Consideraciones acerca de la evolución iconográfica del dios Bes
Por Francisca Velázquez Brieva  
8 julio, 2005
Modificación: 28 agosto, 2020
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Iconografía del dios y sus problemas

Los diferentes aspectos que la iconografía de Bes presenta en la documentación egipcia y su evolución cronológica han sido objeto de estudios que, aunque con diferentes enfoques, daban constancia de la variedad iconográfica con la que este dios aparecía.

En los comienzos esta diversidad iconográfica fue interpretada por algunos autores, por ejemplo J. F. Champollion[5], como factores diferenciadores de los nombres que del dios iban surgiendo.

R. V. Lanzone[6] en su diccionario hace una relación de algunas variantes iconográficas que puede presentar este dios, pertenecientes en su mayoría a la Baja Época, pero sin hacer un intento de estudio iconográfico ni cronológico. Igualmente el Rocher’s Lexikon[7] y la Pauly’s Real Encyclopädie[8] recogieron distintas variantes de Bes, pero como sus nombres indican son simples recopilaciones de imágenes del dios con diferentes iconografías.

Un primer trabajo sobre varios aspectos problemáticos del dios, fue el realizado por J. Krall[9] quien junto al reconocimiento de los diversos nombres utilizados para denominarle, realizó un intento de clasificación cronológica de algunos de los ejemplares existentes del mismo.

A comienzos del siglo XX A. Grenfell[10] recoge en su trabajo una lista, muy completa para la época, de los diferentes tipos de soportes en los que puede figurar Bes, incluyendo objetos no egipcios, así como algunos de los atributos y actitudes que presenta este dios, haciendo hincapié en los escarabeos. Este trabajo aún sin ser un estudio de la iconografía del dios, recoge un buen número de materiales y de sugerencias muy avanzadas para la época.

Pero la primera investigación importante referida al aspecto iconográfico de Bes es la Tesis Doctoral realizada por F. Ballod[11], quien dedicó gran parte de su trabajo a demostrar la evolución cronológica de las diferentes iconografías del dios desde el Imperio Antiguo hasta el Período Romano. Aunque la investigación de F. Ballod no contaba con los descubrimientos realizados con posterioridad, y existen algunas confusiones cronológicas,sus conclusiones nos parecen básicamente acertadas.

Un gran interés para los aspectos iconográficos del dios en el Imperio Medio tuvo el estudio de los “cuchillos mágicos” realizado por F. Legge[12], donde el autor reconoció a este dios como uno de los genios en ellos representados. Este mismo material fue estudiado posteriormente con mayor detalle por H. Altenmüller[13], quien encuadró las características de las imágenes que aparecen en estos objetos, entre las que se encuentra el dios objeto de nuestro estudio, en cinco fases cronológicas cuyos criterios pueden ser aplicados a las figuras tridimensionales correspondientes a la misma época.

Otros estudios iconográficos son prácticamente publicaciones de materiales, como los mencionados en el artículo de M. Werbrouck[14], donde trata de las múltiples formas del dios, y posteriormente la obra de G. Michailidis[15] que es esencialmente un catálogo de su colección; ambos autores muestran la figura de Bes en una amplia variedad iconográfica, pero sin intentar integrar esta diversidad de actitudes, atributos, vestimentas o características físicas en un marco tipológico ni cronológico.

Un aspecto iconográfico especialmente interesante en nuestra interpretación del dios es comentado ya por B. Bruyère[16], se trata del carácter leonino de Bes que “parece ser su carácter dominante”, ya que para este autor el dios toma prestada parte de la morfología del león. Igualmente F. Jesi[17] señala una “estrecha relación entre Bes y el león”, así como deduce que en el origen Bes actuaría en “función de león” con un antiguo carácter de iniciador.

Posteriormente, V. Wilson[18] realizó un breve estudio iconográfico centrado en las actitudes y asociaciones del dios, intentando dar una cronología sobre el momento de aparición y su perduración, encuadrado dentro del trabajo que dedicó a la presencia de Bes en Chipre.

Sin embargo, desde los estudios de F. Ballodhasta las investigaciones de J. Romano[19] no se había vuelto a realizar un extenso estudio iconográfico a través de las etapas de la historia egipcia, a fin de constatar silos distintos aspectos iconográficos del dios podían ser fruto, como en parte así sucedió, de una evolución cronológica milenaria.

El estudio de J. Romano consiste en la elaboración de un corpus de las representaciones del por él denominado “Bes-image” que pueden ser datadas, y cuya definición estilística e iconográfica le permite asignar unas características cronológicas que son susceptibles de aplicación a un gran número de imágenes sin datar, dando lugar a unas señas de identidad para cada período cronológico. Una vez establecidos estos criterios, se podrá apreciar mejor la amplia diversidad de las características físicas, vestimentas y actitudes que Bes desarrolló durante la época faraónica, y ver cómo han cambiado o evolucionado a lo largo del tiempo.

Estos cambios pueden reconocerse, aunque no sea fácil de entender el motivo por el cual los artesanos egipcios efectuaron las modificaciones que los produjeron. El punto débil de su investigación, es que algunas de estas modificaciones son explicadas con hipótesis, a nuestro parecer, no suficientemente argumentadas.

Sin embargo, creemos que el objetivo principal, mostrar una evolución cronológica de su “Bes-image”, está bien conseguido. Por ello, hemos basado gran parte de nuestras conclusiones en los trabajos de este autor que hoy por hoy es, a nuestro entender, el mayor experto en las características evolutivas de la iconografía de Bes. Para ello seguiremos, tal y como este autor lo lleva a cabo, la trayectoria de imágenes bien datadas de este dios, a través de las diferentes etapas de la civilización egipcia.


[5] J. F. Champollion, 1827:2, 13, 35, autor que hizo la primera contribución al estudio de la imagen del dios, reconociendo tres variantes iconográficas: “Gom”, “Onouris” y “Typhon”.
[6] R. V. Lanzone, 1881-1884 (reed. 1974):202-221.
[7] W. Drexler, 1890 artículo “Bes, Besa”.
[8] A. Pauly y G. Wissowa (dirs.), 1894.
[9] J. Krall, 1889:72-96. Este trabajo fue realizado con motivo de la publicación del denominado Heroon de Gjölbaschi-Trysa en Lidia, donde aparecen varias representaciones de Bes.
[10] A. Grenfell, 1902:24-25.
[11] F. Ballod, 1913, cuyo trabajo apenas tuvo repercusión dadas las circunstancias políticas de la época.
[12] F. Legge, 1905:130-152; 1906:159-170, primer estudio que retrotrajo la presencia de Bes al I. M.
[13] H. Altenmüller, 1965, donde este autor realizó una concienzuda sistematización del material disponible.
[14] M. Werbrouck, 1939:78-82, publicación de los ejemplares de Bes existentes en el RMAH de Bruselas.
[15] G. Michailidis, 1963-64:53-93.
[16] B. Bruyère, 1939:96 n. 7 y 108, estudio centrado en la abundante presencia de Bes en Deir el-Medina.
[17] F. Jesi, 1958:171-183, teoría que enraizaría con los autores que abogan por el carácter africano de la civilización faraónica.
[18] V. Wilson, 1975:78-83 intenta una sistematización iconográfica del que denomina “Bes-like god”.
[19] Un primer artículo de este autor (Romano, 1980), puede considerarse una investigación preliminar que completará en su Tesis Doctoral(Romano, 1989) y reafirmará en posteriores comunicaciones (Romano, 1998).

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