La Egiptología de rebajas (II)
Por Víctor Rivas
Creación: 22 febrero, 2007
Modificación: 3 noviembre, 2020
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Hoy en día, cualquiera puede “montar” una institución egiptológica y ofrecer cursos o autoproclamarse profesor y la ley pasará de puntillas ante ellos, y todo esto no es más que un caldo de cultivo más que adecuado para la mencionada egiptología de rebajas, o lo que es peor, la oferta de cursos por personal docente no cualificado, que ni siquiera es docente ni está preparado para serlo.

Me impresiona la manera en que intentamos rebajar los costes de nuestra economía familiar, y sin embargo, no reparamos en pagar por una formación inadecuada, en donde no nos hemos preocupado por saber si quienes impartirán esas clases están capacitados para hacerlo, o como mínimo, esa formación que recibiremos tiene algún aval que no sea meramente decorativo. Luego nos conformamos con un “papel” que dice que hemos realizado un curso de unas cuantas horas, sin preguntarnos que significa exactamente ese “papel”, que valor tiene y para qué nos servirá, y felices y contentos nos vamos a nuestra casa y lo ponemos en un marco, y yo me pregunto, ¿aparte de mera decoración, para qué sirve un título que no está avalado por nadie?, ¿hasta este punto de despreocupación hemos llegado? ¿por qué reclamamos que la Egiptología se imparta en las universidades, si nos da lo mismo quien nos de las clases?

Una vez más hay que reclamar un poco de atención, y apurando un poco el proceso, exigirla, porque al final todos sufrimos las consecuencias. No se trata simplemente de exigir a los conductores de nuestro aprendizaje unos títulos pomposos y un tanto dudosos que favorezcan la ostentación, puesto que, muchos de esos títulos se obtienen simplemente tras el pago de una cuota anual y no garantizan, ni aseguran, ni respaldan su formación docente ni sus conocimientos egiptológicos, debemos ir más allá y exigir las mismas garantías que exigiríamos por cualquier otro servicio de pago.

Afortunadamente, existen verdaderos profesionales de la Egiptología, que ya por ser egiptólogos, doctores o por haberse ganado una merecida reputación en su carrera profesional, están dispuestos a ofrecer sus conocimientos y aún sin necesitarlo, lo hacen bajo el aval de alguna institución seria, porque no nos engañemos, al final de lo que se trata es de eso, de tener la seguridad de que el tiempo y el dinero que invertimos en formarnos nos valga para aprender y no para suponer que lo aprendido es correcto.

Como casi siempre, los usuarios de los servicios que tenemos a nuestra disposición, somos los que tenemos que saber elegir, nadie nos obliga a quedarnos con lo primero que nos ofrecen, y si esta laguna legal existente está siendo utilizada por personal no formado en Egiptología, es por nuestra culpa y solamente por nuestra culpa, pues somos nosotros quienes acudimos, si no lo hiciéramos este personal no cualificado no existiría.

Después de todo esto, lo que nos espera puede ser cualquier cosa, y sin quererlo estamos rebajando el nivel de la egiptología a unos mínimos impensables, y a mi personalmente me duele esta involución, pues como apuntaba anteriormente, terminaremos por ver como se regalan vales para el súper a quien se apunte a una clase de egiptología, ¿es éste realmente el nivel egiptológico que deseamos para nuestro país?.

Me he pasado años escuchando quejas y lamentos de personas anónimas y compañeros apesadumbrados, por no poder acudir a un lugar donde estudiar Egiptología con ciertas garantías de seriedad. Por aquel entonces el mayor peligro lo podíamos encontrar, es la posibilidad de que nuestro desconocimiento en la materia, nos hiciera dirigir nuestros pasos a centros esotéricos o sectarios. Hoy en día este peligro sigue existiendo, pero a éste, se le han sumado otros peligros que adoptan la silueta de formación docente disfrazada de realidad, y si bien los centros esotéricos o sectarios al final se logran detectar con más o menos prontitud, los centros disfrazados de una rigurosidad inexistente, solo se pueden detectar si previamente nos informamos sobre el centro o personas que lo dirigen y realizamos cierto esfuerzo de contraste informativo, y aún así, en algunos casos sólo podremos llegar a una detección fehaciente, una vez estemos dentro y pagadas las cuotas correspondientes.

El estudio de cualquier materia especialmente la Egiptología no es fácil y llegar a ser egiptólogo requiere de muchos esfuerzos, de la misma manera que no es sencillo llegar a ser médico, matemático o químico, por este motivo difícilmente veremos a un médico ejerciendo de matemático o a un arquitecto ejerciendo de economista, por tanto, si todo esto es tan evidente, ¿porqué no aplicamos los mismos principios a quienes deben ser tutores de nuestra formación egiptológica?. Realmente desconozco el motivo, pero la realidad que nos envuelve apunta maneras ciertamente preocupantes ante nuestra falta de interés, y la verdad es que nadie puede sentirse engañado, defraudado o manipulado, porque estamos obviando uno de los principales derechos que nos asisten; nuestro derecho a exigir calidad, rigurosidad y veracidad, algo que como es el lógico, sólo podrán ofrecer aquellos profesionales que se han preparado durante años.

Hoy en día se habla mucho de la tele-basura y de su nefasta influencia sobre las personas, pero los índices de audiencia demuestran que los programas basura son los más vistos, posiblemente a algunos les guste la “egiptología-basura” y por ello, como nos da lo mismo, no nos preocupamos por apartarla de nuestro camino y convivimos con ella.

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