El compuesto humano
Para el egipcio lo humano es un compuesto que se inicia con el cuerpo físico, pero el cuerpo físico no tiene una sola denominación. El cuerpo vivo a veces es mencionado en plural como “Hau” que también significa “miembros” y sorprendentemente existen partes del organismo como el ojo, el vientre y las orejas que tienen propiedades especificas que desbordan lo fisiológico; partes del cuerpo como el vientre por ejemplo tal como vemos en uno de los textos más antiguos del mundo: “Las enseñanzas de Ptathhotep” (13) son recipientes más allá de lo físico de aspectos energéticos y hasta espirituales y asimismo parecen tener individualidad propia. La denominación más corriente de cuerpo empero se denomina “Khat”, etimológicamente Khat apunta a la connotación de “corrupción” con lo que este concepto parece señalar al cuerpo prioritariamente no vivo. El jeroglífico más allá de su función gramatical como términos bilíteros o trilíteros, se orienta en imagen hacia la corrupción : el Khat es representado por un pez, un halcón, dos vasijas y un chacal ; la simbología del pez apunta a un ser impuro, corruptible (a menos que se trate del pez bulti) y el chacal apunta a la simbología de Anubis y a lo funerario y corruptible. Por otro lado la momificación apunta claramente que el Khat, a pesar de ser corruptible era apreciado por alguna razón que intentaremos aclarar más adelante.
Un primer elemento muy ligado al cuerpo pero distinto del mismo era el Hati, en cuyo jeroglífico destaca una vasija y la parte delantera de la figura de un león, que apunta a un ejecutor instintivo. El Hati significa al sustrato herencial biológico que se hallaba presente en la conducta humana.
Otro de los elementos antropológicos fundamentales lo denominan los egipcios como “Ka” que se suele traducir como “poder o energía vital”. En el femenino Ka designa al órgano sexual femenino, pero también “vaca” otro símbolo de fecundidad. En el masculino como determinativo puede ser “falo” pero también toro, otro símbolo de potencia sexual y el plural “Kau” denota asimismo sustancias alimentarias. Desde la óptica de su etimología apunta siempre a la expresión de fuerza y energía creadora. Su jeroglífico se halla representado por dos antebrazos humanos con las palmas extendidas, lo que alude simbólicamente a una abrazo energético o a la transmisión de energía al estilo de una imposición de manos. Si contemplamos el Ka en el ámbito del ser humano vivo o encarnado, el Ka aparece como la sede de la energía vital de una persona. En principio la energía que el Ka proporciona al humano es de carácter IMPERSONAL, es decir la energía que recibe el individuo según la mentalidad egipcia proviene del clan familiar. El egiptólogo Moret ( 14) llega a compararlo con la noción de “mana” del animismo africano. Pero aunque la fuente del poder sea impersonal, lo cierto es que esa fuente colectiva se determina en un individuo especifico y le otorga una energía especifica e individual. Veamos ahora este elemento antropológico en la llamada “literatura sapiencial”:
“Libera la energía creadora tu que la amas sin cesar, quien da Kaou, está en compañía de Dios (neter). Aquello que ama será realizado para él….. “
“No hables en contra de nadie Grande o pequeño es la abominación de la Ka “ (15)
En estas dos citaciones podemos hacernos una idea de la naturaleza del Ka en el hombre vivo. El ser humano posee una cantidad determinada de energía impersonal heredada cuyo origen es divino y del clan familiar y es deber del ser humano utilizarla de forma propia. Cualquier distorsión de comportamientos ético, de ruptura de normas hace que su energía personal se estanque y no fluya o lo que es todavía peor, que la energía rebote contra si mismo. La frase “ la abominación de la Ka” ha de entenderse en este sentido. Todo esto apunta a que el Ka constituye la reserva de poder del individuo y que individualmente puede llegar a traducirse en parte por el Ego personal de la persona, ligado a su herencia anímica. También en el área del sujeto vivo el Ka podía tener la función de “doble”. Esa función consistía según la percepción de la realidad que tenía el egipcio, en proyectar la energía de la persona más allá del espacio y a veces del tiempo, de forma que la persona pudiese actuar en acontecimientos que físicamente se encontraban a gran distancia.
