La civilización egipcia generó muchas influencias en el marco de las culturas que le fueron contemporáneas, pero también su influjo puede ser rastreado en ciertas tradiciones que han sobrevivido hasta la actualidad. De modo que no es raro que, al mirar hacia el remoto Egipto, sobre todo en el ámbito de la religiosidad, encontremos ideas que resultan familiares. Es como si a pesar de los siglos y de las reinterpretaciones pudiéramos vislumbrar tradiciones milenarias que aún, de algún modo, siguen vivas. También algunos temas de la iconografía del antiguo Egipto fueron readaptados a nuevas épocas y reinventados para plasmar creencias distintas, convirtiéndose en referentes. Uno de esos casos es San Jorge.
El enfrentamiento entre los dioses Horus y Set es una de las leyendas más ancestrales del antiguo Egipto. Se trata de un relato enmarcado en el mito protagonizado por el legendario y divino rey Osiris, presentado como un gobernante benéfico y admirado pero que tuvo que soportar las tramas urdidas por su envidioso gemelo Set. La pugna entre hermanos terminó con una reyerta que se saldó con el asesinato de Osiris, al que Set llegó a descuartizar con ira para terminar lanzando los fragmentos por todo Egipto. La diosa Isis, amada esposa de Osiris, viajó a través del Nilo recogiendo estos fragmentos, que fue uniendo y vendando cuidadosamente. Una vez terminada la momia, la poderosa magia de Isis se puso en marcha para conseguir que su amado alcanzara la existencia eterna.
En estas circunstancias, Horus, el hijo de Isis y Osiris, emprende una inevitable disputa contra Set. En este enfrentamiento Set utiliza todo tipo de tretas en las que se evidencia su malicia, pero todas son en vano. Y en la batalla final, violenta y terrible, Horus logrará la victoria. Así, las fuerzas malignas encarnadas por Set quedan sometidas al poder de Horus, presentado como un héroe benéfico y todopoderoso, que venga a su padre y que recupera el trono que le había sido arrebatado por Set y del que él era legítimo heredero.
En la iconografía tradicional egipcia la imagen de Horus imponiéndose victorioso sobre Set adoptó formas distintas. Horus puede aparecer con aspecto antropomorfo o vinculado con la imagen del halcón, el animal considerado poseedor del cielo y símbolo del sol. También el modo de representar a Set llegó a tener muchas variaciones. En algunos casos aparece como un ser denominado frecuentemente “animal setiano” y cuya identificación no ha sido concretada. Tal vez se trate de la evocación de una hiena, de un cerdo del desierto, de algún tipo de cánido…; aunque más bien parece tratarse de un animal fantástico con grandes orejas de extremos recortados, morro curvado y cola ahorquillada o terminada en forma de borla.
Foto 2. Episodios de la victoria sobre Set que aparece representado como un pequeño hipopótamo harponeado por Horus. Templo egipcio de Época Ptolemaica.
Entre los “monstruos” que podrían evocar a Set en la tradición egipcia también se encuentra el burro, que, aunque generalmente no es peligroso, sí puede llegar a ser arisco, obstinado y hasta cocear. El hipopótamo, animal realmente temible, era considerado igualmente una de las manifestaciones más recurrentes de Set. Los cocodrilos, con sus dientes afilados y pavorosa mordedura, son frecuentemente representados como imagen de Set. Entre las múltiples manifestaciones de Set también se encuentran las serpientes venenosas, las gacelas y las tortugas, así como cualquier ser considerado potencialmente peligroso; a lo que se suman fenómenos amenazantes como el desierto, la tempestad o el terremoto.
Foto 3. La victoria de Horus sobre Set, esta vez representado con forma de cocodrilo, es ofrecida a Osiris por Isis y el faraón. Templo egipcio de Época Ptolemaica.
Dadas estas implicaciones la imagen de Horus venciendo a Set, a nivel simbólico, expresaba la victoria del bien contra el mal, de la luz contra las tinieblas, del orden sobre el caos, de la tierra fértil sobre la aridez…. Horus, el guerrero formidable, conseguía supeditar a todos los enemigos y a todo lo maligno, para gobernar sobre su reino pacificado y harmonioso. En definitiva, Horus era el arquetipo del héroe valiente, honrado, benéfico e invencible, capaz de doblegar triunfalmente al “monstruo del mal”.
Fig. 5. Horus imponiéndose victorioso sobre Set, en presencia de Isis. Época Ptolemaica.
Estas nociones, tan fuertemente arraigadas en la imaginería egipcia, tuvieron influjo en todos los territorios bajo el control del faraón, extendiéndose por oriente, por Nubia y propagándose a través del Mediterráneo. La leyenda osiríaca encontraría acogida entre los griegos y hasta llegó a tener bastante éxito entre los romanos, quienes, por ejemplo, rindieron culto a Isis y construyeron templos a la diosa egipcia en todos los territorios del Imperio, incluso en la propia Roma.
Así, cuando poco a poco la fe cristiana fue abriéndose paso, resultó inevitable que se produjeran contactos con tradiciones derivadas o inspiradas en el antiguo Egipto. La naciente religión cristiana, además, triunfó pronto en Egipto y alcanzó un éxito notable en un momento en el que aún se estaba generando el modo de representar las nuevas creencias. Aquellos cristianos egipcios, los coptos, pusieron imagen a esas creencias y para ello, inevitablemente, recurrieron a sus referentes iconográficos, a las más remotas tradiciones que reinventaron y metamorfosearon, pero que no eran otras que las creadas para dar imagen a los dioses y a las leyendas del antiguo Egipto.
Este flujo de influencias se hace especialmente evidente en una interesante representación que se conserva el museo del Louvre y que fue realizada en el siglo VI, en el ámbito del mundo copto. La representación muestra a un singular guerrero a caballo venciendo a un monstruo con forma de cocodrilo (figura central en la Foto 1). Se trata de una imagen precursora de San Jorge, caballero a quien el cristianismo atribuye la victoria sobre un dragón que causaba estragos espantosos, pero resulta evidente que se inspira en las antiguas representaciones de Horus. El caballero, de hecho, luce la tradicional cabeza de halcón identificadora del dios egipcio; incluso el dragón, cuya imagen se muestra con forma de cocodrilo, se inspira claramente en las habituales representaciones de Set.
Foto 5. Isis amamantando a Horus. Figurilla egipcia de Baja Época.
El mundo copto recurrió a formas ancestrales y las adaptó a un nuevo contexto. La iconografía del tiempo de los faraones, ya tamizada por el paso de los siglos y por la reinterpretación de otras culturas, volvía de nuevo a ser rediseñada para evocar la eterna idea del bien venciendo al mal, del valiente guerrero imponiéndose contra el monstruo… Lo cierto es que el arte de los primeros cristianos recurrió con cierta reiteración a la utilización de tipos iconográficos ya asentados desde la antigüedad: el pájaro como expresión del alma, la balanza para mostrar el escenario del juicio final, el ankh a modo de cruz, Isis amamantando a Horus reinventándose como la Virgen María o San Jorge contra el dragón a modo de Horus contra Set. Un poco del antiguo Egipto, en definitiva, perduró en ciertas tradiciones que, a veces, han olvidado sus orígenes. Horus venciendo al dragón, San Jorge venciendo a Set… o viceversa.
Fig. 6. Representación tradicional de San Jorge, montando sobre su caballo y venciendo al dragón.
Autora Susana Alegre García