El teñido
Utilizaban tintes naturales:
Rojo
- Alkanna tinctoria (raices)
- Rubia tinctorum
- Rubia peregrina
- Hembra del Coccus ilicis (cochinilla)
Azul
- Isatis tinctoria
- Indigofera tinctoria
Amarillo
- Carthanus tinctorius
Verde
- Mezcla de amarillo y azul
Púrpura
- Mezcla de rojo y azul
Ocre
- Mezcla de rojo y amarillo
Para teñir los tejidos, saturaban la tela en un agente fijador, o mordente (cal apagada o alumbre) y luego la sumergían en el tinte hirviendo. Este proceso hacía que el teñido fuera duradero y no desapareciera con el lavado. EL proceso actual de teñido es más o menos el mismo.
No tejían mezclando hilos teñidos de diferentes colores hasta la llegada del telar vertical en el Reino Nuevo. Aún así, sólo la realeza y las representaciones de diosas llevaban vestidos que combinasen colores. En éstas pintaban o esculpían el vestido liso y luego el dibujo como superposición. Nunca estamparon las telas. De hecho no han sobrevivido tejidos teñidos, no se sabe si porque no lo enterraban en las tumbas por considerarlo demasiado costoso, y preferían seguirlo utilizando, o que quizás los tintes se desvanecieran con el paso de los siglos.
Un ajuar normal implicaría unos 20 m. de tela para un hombre y algo menos para una mujer. Por lo tanto las telas eran un material muy apreciado que servían de dote, medio de pago, o recompensa, e incluso cuando había una disputa conyugal, en ocasiones el marido era condenado a regalar a su mujer determinada cantidad de tela.
Lavado, planchado y plisado
El sistema de lavado era el que debió usarse hasta tiempos relativamente recientes. Es decir: se mojaba la ropa y se golpeaba con unos palos dentro del agua. La frotaban con carbonato o bicarbonato sódico para blanquearla.
El escurrido se hacía retorciendo la prenda arrollada a un poste vertical hundido en la tierra, a veces ayudados por otra madera para hacer más fuerza y retorcer la tela más fácilmente.
Se lavaban las prendas con frecuencia, sobre todo las interiores. El lavado no se hacía en casa, y en Deir-el-Medina se han encontrado listas de lavandería, en las que se relacionan las prendas que se entregaban al lavandero. En ropas de las D.XII se han encontrado marcas que las señalan como pertenecientes al templo de Mentuhotep. En estas listas se especifican las prendas, hasta las más pequeñas, como bandas, pañuelos, paños e incluso algo que ellos denominaban literalmente «bandas de las traseras» y que suponemos que eran algo parecido a compresas. Hemos dicho que había lavanderos, hombres, lo cual no deja de ser chocante. Anécdota: En la Sátira de los oficios se dice de ellos:
El lavandero lava en la orilla, con el cocodrilo como vecino. ‘Padre, sal de la corriente de agua’, dicen su hijo y su hija. No es un trabajo que satisfaga…Su alimento está mezclado con la suciedad. No hay parte suya limpia, mientras se coloca a sí mismo entre las faldas de una mujer en menstruación. Llora, pasando el día en la pala y la piedra. Se le dice: ‘Ropas sucias para tí’.
Como contrapunto a estos inconvenientes que el escriba expone a su hijo, el enamorado ve las cosas de otro modo en esta canción de amor:
Ojalá yo fuera el lavandero de mi amada, aunque fuera solo un mes. Disfrutaría mi trabajo de lavar las prendas que han tocado su cuerpo. Sería yo el hombre que lavase el ungüento que queda en su paño de cabeza. Trabajaría hasta la extenuación entre sus vestidos.
