Egipto en el Museo del Louvre
Por Teresa Armijo
30 abril, 2008
Modificación: 6 febrero, 2017
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IV-3 Otras colecciones

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Foto 28a.- Nesa 28b.- Brazo de Nesa 28c.- Las tres estatuas

En 1837 llega al Louvre la colección del Cónsul Mimaut, cuya aportación más espectacular es el conjunto de tres grandes estatuas: dos de Sepa (A 36 y 37) de 169 cm. de alto y una de su esposa Nesa (A 38) de 154 cm. (foto inferior). Sepa ostenta títulos arcaicos como el Grande de los Diez del Sur, Conocido del rey, bastón de toro blanco. Se datan en la Dinastía III porque un cascote encontrado en la pirámide de Zoser lleva inscrito la titulatura de Sepa, aunque desgraciadamente sin nombre. En todo caso, constituyen el ejemplo más antiguo de estatuaria privada, son figuras rígidas, como apreciamos en el brazo de Nesa lleno de pulseras (foto derecha) y su mayor originalidad reside en una banda verde y desproporcionadamente ancha debajo de los ojos (foto izquierda).

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Foto 29a.- Sarcófago de Imeneminet 29b.- Estela de Sesostris

Desde 1853 a 1868 el Louvre va adquiriendo la colección de Clot Bey, médico de Mohamed Alí, y de su familia. La pieza más espectacular es quizás el sarcófago de Imeneminet, del Tercer Periodo Intermedio (E 5534). En él vemos reflejado a Osiris, dios de los muertos, por medio de las enseñas religiosas veneradas en sus dos principales santuarios, Abydos y Busiris. Por delante, nos muestra el estandarte de Abydos consistente en un asta que alza un relicario terminado en dos altas plumas, donde, según la tradición, se guardaba la cabeza de Osiris. En la parte posterior encontramos un posible tronco de árbol sosteniendo el famoso Pilar Djed, símbolos del santuario de Busiris. Osiris era el dios del renacimiento, incluyendo la fertilidad de la tierra, representada, en este caso, por el árbol con gavillas atadas. El famoso amuleto del Pilar Djet aparece ya en época tinita y fue muy utilizado hasta el periodo romano. Tuvo diferentes interpretaciones: siendo alzado por los reyes significaba la duración o estabilidad de su reinado, mientras que en los ritos funerarios simbolizaba la columna vertebral de Osiris. Por eso, su situación en el sarcófago que vemos coincide con la columna de Imeneminet.

La estela de la derecha fue comprada 1857 al coleccionista Anastasi. Es de piedra caliza y en perfecto estado de conservación. Perteneció a un individuo llamado Sesostris de la XII Dinastía. En ella apreciamos como los egipcios supieron idear una vida eterna espiritual, pero no fueron capaces de desprenderse de algunos lazos terrenales. Su ka debía alimentarse con viandas materiales depositadas en las tumbas por familiares y amigos, aunque, en caso de faltar, su simple representación serviría igualmente para el sustento del difunto. Sin embargo, tanto en un caso como en otro, para ser beneficiosos los productos ofrendados era indispensable la presencia de la fórmula tradicional que leemos en la parte alta de la estela: “Ofrendas que da el rey…..”. Porque, aunque el rey no interviniera en la donación, era la única persona con poderes suficientes para que aquellos víveres pudieran nutrir al muerto. La vida humana llegaba a la tierra a través del faraón y la vida eterna dependía también del rey; su magia abarcaba el mundo de los vivos y el de los muertos.

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Foto 30a.- Estela del Rey Serpiente (Dj) 30b.- La curandera

Vamos a hablar de dos piezas compradas a dos coleccionistas que datan del principio y del final de la cultura faraónica. Se trata de la Estela del Rey Serpiente, de época tinita, y de una estatua llamada La Curandera del inicio del periodo tolemaico.

