El Barquero Celestial en los Textos de las Pirámides
Por Jorge Roberto Ogdon
13 octubre, 2003
Modificación: 21 abril, 2020
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8. El papel del Barquero Celestial en la religión funeraria

En las secciones precedentes se ha hecho un intento por resolver algunas cuestiones fundamentales y ofrecer un panorama descriptivo acabado de lo que hoy en día sabemos acerca de este personaje fabuloso. Nuestra intención, ahora, es la de determinar el papel que jugó en la religión egipcia antigua.

Ya vimos en § 1 que el origen del Barquero Celestial es puramente mitológico, configurando uno de los momentos más tensos en el contexto de Las Contiendas de Horus y Set, i.e., el incidente que precede a los combates físicos que suceden al «episodio homosexual» entre ambos dioses, y que marca la transición entre la primera y segunda fases de dicho mito primitivo.

Posteriormente, la escuela teológica heliopolitana absorbió su figura y le incluyó en su liturgia funeraria, variando el sentido primario del evento del cruce del Canal Tortuoso y transformándolo en un encantamiento mortuorio indispensable para el difunto que deseaba alcanzar las regiones celestiales y, en especial, el lugar de la alimentación divina -con lo que se aseguraba la Vida Eterna -. Este carácter marcadamente funerario le fue impuesto a todo el episodio a partir de los tiempos de los Textos de las Pirámides – al menos, que sepamos a partir de registros escritos -, y pasó así al resto de los corpora mortuorios, como el pasaje de un curso acuático cuyo cruce dificultoso dependía de ciertas normas especiales impuestas al solicitante de la barca-mejenty, lo cual caracterizaba al hecho como un obstáculo para los transgresores de Mâat, y, podría decirse, le confería un sentido ético o moral, pues sólo los «justificados» por el juicio póstumo podían realizar la travesía guiados por el fiero Barquero Celestial. En este sentido, la tradición egipcia difiere de otras en las que el barquero transporta a todos los muertos a una región «infernal», sin distinción entre justos e injustos[57].

Los textos coptos también se apartan de las versiones antiguas en que todos los difuntos, sin excepción, deben cruzar «el Río de Fuego»: «… hay allí un Río de Fuego en el camino… todos deben pasarlo, justos o pecadores»[58]. Una concienzuda revisión de los escritos coptos revela marcadas distinciones con los textos egipcios tradicionales, ya que el Canal Tortuoso no es un «río ígneo» que conduce al Hades (i.e., a un infierno), sino un obstáculo que debe ser superado para llegar al lugar de las ofrendas divinas y asegurarse el sustento vital en el Otro Mundo (cf. LdM Dicho 99, rúbrica).

Sin embargo, el episodio del cruce de un curso acuático como impedimento ético en el camino de los muertos, y la presencia de un Barquero para garantizar el éxito, claramente deben considerarse supervivencias de la tradición egipcia antigua.


[57] Cf. el papel desempeñado por el griego Caronte, quien cruzaba a los muertos hacia las oscuras regiones del Hades; E.A.T. Wallis Budge, Osiris. The Egyptian Religion of Resurrection I (Nueva York, reed. 1961), 134. Esta tradición aparece nuevamente en el pensamiento Renacentista, evidentemente derivada de fuentes griegas, i.a., en Dante Alighieri, La Divina Comedia I (Méjico, 1949), § 3: 80 y ss.
[58] J.A. Robinson, Coptic Apocryphal Gospels (Cambridge, 1896), 95 (Vida de María). Ver tamb. E.A.T. Wallis Budge, Miscellaneous Coptic Texts in the Dialect of Upper Egypt; Coptic Texts, vol. V (Londres, 1915), 148. Este rol, según las versiones coptas, le fue dado a Juan el Bautista por Jesús: «Aquellos que te recuerden sobre la Tierra, tú les cruzarás sobre este Río de Fuego en ella (scil., la barca dorada)»; Id., Coptic Apocrypha in the Dialect of Upper Egypt; Coptic Texts, vol. III (Londres, 1913), 140.

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