Aunque en los textos egipcios las referencias al Ka se remitan a menudo al sujeto vivo, también en los textos funerarios las alusiones a la supervivencia del Ka son numerosas. Para la mentalidad egipcia el Ka sobrevivía en principio al fenómeno de la muerte, pero lo cierto es que tras el óbito se producía una cierta desconexión entre ese poder psico-energético y la conciencia humana identitaria, de hecho ceremonias tales post mortem como “ la apertura de la boca” sobre la momia del difunto, tenían el objetivo de despertar a esa fuerza vital que tras la muerte se hallaba desorientada . El Ka no era plenamente durable, de hecho estaba amenazado de un apagamiento o extinción si no recibía ofrendas y cuidados.
El tercer elemento básico de la antropología egipcia lo constituye el Ba. Uno de sus jeroglíficos lo representa a un pájaro Fénix (símbolo de la resurrección) con cabeza humana, lo que ya alude a su movilidad y su traslación. A menudo se ha traducido por “alma”, pero esa traducción no es afortunada, Según H Frankfort (16) la etimología del Ba apunta a lo “animado” y a menudo –aunque no siempre- aparece junto a otra forma antropológica denominada “Kahibit” que suele traducirse por “sombra”. Existe un cierto consenso entre los egiptólogos en que a diferencia del Ka que significa la fuerza impersonal, el Ba constituye un elemento psico-energético de carácter individual.
Si ahora estudiamos al Ba en la persona viva veremos cual es su roll en el espectro de la conciencia y del yo. De nuevo nos servirá la literatura sapiencial, esta vez las “Instrucciones a Merikare”
“ El hombre ha de hacer lo que es beneficioso para su Ba,en el servicio sacerdotal llevar sandalias blancas, visitar el templo sé discreto con los secretos, entra en el santuario y come pan del templo….” (17)
Pero el texto más interesante referente a la función del Ba en vida lo tenemos en el papiro de Berlín 3024 de la XII dinastía donde aparece el texto “Discusión entre un desesperado y su Ba”
“Para mi es demasiado que hoy mi Ba no quiera tener un diálogo conmigo
¡Y para mi es excesivo, es una exageración
es como si me abandonase!
Que no se vaya de mi
Que espere en mi compañía
El Ba esta ligado a mi cuerpo como una red hecha de cuerdas” (18)
En la primera citación se afirma la relevancia de atenerse a la Regla moral como condición básica para obtener beneficios para el Ba, seguir las reglas de diálogo con los dioses constituye una especie de alimento moral para la conciencia moral del individuo y tiene su trascendencia además en la dimensión de lo invisible aunque la Regla moral se observe en la dimensión visible o terrena.
En la segunda citación, un hombre desesperado desde la vida terrena y sus conflictos, dialoga con consigo mismo en desdoblamiento como su Ba, éste le insta a que no se suicide y que a pesar de las desgracias mantenga su orientación a Maat, la Justicia y la Regla. De aquí se deduce que el Ba no es exactamente el Ego, sino que constituye la reflexión moral en torno al Ego lo que podemos definir como “conciencia moral”. El Ba pervive también post-mortem, pero como el Ka no es eterno en su existencia, el juicio post mortem negativo puede llevarle a la extinción.
Como ya hemos mencionado a veces se menciona el Ba junto al Khaibit otro de los componentes antropológicos del hombre que perviven tras la muerte física .El jeroglífico del Khaibit representa a un humano bajo un parasol y un capazo; más allá de la semántica de la palabra, la imagen alude a la aparición antropomórfica cuando no existe la luz, es decir de noche , lo que refuerza la tesis de que el Khaibit significa el fantasma o aparición del difunto tras el fenómeno de la muerte. No obstante tampoco se puede afirmar que el Khaibit sólo sea relevante en el hombre tras la muerte, existe alguna pintura (19) en la que se nos muestra la proyección de la Sombra o Khaibit en un contexto que nada tiene que ver con difuntos; lo que apuntaría a una noción de Sombra también como parte psicológica del ser humano, como el asiento de lo negativo, lo perverso y lo más inconsciente.
“Cuando el alba suba hacia vosotros guardianes de Osiris
¡No retengáis prisionera a mi Ba, no vigiléos mi Khaibit!
¡Que abran camino a mi Ba, a mi Khaibit, que pueda ver al gran Dios
dentro de la capilla, el día en que se hace el examen de las Bas y que ella (Khaibit) pueda repetir mis palabras a Osiris..” (20)
“Deberás abrir el camino a (difunto), a su Ba, a su Ahk , su Khaibit que están previstos. Soy un bienaventurado excelente, despéjame el camino hacia el lugar donde están Ra y Hathor… (21)
De estas y otras citaciones que encontramos en los textos funerarios, vemos en primer lugar que el Ba posee una gran capacidad de movimiento y desplazamiento pudiendo pasar de lo visible a lo invisible. En las viñetas del capitulo 125 del Libro de los Muertos vemos como el Ba espera la psícostasis o pesada de alma y ese parece ser su roll más central, es decir el de ser el protagonista de la reflexión ético-moral sobre la biografía del difunto que se realiza en el juicio post mortem.