El plisado de los vestidos se conseguía estirando el tejido aún húmedo sobre una tabla con estrías, de las que sólo se conserva un ejemplar en el M. Británico. Al secarse la tela, quedaban marcadas las líneas. Luego, con las manos obligaban a los pliegues a quedarse en su sitio. Después cosían estas líneas para fijarlos. Luego los «planchaban» con piedras. No sabemos si por simple peso de éstas, o si las calentaban de alguna manera, o incluso al sol, para acelerar el proceso. Como los pliegues estaban cosidos, no necesitaban repetir el proceso de la tabla al lavar la prenda. Solo debían «plancharlos».
Zurcido
También han aparecido evidencias de que algunas prendas fueron zurcidas. Se cree que remendaban las de tejido más fino, o confección más valiosa, con bordados, o colores. El zurcido se hacía reparando los hilos de trama o urdimbre que estuvieran dañados o desaparecidos, como si se tejiera de nuevo. Para ésto empleaban agujas con hilo enhebrado como en la actualidad. Los alfileres podían se de metal, aunque los más frecuentes eran de espinas vegetales, que guardaban en alfileteros de huesos de ave huecos. También se han encontrado «dedales» de piedra para proteger de pinchazos el dedo medio.
Los vestidos
No ha sido tarea fácil para los egiptólogos rescatar «vestidos» propiamente dichos, ya que lo que normalmente se encuentra en los yacimientos son fragmentos de los mismos, de los que hay miles por todos los museos del mundo clasificados como «tela egipcia». Las telas encontradas tampoco aclaran demasiado si eran para anudar al cuerpo como prendas de vestir, o si eran ropa de cama. Solo el análisis de las marcas de uso o manchas puede resolver algo
Ante todo cabría decir que los vestidos que han sobrevivido físicamente pertenecían a dueños de tumbas y de ajuar funerario, es decir, a personas acomodadas, por lo que en lo que se refiere a sirvientes u obreros de cualquier tipo, debemos tomar como referencia las representaciones parietales o las esculturas. Por otro lado, la moda que se representa en las pinturas de las paredes podría llamarse «moda real» o bien «moda divina» ya que son reyes o dioses los que la lucen. Por lo tanto siempre tenemos la sensación de ver a personajes vestidos «de domingo» En cambio para las clases bajas, la moda varió muy poco entre las diferentes épocas de la historia de Egipto.
Afortunadamente han aparecido tumbas bien provistas de telas y ropas. Lo que no sabemos es cuales fueron de uso normal y cuales diseñadas solo para uso funerario como parte del ajuar.
Otro problema con el que nos encontramos para reconocer los vestidos es la idealización a la que tendían los artistas. No perdamos de vista que cuando un artista resaltaba una característica de una prenda, incluso sacrificando el aspecto que «debía» tener, era porque así lo deseaba, como por ejemplo un taparrabos o un vestido abierto. Esto no significaba que siempre estuviese abierto, sino que era una manera de mostrar como era la prenda. Es decir, su deseo era mostrar la realidad, resaltando las características importantes, sin concesiones a la perspectiva
Hay más dificultades para el estudio de la ropa en el AE, como son por ejemplo la imposibilidad de averiguar el color que tenían las prendas, ya que la mayoría han llegado extremadamente dañadas. Y a veces en las representaciones nos encontramos con dibujos lineales y esquemáticos sin policromía. La textura tampoco puede apreciarse por la representación parietal.
Podemos dividir las prendas egipcias en dos grandes grupos: Las prendas que simplemente se arrollaban al cuerpo como un pareo, y las prendas cortadas por patrón y cosidas.
En el primer grupo entrarían vestidos arcaicos, faldellines, faldas, mantos y chales.
Al segundo grupo pertenecerían los vestidos funda, las túnicas saco, las camisas y los taparrabos.
Capitulo aparte merecerían la ropa para los soldados, las pieles de felino para los sacerdotes, y las prendas usadas por las bailarinas y prostitutas. En cuanto a la ropa de niños, nada podemos decir puesto que iban desnudos hasta alcanzar la pubertad.