El Valle del Nilo: de la geografía al mito
Por José Iván Bolaños González
26 mayo, 2004
Modificación: 23 mayo, 2020
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Dinámica de las inundaciones: dicotomía en «polos opuestos» de un proceso

Dada la gran importancia de las inundaciones regulares del Nilo para el funcionamiento territorial del valle bajo, resulta necesario dedicar un epígrafe a explicar la dinámica de las avenidas del río, aproximándonos de esta forma al funcionamiento endógeno del Nilo.

Una premisa básica que debe considerarse en el momento de tratar el papel de las inundaciones y que ya ha sido esbozada inicialmente, es la dicotomía dominante en la concepción de este proceso fluvial, pues aquéllas serán siempre beneficiosas para la región siempre que se desarrollen con normalidad y regularidad, puesto que los desequilibrios en la dinámica de las avenidas «ascensos muy rápidos y repentinos de caudal, niveles superiores a los habituales, etcétera» generan el efecto totalmente contrario al que desean los habitantes del valle respecto a sus actividades económicas, destacando las pérdidas de cosechas y las subsiguientes hambrunas entre otras situaciones de carestía.

Una vez finalizada la glaciación würmiense (unos 10.000 años antes de Cristo), último período helado de la historia geológica de la Tierra, acontecido entre el pleistoceno medio y superior, el valle del Nilo se configuró como polo de atracción de la población del Sahara y de gran parte de las regiones septentrionales de África. A lo largo del pleistoceno, el valle fluvial constituía una región pantanosa de difícil tránsito gran parte del año, alcanzando el caudal niveles superiores a los actuales (BAINES, J. y MÁLEK, J. , 1988, página 12).

Durante el Período Predinástico y subsecuentes (cuadro 2), el valle del Nilo se constituyó, primero, como una región muy favorable para la agricultura y, segundo, para fundar una sociedad urbana, debido a factores naturales como la notable fertilidad de los suelos de la cuenca dado el aporte ingente de aluviones (concretamente un cieno negro que constituye un abono óptimo por contener detritus vegetales y animales, arena cuarcífera, silicato de aluminio hidratado, sales alcalinas y ferrosas, carbonato cálcico y potásico, nitrógeno combinado, anhídrido fosforoso y materias orgánicas) por parte del río durante las inundaciones, y a la topografía fundamentalmente llana. Dominan los perfiles suaves, situándose el tramo comprendido entre la desembocadura y el lago Nasser entre los 0 y 200 metros de altitud, mientras que el sector situado entre esta zona lacustre y el entorno de la ciudad de Atbara se dispone entre los 200 y 400 metros de altitud.

Si consideramos sólo las precipitaciones anuales de Egipto, la agricultura «concebida ésta como una actividad económica próspera para los asentamientos humanos» sería imposible de desarrollar en este país a excepción de algunos enclaves en la costa mediterránea, pues ni siquiera en el delta del Nilo se superan los 100/200 milímetros al año. Pero la realidad se torna de un cariz totalmente opuesto, con una agricultura fértil gracias al discurrir continuo de las aguas del río. Así, desde el Egipto antiguo la inundación anual del Nilo entre los meses de julio y octubre anegaba gran parte del valle fluvial y del delta (el exutorio del río se encuentra situado, en su totalidad, entre los 0 y 200 metros de altitud), pudiendo obtenerse profusas cosechas siempre y cuando se aplicasen las técnicas hidráulicas y agrícolas necesarias para ello.

El modelo de inundación citado ya no puede observarse en la actualidad en toda su plenitud, pues desde 1830 el funcionamiento del río se ha ido controlando mediante la construcción de diques, canales y presas «destacando la presa de Assuán[6], cuya construcción finalizó en 1968, aunque ha sido objeto de varias obras de acondicionamiento desde esa fecha» en algunos puntos a lo largo de su recorrido, como la presa de Roseires construida en 1966 en el Nilo Azul. Estos sistemas hidráulicos regulan los niveles alcanzados por el caudal desde la ciudad de Sennar, en el Nilo Azul, hasta la desembocadura de la cuenca, al Norte de El Cairo (El Qahira). A éstos se le unirá el canal de Jonglei (comenzado a construir en 1978), en el Nilo Blanco, en el sur de Sudán, que comunicará entre sí dos afluentes de este último río, el Bahr el-Jebel y el Sobat (BAINES, J. y MÁLEK , J., 1988, páginas 14-15).

