Antropología y filosofía egipcia
Por Octavi Piulats Riu
1 agosto, 2017
Modificación: 10 febrero, 2019
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El problema de la identidad humana 

ba-volando

De los muchos dilemas que plantea antropología egipcia el que más nos interesa ahora es el de la   identidad humana. Los egiptólogos de principios de siglo pertenecientes a una cultura greco-cristiana que sólo reconoce cuerpo y alma ,se hallaron perplejos ante la dificultad de entender un concepto de hombre seccionado aproximadamente en diez elementos; con una noción de “cuerpo” que responde ya a dos conceptos y una psicología que abarca nada menos que nueve elementos.

En primer lugar para la mentalidad egipcia no hay nada ABSTRACTO, lo conceptual y lo físico no se hallan disociados como en la mentalidad occidental, por esta razón los fundamentales elementos antropológicos; el Ka, el Ba, el Akh, el Ab no son abstracciones o funciones psicológicas   solamente, sino que sin dejar de ser funciones yoicas son al mismo tiempo aspectos detectables a nivel psico-energético. De nuevo aquí tenemos la capacidad egipcia para aprehender y percibir lo que para la mentalidad helena es INVISIBLE, como es el caso de lo magnético o energético. Para la mentalidad egipcia el Ka y , el Ba o el Akh o la Sombra, son potencias que ocupan un lugar en lo humano, una forma de entenderlas en el sentido de la percepción egipcia es definirlas como “redes o envolturas energéticas”, superpuestas a la materia.

En segundo lugar la noción de hombre en Egipto aparece no sólo como un compuesto múltiple sino que las partes psico-energéticas del ser humano parecen tener una total independencia entre si y se arrogan a menudo la identidad del individuo; o todavía más extraño : la identidad aparece a veces dividida entre diversos elementos. Esta extraña distorsión parece sugerir que en Egipto la personalidad es esquizofrénica o irracional, algo que también ha sido sostenido por antiguos egiptólogos, pero que hoy en día encuentra escasos defensores.

Tenemos también que rechazar aquí las tesis de algunos egiptólogos modernos que insisten en que el sujeto egipcio no tenía todavía formada la noción de Subjetividad unitaria, y que la concepción de un Yo central constituye un desarrollo del pensamiento occidental. En numerosas ocasiones en los textos egipcios, tenemos pruebas de una reflexión conciencial unitaria (Inek), que rebaten este hegelianismo. (29 ) Por otro lado tampoco la tesis de que la pluralidad de elementos antropológicos solo serian relevantes en la supuesta existencia post mortem es acertada, ya que como hemos visto los elementos psicológicos tienen todas sus funciones también en vida del individuo. Veamos de nuevo los principales elementos antropológicos en su relación con la identidad de la conciencia y su función psicológica.

El Hati constituye un correlato conciencial instintivo, ligado a los instintos corporales y herenciales, básicamente es subconsciente y emocional, en él no hay rastros de racionalidad.

A nivel de persona viva el Ka constituye un correlato conciencial, es el elemento que inserta la energía y el poder impersonal individualizado para tomar decisiones y actuar, puede traducirse como un Ego que en parte es consciente y en parte inconsciente y que tiene un componente emocional y sobre todo energético siendo también aunque en menor medida intelectual. El Ba muestra un correlato conciencial emocional y en parte intelectual, podría traducirse aproximadamente como la “conciencia moral” de la persona, pero también tiene un componente energético. El Khaibit o la Sombra se muestra como un correlato yoico prioritariamente inconsciente y de alto grado emocional y energético, podría traducirse como lo inconsciente en mayúsculas y lo emocional negativo. El Ab se muestra como un correlato conciencial de voluntad , de intelectualidad y emocionalidad. Constituye un referente yoico emocional pero no instintivo, sino ligado a la espiritualidad interior. Podría traducirse como el “deseo espiritual”.

