasaba entre el dedo pulgar y el segundo del pie hasta una especie de pulsera en el empeine. A veces tenían la punta levantada.
Se hicieron sandalias de oro para los faraones, pero no parece probable que pudieran calzarse con ellas. También tradicionalmente, en las sandalias más rituales, solían pintar a algún enemigo de Egipto, un Nubio o un asiático, con las manos atadas a la espalda, o bien representar a los Nueve Arcos, los nueve enemigos ancestrales de Egipto. Esto era un modo muy gráfico de demostrar que el faraón «pisaba» a sus enemigos.
En el Período Tardío se ataban a los tobillos de modo más parecido a las caligae romanas
Tocados
Hemos escogido deliberadamente el término tocado para designar los complementos que los egipcios utilizaban en la cabeza. Este término evita la confusión con coronas, diademas y otros objetos de uso simbólico que solo fueron utilizados por la realeza o el clero. Dividiremos los tocados en Gorros y Paños de Cabeza
Gorros
Genéricamente denominaremos gorros a las prendas sin ningún tipo de borde o ala. La prenda a la que nos estamos refiriendo sería la que cubre la mayor parte de la cabeza, y no a la que cubre solo la parte trasera o de la coronilla, como puedan ser los solideos usados por los hebreos o los sacerdotes cristianos. Más bien estaríamos hablando de un gorro parecido a lo que se lleva para el frío.
Muy pocos ejemplos de estos gorros han llegado a nuestros días, en parte porque no queda totalmente claro que sean gorros y no se los consideraba tales. Por ejemplo, entre las cosas de Tutankhamon se encontraron algunos objetos catalogados como «gorros», aunque resulta incierto si lo eran o no. También se encontró un solideo de cuentas que apareció en una caja con la inscripción ·especialmente fabricado para la cabeza del rey». Hay una intrigante descripcion de Carter acerca de este solideo.
«Debajo del paño de cabeza real había sucesivas capas de vendas cubriendo un solideo de lino real, que se ajustaba perfectamente al cráneo rasurado del rey, y estaba bordado con un elaborado dibujo de ureos en diminutas cuentas de oro y fayenza. El gorro se mantenía en su lugar gracias a una banda de oro a la altura de las sienes….Cada ureus del dibujo muestra en su centro el cartucho de Aton. La tela del gorro desgraciadamente estaba muy carbonizada y deteriorada, pero el diseño de cuentas no había sufrido tanto y estaba prácticamente perfecto, ya que estaba adherido al cráneo del rey».
Es decir, además de que han llegado a nosotros muy pocos ejemplos de estos gorros, no siempre se los reconoció como tales, y especialmente los de pedrerías han sido frecuentemente catalogados como «Bolsas de Cuentas». Por lo tanto los unicos que han llegado a nosotros son los de la realeza, y esto nos ilustra poco sobre el uso o fabricación de los gorros para la clase trabajadora.
Siempre se encuentran dificultades para saber si un determinado personaje lleva o no gorro, o si lleva peluca o es su verdadero cabello, ya que los dibujos son muy lineales y esquemáticos. Los gorros en particular se ajustan tanto al cráneo que solo si asoma algún mechón de pelo podemos asegurar que es gorro y no el cráneo rasurado. Aunque en muchas escenas de vida cotidiana, vemos a personajes con el cráneo amarillo. En estos casos es improbable que sea el pelo, ya que no era nada frecuente que hubiera personas rubias en el Valle del Nilo. Deducimos, por tanto que este cráneo amarillo no era más que uno de estos gorros.
Según algunas representaciones cabría deducir que el uso de gorros estaba muy extendido entre las clases bajas, y que lo utilizaban para proteger sus pelucas del polvo o la suciedad, o su cráneo rasurado del sol.