Las principales fuentes de alimentación del Nilo proceden del Nilo Azul y del Nilo Blanco, cauce que se divide en numerosos afluentes en la región meridional de Sudán. Las aguas de este último proceden de las lluvias de la zona tropical, río que proporciona un caudal relativamente constante a lo largo de todo el año, aunque reducido debido a que la región del Sudd «Sur de Sudán» absorbe la mayor parte del agua durante la estación lluviosa. Los ríos Nilo Azul y Atbara, que desembocan en el Nilo próximos a las ciudades de Khartum y Atbara respectivamente, aportan un importante caudal procedente del monzón estival de Etiopía y proporcionan prácticamente la totalidad del volumen de agua entre julio y octubre «y previamente en Sudán». Este período corresponde a la época de lluvias en la sabana del centro de este país. Además, otros aportes del Nilo Azul proceden del agua producto de la fusión nival en el macizo de Abisinia o Etiópico.

Cuadro 2. CRONOLOGÍA DEL ANTIGUO EGIPTO (INCLUYE LA DOMINACIÓN GRIEGA Y ROMANA)

Cuadro 2.
Cronología del antiguo Egipto (incluye la dominación griega y romana)
Denominación del período cronológico Período temporal aproximado Dinastías imperantes
Prehistoria o Período Predinástico 3700 – 3100 a .C. Dinastía 0
Período Protodinástico 3100 – 2675 a .C. I y II
Reino Antiguo 2675 – 2100 a .C. III – VIII
Primer Período Intermedio o Período Heracleopolitano 2100 – 1975 a .C. IX y X
Reino Medio 1975 – 1640 a .C. XI y XII
Segundo Período Intermedio o Período Hicso 1640 – 1550 a .C. XIII – XVII
Reino Nuevo 1550 – 1050 a .C. XVIII – XX
Tercer Período Intermedio 1050 – 715 a .C. XXI – XXIV
Período Tardío o Baja Época 715 – 332 a .C. XXV – XXXI
Reyes griegos 332 – 306 a .C.
Ptolomeos[7] 306 – 30 a .C.
Emperadores romanos 30 a .C. – 313 d.C.

Fuente: SCHULZ, R. (1997) : «Los monarcas de Egipto», en Egipto. El mundo de los faraones (SCHULZ, R. y SEIDEL, M. Editores), p. 528. Elaboración propia.

En Egipto, el caudal del río alcanzaba su nivel más bajo entre abril y junio. En julio el nivel ascendía y la inundación comenzaba habitualmente en el siguiente mes, anegando gran parte del valle desde aproximadamente mediados de agosto hasta finales de septiembre (durante el verano el caudal se incrementa desde los 200 hasta los 10.000 metros cúbicos), lixiviando las sales edáficas y despositando un estrato de aluvión, cuyo crecimiento secular era de varios centímetros. Cuando se producía el descenso del nivel de las aguas comenzaba el sembrado de las principales cosechas en octubre y noviembre, que maduraban entre enero y abril según la especie de la que se tratase. Por tanto, la inundación anual permitía obtener una cosecha cada año.

El funcionamiento de las inundaciones apuntado depende directamente del clima, aunque el espacio ocupado por el valle del Nilo no presenta un clima homogéneo, sino por el contrario, una gran diversidad climática. En este sentido, en estrecha relación con las avenidas destaca el dominio tropical que se divide internamente en la región subecuatorial, sudanesa y saheliense subárida, interesándonos en nuestro caso especialmente las dos últimas. Estas regiones se disponen en el África austral y boreal en ese orden de menor a mayor latitud.

La región sudanesa se extiende desde los 10 y 16º de latitud Norte al Oeste de África (ascendiendo en latitud este límite conforme avanzamos hacia Levante) hasta la región subecuatorial que en Sudán comienza en su sector suroccidental. En la región sudanesa las precipitaciones anuales varían entre los 700 y 1.500 milímetros , que se distribuyen en dos estaciones (húmeda y seca) de duración similar (MÉNDEZ, R. y MOLINERO, R., 1996, página 562).

