La colección egipcia del Museo Británico de Londres
Por Rosa Pujol
11 enero, 2007
Modificación: 23 mayo, 2020
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Historia del Museo

Los orígenes del Museo Británico se sitúan en las colecciones del eminente médico y naturalista Sir Hans Sloane (1660 – 1753). Sir Sloane cedió su museo de 80.000 objetos, su herbario y su biblioteca al rey George II, para el pueblo británico, a cambio de la suma de 20.000 libras para sus hijas. Mediante el acta del Museo Británico de 1753, el Parlamento instituyó una colecta de fondos para el museo por medio de una lotería pública. El 15 de enero de 1759, el Museo Británico abrió sus puertas al público. El museo ha permanecido abierto desde entonces, con la excepción de las dos guerras mundiales, durante las cuales se evacuó parte de la colección. Sus horarios de apertura se han ampliado progresivamente y el número de visitantes ha pasado de unos 5.000 al año, a más de cinco millones en la actualidad.

Desde sus inicios, el Museo Británico fue una institución novedosa: gobernada por un patronato responsable frente al Parlamento, con colecciones que pertenecen a la nación y con admisión libre y gratuita para todos. El acta fundacional indicaba que se debía facilitar la entrada a la institución a «toda persona estudiosa y curiosa», y, durante toda su historia, el museo ha combinado el disfrute del público con el estudio y la pedagogía. Desde su apertura, el museo ofreció una sala de lectura que proporcionaba acceso a la biblioteca, y se contrató a estudiosos para que se ocuparan del cuidado y la catalogación de las colecciones. La primera «sala para estudiantes», la dedicada a los grabados y dibujos, abrió sus puertas en 1808.

La colección fundacional constaba esencialmente de libros, manuscritos y objetos relativos a la historia natural, con algunas antigüedades (monedas, medallas, grabados y dibujos), y etnografía. El museo se ubicó inicialmente en una mansión del siglo XVII, que pronto se quedó pequeña como resultado de la rápida expansión de las colecciones. En 1823 la donación por Jorge IV a la nación de la importante biblioteca de su padre (la King’s Library), constituyó el catalizador para la construcción del actual edificio neoclásico, diseñado por Sir Robert Smirke. La primera fase quedó prácticamente completa en 1852, seguida en 1857 por la sala de lectura circular, erigida en el patio central diseñado por Smirke.

El siglo XIX fue una época de expansión popular para el museo, que atrajo a numerosos visitantes de toda edad y condición, especialmente en días festivos. Si bien el trabajo científico del museo prosiguió durante este período, con la publicación de una magnífica serie de catálogos, muchos conservadores se interesaron en hacer el museo más atractivo para el público, impartiendo conferencias y mejorando las exposiciones. La primera Sinopsis (guía) popular de las colecciones se publicó en 1808.

El museo participó intensamente en excavaciones en el extranjero. Sus colecciones asirias constituyeron la base del desciframiento de la escritura cuneiforme, del mismo modo que la adquisición de la Piedra de Rosetta había resultado en la comprensión de la escritura jeroglífica.
En la década de 1880, las colecciones del museo de historia natural se trasladaron a un nuevo edificio en South Kensington, donde formarían, más adelante, el Museo de Historia Natural.

Durante el siglo XX, en especial en su segunda mitad, los servicios públicos experimentaron una enorme expansión. La primera guía básica del museo se publicó en 1903; en 1912 se introdujo el primer punto de venta; en 1911 se contrató al primer guía conferenciante; en 1964 se contrató un diseñador de exposiciones a tiempo completo, a lo que siguió un activo programa de renovación de las galerías. En 1970 se instituyó un servicio pedagógico, y en 1973 se fundó la editorial del museo.

Las galerías del rey Eduardo VII, inauguradas formalmente en 1914, la galería Duveen (1939 y 1962) y la nueva ala (1978) ofrecieron nuevas instalaciones públicas, oficinas, áreas de exposición y espacio de almacenaje para la biblioteca. Sin embargo, esto no fue suficiente para resolver el problema de falta de espacio del museo, por lo que siguieron realizándose propuestas para la transferencia de colecciones. En 1973, la biblioteca pasó a formar una institución independiente: la Biblioteca Británica, que en 1998 se trasladó a su propio edificio en St. Pancras.

El Gran Atrio de la reina Isabel II, que abrió sus puertas en diciembre de 2000, se creó en parte del espacio liberado por la transferencia de la Biblioteca Británica. En su centro se encuentra la Sala de Lectura, restaurada. En la actualidad, el museo centra sus esfuerzos en los proyectos para la conmemoración de su CCL aniversario, que se celebrará en 2003, entre los que se cuentan la nueva galería Wellcome (sala 24) y la renovación de la Biblioteca Real (sala 1).

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