El Akh que ya dijimos que era el núcleo de la espiritualidad subjetual muestra un correlato conciencial psico-espiritual pero al mismo tiempo energético. Al ser la parte más divina de la interioridad humana podría traducirse como el Yo Superior o el Yo Mismo. El Sahu en cambio no es tanto una función psico-energética, sino una envoltura brillante energética que aparece cuando el Akh ha evolucionado, posee no obstante un correlato conciencial espiritual.

Finalmente el Sekhem muestra de la voluntad y el poder de la volición contiene un correlato conciencial de voluntad y al mismo tiempo tiene elementos subconscientes , emocionales y energéticos.

 

De toda esta segunda reflexión sobre los elementos antropológicos egipcios, vemos con sorpresa que no existe como en la mentalidad occidental un Yo central, un Ego que marca la identidad del hombre de forma unívoca basado en el componente lógico racional como sucede en la filosofía occidental. Al contrario, la mentalidad egipcia parte de la premisa que lo intelectual, estando presente en algunos elementos antropológicos no constituye el centro de la praxis identitaria humana. Los egipcios descubren tácitamente que la personalidad humana es un CONGLOMERADO de funciones en diversas evoluciones: desde un conglomerado inconsciente y subconsciente, pasando por componentes instintivos, emocionales, energéticos ,éticos e intelectuales, hasta los espirituales. El núcleo central de la personalidad humana, el Yo (Inek) no es estrictamente racional ni sólo siquiera emocional-racional , por lo tanto no es UNITARIO en el sentido moderno y lógico de la palabra. Para los egipcios la personalidad y la identidad humana puede expresarse en un momento determinado a través del prisma del Ab ,el Ka, el Ba, o del Akh- que son los núcleos centrales antropológicos- y en ese momento la forma determinada vehiculiza como recipiente la expresión unitaria del Yo. Para los egipcios por tanto el hombre constituye una pluralidad de formas y correlatos concienciales, sin dejar de ser unitario. Así pues el anthropos egipcio es al mismo tiempo una UNIDAD y una PLURALIDAD; la esencia humana aunque vehiculizada por un elemento no deja de estar en contacto energéticamente con el resto de los elementos independientemente de que en ese determinado momento se exprese integralmente en una sola forma. Se expresa a lo humano como totalidad desde un correlato conciencial individualizado.   No existe una pérdida o una disolución de la conciencia, la IDENTIDAD humana se mantiene, pero no es monopolizada por un sólo elemento. Eso es sólo posible en un modelo conciencial que no atribuye a la racionalidad lógica estricta el centro de la personalidad. La conciencia egipcia no tiene como centro el Yo pienso de la subjetividad cartesiana. El intelecto lógico racional es una dimensión más de la conciencia pero no su centro.

Así pues, la identidad del ser humano en Egipto en el plano terrenal consiste en una conjunción unitaria de diversos correlatos concienciales de carácter instintivo, emocional, inconsciente, intelectual y espiritual en donde cada Yo se interrelaciona con los otros a través de lo psico-energético, y en donde cada forma puede vehiculizar la identidad. No existe esquizofrenia por no tener una Identidad unívoca , ni tampoco es cierto que el egipcio sea incapaz de construir la Subjetividad unitaria por infantilismo ; al contrario, la mentalidad egipcia elige ese modelo de Identidad multívoca, porque sabe que lo intelectual no es el único factor de evolución y conocimiento; la mentalidad egipcia apuesta por desarrollar diversos niveles de la conciencia; y de hecho el único elemento que es unívoco de la totalidad de su carácter es como ya dijimos : el nombre, el Ren

En última instancia nos podríamos preguntar sobre las ventajas de un modelo tan exótico como el egipcio, y la respuesta posiblemente sea esta: la conciencia egipcia al no estar encajonada ni anclada en lo intelectual-racional no dirige su vida básicamente a través de este elemento, sino pugna en sus diversos elementos para hacerlos evolucionar, de forma que adquiere un notable conocimiento de su profunda identidad en sentido omniabarcante. Es cierto que el elemento dominante lo constituye el Akh, lo espiritual y místico, pero este elemento sólo puede alcanza su plenitud en una evolución y desarrollo previo del resto de los correlatos concienciales.

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