Al Norte de la región sudanesa y circundándola, aparece la región saheliense subárida, destacando para el caso que aquí se trata el litoral sudanés del mar Rojo y el de Etiopía y Somalia. La intensificación de la sequedad es palpable en comparación con el clima dominante de la región sudanesa, provocando que las precipitaciones anuales oscilen entre los 200 y 500/600 milímetros, incrementándose la duración de la estación seca «entre 8 y 9 meses», además de cambiar su carácter, caracterizado por aguaceros de gran intensidad horaria y una cierta irregularidad interanual (MÉNDEZ, R. y MOLINERO, R., 1996, páginas 562-566).

Durante largos períodos, el espacio del valle ha variado considerablemente, pero en los últimos 5.000 años no ha experimentado cambios significativos. El depósito de materiales sedimentarios y las intervenciones en materia hidráulica del ser humano han producido, empero, un crecimiento progresivo del terreno potencialmente cultivable, a medida que las áreas pantanosas, que aparecían habitualmente en los límites de los desiertos, fueron necesarias para la agricultura, incorporándose así algunas franjas desérticas a la llanura de inundación. El perfil transversal del valle y los rasgos particulares de la inundación tienen importancia en esta tendencia.

El agua que discurre por el cauce tendía a profundizar el lecho, y el depósito de materiales durante la crecida elevaba el nivel de la superficie topográfica más próxima al cauce, donde la riada se desarrollaba con mayor intensidad. De esta forma, el perfil transversal del valle es convexo y las tierras cercanas al río eran «menos húmedas» y más favorables para la colonización que las más alejadas. La avenida no consistía en un desbordamiento general de las aguas sobre ambas márgenes del río, sino que discurría por canales de alivio en dirección a los terrenos situados a menor altura, más allá de las orillas del cauce (BAINES, J. y MÁLEK , J., 1988, página 16).

Las situaciones de «Nilo alto» concentraban una mayor preocupación por parte de los habitantes que las correspondientes a las de «Nilo bajo», pues las primeras, además de poseer potencialmente una mayor capacidad de destrucción, inundaban los campos durante un período de tiempo más prolongado que las avenidas de «Nilo bajo», reduciéndose así la fase de siembra y recogida de la cosecha.

La incidencia de la dinámica fluvial en la civilización egipcia a lo largo de su historia ha sido nítida. Tal es así que el período de crisis del Reino Antiguo se debió, entre otras razones, a un cambio climático que alteró el nivel de crecida del Nilo, el cual descendió hasta un cuarenta por ciento, provocando serias hambrunas en las provincias más pobres del Estado (PÉREZ LARGACHA, A., 1999, página 20). Pero también una sucesión de crecidas excesivas que una de las causas de la crisis del Reino Medio (PÉREZ LARGACHA, A., 1993, página 45).

El desarrollo de las inundaciones llegó a tener tal relevancia para la vida en el antiguo Egipto que, en numerosos enclaves situados a orillas del Nilo, se registraba el nivel alcanzado por las aguas en cada crecida a través de los denominados nilómetros. Se trataba de estructuras de piedra en forma de pozos o de callejones con escaleras descendentes, en cuyas paredes se tallaron marcas de aforo utilizando una escala en codos y fracciones de codo. Según el nivel alcanzado por las aguas anualmente y medido con este recurso, se fijaban los impuestos y entregas en especie. Una crecida era considerada benéfica si no superaba los aproximadamente 11’5 metros en la isla Elefantina , los cerca de 6’60 metros en Per-Hapy y los casi 3’20 metros en Behedet.

