-¿Qué sucede con el busto de Nefertiti que Berlín no quiere prestar para su programada exposición en Egipto?

-Acabo de escribir una carta al Museo de Berlín diciéndoles que lo necesitamos para exhibirlo durante tres meses, tras la apertura del Museo de Akhenaton.

-¿Cuál ha sido la respuesta?

-Si la respuesta es negativa, cortaremos nuestra relación científica con ellos.

-Pese a que el Instituto Arqueológico Alemán de Egipto cumpla ahora cien años.

-No vamos a cortar con los alemanes sino con la gente del museo.

-¿Cuál es la diferencia del trabajo arqueológico entre los años de Howard Carter -principios del siglo XX- y los suyos?

-Tratamos de utilizar la Ciencia. En el museo de El Cairo tenemos el CT Scann Machine. La utilicé para hacer un escáner a la momia de Tutankamón y descubrí que no había sido asesinado, aunque muriese a los 19 años. Precisamente, ahora mismo, estoy escribiendo un libro sobre Howard Carter y me comparo con él. Fue el arqueólogo más famoso, como yo ahora.

El flamante arqueólogo, que recorre el mundo dando conferencias, se detiene a relatar el momento en el que, en 1922, Howard Carter arrancó la máscara áurea de la momia de Tutankamón y cuenta cómo la dañó irremediablemente. Zahi Hawas se pone en el lugar de aquel pionero y se pregunta a sí mismo: ¿hubiera yo dejado la máscara áurea para no dañar la momia?

-¿Por qué dice usted que la arqueología es una aventura?

-Meterse en cámaras oscuras que no se han abierto desde hace miles de años, descender treinta metros en el subsuelo a un lugar al que nadie ha entrado antes… Todo eso es una aventura. Cuando entré en la tumba de Hatsepsut, nadie había entrado allí desde los días de Carter, en 1907; descendí a 220 metros de profundidad. En Saqara, entré en la cámara donde se hallaba la tumba de un médico llamado Kaar, descendí 27 metros colgado de unas cuerdas Yo revivo eso cada día, escribiendo un libro, dando una conferencia Cada minuto de mi vida está lleno de acción.

Fuente: Norte de Castilla
http://www.nortecastilla.es/20080109/vida/desencuentro-berlin
-20080109.html

Reseña: Manuel Crenes