Hasta el 22 de enero de 2017 en el Musée Départamental de Arlés se puede disfrutar de una magnífica exposición dedicada a la sabiduría y al poder en la época de Ramsés II, aunque su mayor atractivo y singularidad es que se adentra en la figura de Jaemuaset, hijo de Ramés II y de la reina Isisnofret, segunda esposa del soberano. Un príncipe que fue, en diversos aspectos, muy excepcional.
Sin lugar a dudas Jaemuaset destaca entre los muchos hijos de Ramsés II por ser habitualmente considerado como el primer arqueólogo o egiptólogo en Egipto, debido a las tareas de identificación, recuperación y restauración que emprendió en monumentos funerarios de antiguos reyes enterrados en la necrópolis de Menfis. En los tiempos de Ramsés II obras como la pirámide de Unas, Zoser, o Userkaf, que ya eran milenarias, fueron rehabilitadas y entre los numerosos hijos del monarca fue Jaemuaset a quien se responsabilizó de estos trabajos. De modo que por orden de su padre Jaemuaset hizo excavar y restaurar construcciones del Imperio Antiguo, aprendiendo y admirando las destreza de los trabajos levantados por los antepasados, y dejando inscripciones que han pasado a la posteridad y que dan testimonio de sus actividades. Posiblemente la actuación promovida por Jaemuaset en aquel momento, cuando algunas construcciones ya amenazaban ruina, favoreció su preservación y posiblemente fueron determinantes en el hecho que a día de hoy aún podamos disfrutar de ellas.
No obstante, entre las diversas tareas de Jaemuaset como príncipe de Egipto, también fue relevante su papel como diplomático y como encargado de anunciar los jubileos de su padre Ramsés por todo el país. A ello sumar su dedicación como sacerdote de Ptah en Menfis y, quizá, ya en un plano más personal, llama la atención su predilección por promover el culto al toro Apis. Todo ello implica que las huellas de su existencia y de sus actos se puedan rastrear en muchos lugares de Egipto, aunque sea la zona de Menfis donde la presencia de Jaemuaset se torna más intensa.
La muestra en Arlés permite una panorámica completa por la intensa biografía de Jaemuaset, la que mejor se conoce entre los hijos de Ramsés, y, a la vez, plantea un recorrido diferente por el reinado y época de Ramsés II, utilizando para ello 140 antigüedades de primer orden cedidas para la ocasión por la colección egipcia del parisino Musée du Louvre, el Musée d’art et d’histoire de Ginebra, el Musée d’Archéologie Méditerranéenne de Marsella, la Bibliothèque nationale de Francia, el Kunsthistorisches Museum de Viena, el British Museum en Londres y el Petrie Museum of Egyptian Archaeology. De modo que la exposición ofrece a sus visitantes la oportunidad única de ver reunidas, y de un modo atractivo, algunas de las antigüedades más emblemáticas sobre el personaje de Jaemuaset conservadas en museos europeos.
Además de las selectas antigüedades, la exposición se acompaña de magníficas reconstrucciones dibujadas por Jean-Claude Golvin, que permiten visualizar durante todo el recorrido el esplendor que tenían en la época faraónica localidades como Tebas, las diversas áreas de la necrópolis menfita, Pi-Ramsés…etc. A ello sumar el contenido aportado por un vídeo narrado por Alain Charron (comisario científico de la exposición) y explicaciones en audioguía que pueden adaptarse en su discurso para público adulto o infantil. También existen un amplio abanico de actividades: visitas guiadas especializadas, un completo ciclo de conferencias impartidas por destacados especialistas, proyecciones cinematográficas, talleres infantiles… Y como complemento hay que tener en cuenta el sensacional catálogo de la exposición, una publicación muy completa, bajo la dirección de Alain Charron y Christophe Barbotin, que se augura como futura referencia ineludible en la bibliografía especializada en Jaemuaset.
Recorrido por la muestra:
La exposición en Arlés se inicia con una presentación de cómo era Egipto de la época de Ramsés II, mostrando la geografía y localización de las principales localidades de la época y la cronología del reinado, complementándose con las sensacionales reconstrucciones dibujadas por por Jean-Claude Golvin. Sin embargo, en este primer ámbito de la exposición destaca sobremanera una gran escultura de Ramsés II que, hierático y entronizado, se convierte en la primera antigüedad de la que puede disfrutar el visitante, ofreciendo una bienvenida tan solemne como sugestiva. Una obra ciertamente impresionante, de casi dos metros de altura, cedida para la muestra en Arlés por el Musée d’art et d’histoire de Ginebra.
Tras esta introducción la muestra adentra al visitante específicamente ya en la figura de Jaemuaset, presentando sus distintas facetas como príncipe de Egipto hijo de Ramsés y de la reina Isisnofret. Se tratan los temas del heroísmo en batalla, sus viajes anunciando las festividades jubilares de su padre, los monumentos en los que realizó reparaciones, su transformación en heredero al trono y, muy especialmente, se destaca la faceta de Jaemuaset como sacerdote de Ptah y su especial devoción por Apis. En este gran ámbito, ampliamente surtido de interesantísimas antigüedades, destacan piezas como la celebérrima escultura de cuarcita que se conserva en el British Museum y que muestra al príncipe portando estandartes.