En un principio, y dado que la irrigación de las tierras se basaba en la utilización de estanques, esto sólo permitió obtener una cosecha anual. Pero a partir de la época ptolemaica se pudieron obtener dos cosechas al año, debido a la utilización de un sistema de canales en la irrigación. El incremento de la superficie irrigada fue posible a la aplicación de diversos sistemas hidráulicos, siendo los más importantes el shaduf , el tanbur o tornillo de Arquímedes y la noria o saqiya , siendo los canales, los estanques y los pozos los sistemas cuyo uso estaba más generalizado. A continuación se explican brevemente los tres primeros sistemas:

1. Desde el Reino Nuevo, el shaduf aparece en las decoraciones murales de las tumbas: se trata de un aparato mecánico para extraer agua y subirla a niveles más altos, especialmente utilizado para la irrigación de jardines y huertos. A un extremo de una larga viga apoyada en un travesaño por el centro aproximadamente se fija un contrapeso de piedra o de barro del Nilo. En el otro extremo cuelga un recipiente atado al extremo de una cuerda larga que se introduce en un canal o pozo situado a un nivel inferior para subir el agua a un canal de distribución situado a mayor altura. De esta forma también se extraía el agua potable. Dado que su utilización necesita una notable mano de obra, su aplicación se limita a los cultivos de huerta y al mantenimiento del nivel de las aguas en las áreas inundadas. Este mecanismo se importó desde Siria.

2. En la época ptolemaica se desarrolló el tanbur o tornillo de Arquímedes, que se accionaba girando una empuñadura a mano, utilizado para extraer el agua de niveles inferiores y ascenderla a otros situados más arriba con el mínimo esfuerzo. En el interior del mecanismo cilíndrico se encuentra un tornillo sin fin que, al girar alrededor de un eje, va impulsando el agua a lo largo del tubo que forma su envoltura (figura 2).

Figura 2. Tornillo de Arquímedes o Tanbur

Figura 2. Tornillo de Arquímedes o Tanbur.

Fuente: STRAU ß -SEEBER, C. (1997) : «Regalos del Nilo: la economía agrícola de un oasis fluvial», en Egipto. El mundo de los faraones (SCHULZ, R. y SEIDEL, M. Editores), p. 378

3. En la época helenística se inventó la noria, la saqiyah , ya no la impulsada manualmente por el hombre, sino con tracción animal. Una rueda horizontal que gira sobre un eje vertical es impulsada por bueyes, hoy búfalos, y propulsa mediante un engranaje otra rueda dispuesta verticalmente y tangente a ella, que a su vez mueve a otra que contiene una cadena de recipientes que extraen el agua desde profundidades de hasta 10 metros y la vacían en un canal de distribución. Actualmente, en la mayoría de los casos, las bombas automáticas han sustituido este penoso trabajo.

Además de la aplicación de estos sistemas hidráulicos, los egipcios también construyeron grandes obras hidráulicas, como la presa instalada en el wadi Garawi, al Sur de Menfis, edificada durante la III Dinastía. Esta presa almacenaba las aguas que, después de lluvias de fuerte intensidad horaria propias de las áreas desérticas, se derramaban a través de la rambla hacia el Nilo (STRAU ß -SEEBER, C., 1997, páginas 378-379).

El desarrollo del ciclo del Nilo caracterizado por períodos de inundación y otros de menor caudal, determinó el número de estaciones que forman parte del calendario egipcio (BRESCIANI, E., 2001, páginas 14 y 25). De este modo se distinguían tres:

  • Akhet: desde julio hasta septiembre, estación caracterizada por la inundación.
  • Peret: desde octubre hasta abril, donde se cultivaba y maduraba la cosecha.
  • Shemu: desde mayo hasta junio, estación seca y momento de recogida de los cultivos.

En conclusión, las inundaciones han representado un papel fundamental en la supervivencia de la civilización del antiguo Egipto, haciendo posible la instauración de todo un sistema político y, sobre todo, económico, que aportase riquezas para la población y que engrandeciera el estatus del Estado. Pese al desarrollo normal de las avenidas periódicas en casi todos los casos, en otras regiones también condicionadas por las inundaciones, como en el caso de Mesopotamia, la realidad ha sido muy distinta. En esta región, las crecidas de los ríos Éufrates y Trigis no son sincrónicas (tienen un funcionamiento muy irregular) y, además, suelen presentar consecuencias más destructivas frente a la «benignidad» del Nilo para los habitantes del valle.


[6] También denominada «Gran Presa» o Sadd el Ali . Esta estructura tiene una longitud de 1.960 metros y el muro de contención mide 110 metros de altura. El agua embalsada puede irrigar hasta 800.000 hectáreas.
[7] Los Ptolomeos constituyeron un conjunto de reyes griegos que gobernaron Egipto pertenecientes a la dinastía Lágida.

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