Investigadores recrean el “azul egipcio”, el pigmento sintético más antiguo conocido. El trabajo ha sido dirigido por especialistas de la Universidad de Washington State, en colaboración con el Museo Carnegie de Historia Natural y el Instituto de Conservación del Museo Smithsonian.
El “azul egipcio” fue un pigmento muy valorado en la antigüedad, pero existen pocas evidencias sobre sus procesos de elaboración. Se sabe que este producto sintético se utilizaba para sustituir o imitar piedras costosas como la turquesa o el lapislázuli, y que se utilizaba para pintar madera, piedra, cartonajes…
Dependiendo de los ingredientes, proporciones y tiempos de cocción, el color del producto podía variar del azul intenso al gris o verde.
Tras haber sido utilizado durante milenios por los egipcios, el “azul egipcio” triunfó también entre los romanos, pero los secretos de su elaboración se olvidaron en la Edad Media.
El objetivo de trabajo liderado por John McCloy, de la Universidad Estatal de Washington, era profundizar en el conocimiento de este pigmento y sus métodos de elaboración. El investigador afirma en un comunicado: <<El trabajo pretende destacar cómo la ciencia moderna revela historias ocultas en los objetos del antiguo Egipto>>.
En los últimos años el interés por el “azul egipcio” se ha incrementado, debidos a sus propiedades, que incluso podrían resultar útiles en nuevas aplicaciones tecnológicas. Ello se debe a que el pigmento emite luz en el infrarrojo en un espectro invisible al ojo humano, que podría utilizarse, por ejemplo, para la toma de huellas dactilares, análisis biomédicos o la creación de tintas a prueba de falsificaciones, así como aplicaciones en telecomunicaciones, análisis biomédicos y láseres. Además, su composición química es similar a los superconductores de alta temperatura.
Para comprender la composición del “azul egipcio”, los investigadores, entre ellos un mineralogista y un egiptólogo, crearon 12 tipos de muestras, con distintas materias primas y proporciones a partir de mezclas de dióxido de silicio, calcio, cobre y carbonato sódico. Las distintas mezclas fueron calentadas durante tiempos distintos a 1000 grados Celsius, variando la exposición desde una a once horas. Ello ha permitido observar que pequeñas diferencias en el proceso, genera resultados muy distintos. También se utilizaron muestras obtenidas de distintos objetos arqueológicos que datan de la Dinastía XVIII y Época Ptolemaica.
Las muestras creadas se encuentran actualmente expuestas el Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsbuergh (Pensilvania) y los resultados de la investigación han sido publicados en la revista NPJ Herigage Science.
Fuentes:
WSU Insider
NPJ Herigage Science
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