Émile Amileneau excavó con pocos escrúpulos en Abydos. Ávido de piezas valiosas, no tenía reparos en destruir lo que no convenía a sus pretensiones, por lo que fue muy criticado posteriormente por Petrie. Por casualidad descubrió “una cámara de ladrillo que contenía un cenotafio de granito”, que se ha convertido en uno de los lugares más visitados por los turistas pues se ha querido identificar con la tumba de Osiris. Gran parte de los objetos hallados por Amileneau en la necrópolis tinita fue comprada por el Louvre en 1904, con lo que el museo mejoró su colección de esa época.

Indudablemente la pieza cumbre es la estela del Rey Serpiente (E 11007) que resume, en estos primeros tiempos, las características de la monarquía egipcia. Vemos la fachada de un palacio de ladrillo con entrantes y salientes, que dan la impresión de paneles,coronada por unas torres defensivas como fortaleza inexpugnable. En un principio, significaba el poder del rey y representaba la institución del gobierno. Por esto a los altos dignatarios del Reino Antiguo se les permitió utilizar una versión más reducida para decorar sus propias tumbas y con el nombre de Fachada de Palacio perduró como componente decorativo durante toda la época faraónica. En la fachada de la estela se abren las puertas a intervalos regulares, coronadas por una losa rectangular sobre la que, en este caso, corre una cornisa. Y aquí también encontramos otro elemento arquitectónico empleado en tumbas y casas durante todos los siglos de esta cultura. Lo denominamos falsa puerta y su misión en la tumba era poner en contacto a los vivos y los muertos, ya que el Ka del difunto salía milagrosamente por ella para disfrutar de sus ofrendas. En las casas se utilizaban como simple adorno y a veces llevaban la inscripción de algún himno religioso, como en la casa del visir Najt en Amarna.

La representación en esta estela tinita de un palacio (per-aa, literalmente casa grande que traducimos por palacio) nos sugiere varias reflexiones: por un lado indica que ya existía una monarquía poderosa; por otro, que nos encontramos ante el inicio de una arquitectura monumental que impuso durante siglos el diseño de sus estructuras; también vemos que desde ese lejano periodo, las grandes construcciones fueron una pieza fundamental en la publicidad real; los palacios eran de adobe y han desaparecido por las inclemencias del tiempo y la destrucción sistemática de los hombres. Sin embargo, los restos de los templos pregonan todavía, en silencio, el poder del lejano rey que ordenó su construcción. En todo caso, en el Reino Nuevo se asocia la palabra Palacio a la figura del rey, puesto que es cuando se empieza a llamar a la persona física del monarca per-aa cuya derivación griega es faraón.

Otras reflexiones interesantes: encima de ese palacio hay una serpiente que es el nombre del rey, identificado por el jeroglífico dj utilizado en la escritura egipcia; luego indica quien vivía en su interior y que en la época tinita ya existía la escritura. Muy importante, sobre el palacio vemos al halcón, el Horus protector de la realeza, de quien el rey fue, siempre, la imagen viva en la tierra; un mito eterno en el país del Nilo. Y una observación más sobre la composición de la estela: vemos como el artista ha movido el conjunto del relieve hacia la derecha para balancear la cola del halcón.

Nos vamos ya a los primeros reyes Tolomeos, con la estatua llamada La Curandera (izquierda), en basalto, de 67 cm. de altura (E 10777). Perteneció a Tyszkiewicz, cuya colección compró el Louvre en 1826. Como en todas las civilizaciones antiguas, la magia era una poderosa arma defensiva para los egipcios, particularmente en medicina. La curandera lleva en sus manos una estela de Horus sobre los cocodrilos, mediante la cual, según la leyenda, el niño Horus, representado desnudo y con el mechón lateral de la infancia, curaría las picaduras venenosas, principalmente de serpientes y escorpiones. Algunas de estas estelas eran de tamaño muy pequeño para colgarlas en el cuello de los niños. Todas estaban inscritas con unas fórmulas mágicas, que en esta preciosa estatua son una versión tardía. Pero el procedimiento para la cura era muy sencillo, pues bastaba con verter agua sobre el niño Horus, recogerla y darla a beber al enfermo. El agua adquiriría las virtudes curativas que los textos le comunicarían. Científicamente no era mal sistema ya que bebiendo mucho se aguaría el veneno y se iría expulsando con rapidez.

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