La exposición sigue su recorrido profundizando en el culto al dios Apis y dando a conocer la necrópolis impulsada por Jaemuaset, el Serapeum en Saqqara, donde eran enterrados con gran boato toros sagrados y que en la antigüedad fue un lugar de peregrinación de fieles. Aquí la muestra recoge una selección de estelas votivas y nos asombra con vasos canopos de grandes dimensiones, característicos de los enterramientos de estos animales divinos. También la muestra realiza un especial homenaje al célebre egiptólogo francés Auguste Mariette como descubridor del Serapeum en 1851, exhibiendo algunas de las fichas manuscritas que realizó en sus primeras exploraciones de la zona en Saqqara.
Una amplia selección de ushebtis descubiertos en el Serapeum, ocupando dos grandes vitrinas, centran la atención del visitante; aunque es en la vitrina de las joyas donde más se agolpa el público que recorre las salas, asombrados ante la belleza y detalle con el que fueron realizados pectorales, colgantes y amuletos. Destaca aquí, por ejemplo, el sensacional y célebre pectoral realizado en oro e incrustaciones que luce inscrito el nombre de Ramsés II.
En los siguientes ámbitos de la exposición el visitante puede aproximarse a la sabiduría y ciencia en el antiguo Egipto, temas vinculados a Jaemuaset pues se considera debió ser un hombre especialmente letrado y amante de la historia, precisamente por las actividades que desarrolló a lo largo de su existencia y por la influencia ejercida por una leyenda sobre su sabiduría, supuestamente prodigiosa, que la literatura egipcia se dedicó a prodigar mucho tiempo después de la muerte del príncipe.
Aquí la exposición se torna quizá algo caótica y las piezas parecen expuestas de un modo un tanto amontonado, escaseando el espacio, pero donde nos sorprende con maravillas como tres fragmentos del Papiro Prisse, donde se contienen las Enseñanzas de Ptahotep, uno de los textos clásicos en la literatura egipcia y cuyas enseñanzas sirvieron como eje en la educación egipcia durante milenios. Llaman la atención también la vitrina de ostraca localizadas en excavaciones en el Rameseum, el templo de Millones de Años de Ramsés II, donde fueron inscritos textos fundamentales en la pedagogía faraónica como las Enseñanzas de Amenemhat I y la Sátira de los Oficios.
Además aquí se exhibe una rica selección de esculturas y estelas del reinado de Ramsés II, aludiendo a los individuos que debieron ser eruditos en el antiguo Egipto: escribas, sacerdotes, artistas… Al conjunto se suma un papiro médico cedido por el Louvre, el papiro Nespakachuty con su conocida escena cosmológica y diversos elementos relacionados con el calendario, las matemáticas, el cómputo del tiempo, los pesos y las medidas.
La muestra se cierra con los objetos que tradicionalmente se identifican como ajuar procedente de la tumba de Jaemuaset, aunque la utilización de explosivos en los trabajos de excavación por parte de Auguste Mariette destruyó pruebas que podrían haber sido cruciales. Lo cierto es que de forma explícita aún no ha sido localizada la morada de eternidad del príncipe. La muestra plantea aquí diversas hipótesis sobre estos objetos y deja abiertas opciones a distintas interpretaciones. Sin embargo es conmovedor poder contemplar las joyas, los ushebtis y, sobre todo, la tan conocida máscara de oro que se atribuye a Jaemuaset y que tal vez plasma el rostro de un príncipe que debió morir con unos 55 años y que no subió al trono de Egipto, del que fue heredero, debido a la extraordinaria longevidad de su padre, quien vivió la tragedia de ver como buena parte de sus hijos caminaban a la eternidad antes que él. La muerte de Jaemuaset, quizá el vástago predilecto de Ramsés, debió ser un duro golpe para el anciano faraón.
El colofón de la muestra se dedica a la memoria que de Jaemuaset se conservó en Egipto tras su muerte, perdurando su recuerdo hasta la época grecorromana y plasmándose de forma singular en unas obras literarias que describen al príncipe (llamado en estos cuentos Setne-Jaemuaset), como un hombre dotado de una gran erudición, comparable con la de sabios como Imhotep. Un príncipe que se presenta como un gran mago capaz de actos tan prodigiosos como encontrar malignos papiros o restaurar tumbas arrasadas. Cierra la exposición un extraordinario papiro del siglo I, llegado hasta Arlés desde el londinense British Museum, evocando la fantasía literaria que iba a fundir la figura de Jaemuaset con la leyenda.
En el Musée departamental de Arlés. También llamado Musée Bleu
Del 8 de octubre de 2016 al 22 de enero de 2017.
La exposición está abierta al público todos los días de 10 a 18 h., excepto martes y festivos.
Más información: http://www.arles-antique.cg13.fr/khaemouaset/index.html