El segundo roll del Ba consiste en una especie de evolución en el país del Duat que no puede reducirse sólo al juicio. Durante su travesía por la Duat, el Ba tiene que circular y evolucionar, dicha evolución se halla en conexión con la superación de las diversas puertas del país de la Duat Una tercera función del Ba que también se desprende de los textos, consiste en mantener un hilo de conexión con la momia del difunto para no perder en la existencia post mortem un cierto contacto con el Egipto visible y el clan familiar.
En la esfera post mortem en cambio el Khaibit o Sombra como también se desprende de los textos, no aparece que tenga una función positiva, al contrario, parece como si lo adecuado para ella es tras la muerte una evolución rápida a través de la Duat , dado que su detención en algún estado de evolución parece entrañar algún peligro.
El tercer término clave para entender la Antropología egipcia es el Ahk. Su jeroglífico representa a un Ibis animal divino, el símbolo de la eternidad. Etimológicamente apunta a “útil”, brillante, iluminado. La traducción clásica es la de “espíritu”, pero esa traducción se halla a mi juicio demasiado lastrada por la tradición cristiana . Sin lugar a dudas el Ahk posee el significado de nobleza, iluminación y espiritualidad, es decir corresponde a la parte más elevada del correlato de la conciencia y en correspondencia la más divina. Mientras el Ba se mueve básicamente en la órbita de la Duat y del reino de Osiris, el Ahk aparece como el vehículo que el humano desarrolla para ascender al cielo y a la teología solar. Y al igual como el Ba tiene alguna conexión con el Khaibit también el Akh posee una conexión con otro elemento antropológico: el Sahu. Veamos ahora citaciones del Akh que nos lo muestran tanto en la persona viva como en la persona difunta: Mencionaremos además que el término “imakh” que aparece a menudo en la literatura sapiencial se halla semánticamente relacionado con el Ahk.
“ El que escucha, el que dice esto, está bien dispuesto en su
fuero interno
y imakh (bienaventurado) con su padre
Su recuerdo subsistirá en la boca de los vivos
Que están en la tierra o que lo estarán” (62)
El sabio del que nos habla Ptahhotep tiene como máximo objetivo en la tierra , devenir imakh. El estado de imakh significa textualmente “el que está en la luz”, es decir ser imakh consiste en alcanzar la sabiduría más alta, la del dominio de la energía y el conocimiento de la Regla, y además estar en contacto con los dioses y lo invisible y conocer sus misterios. Ya etimológicamente como puede apreciarse, el estado de “imakh” se halla interrelacionado como potencia evolutiva del Akh; se trata pues del máximo desarrollo de la parte espiritual de lo humano.
No obstante el estado de imakh en vida es muy difícil y se halla reservado a unos pocos, de los textos parece deducirse que es más fácil que la evolución del Akh tenga lugar en la Duat, en el más allá.
“Formula para abrir la gruta:
Palabras dichas por (el difunto) “ Oh alma grande en prestigio, he aquí
Que he venido para verte. He atravesado el otro mundo, he visto a mi padre
Osiris, he esparcido las tinieblas de la noche…
Me he convertido en Sahu
Me he convertido en Akh
Me he equipado (aper)
Oh todos vosotros dioses y Akhs haced un camino para mi….” (23)
De esta citación y otras como la de Los textos de las Pirámides (24) podemos deducir que el correlato espiritual que significa el Akh en la conciencia humana post mortem sobrevive a la muerte y dirige la evolución y la reflexión del difunto en el tránsito por la Duat. De hecho la evolución del Akh post mortem alcanza su plenitud cuando se superan las transformaciones, las puertas y el juicio de Osiris y la confesión negativa. Una vez que el difunto ha atravesado las principales puertas del mundo inferior y asciende a la barca solar, se convierte en Imakh, es decir un bienaventurado que vive con los dioses y puede dialogar con ellos e incluso influir como los dioses en los asuntos terrestres. Además el Akh es durable y eterno y no muestra el peligro de la extinción o de la paralización.
A menudo el Akh se tematiza en conjunción con el Sahu , de una forma que sugiere que el Sahu le presta una cierta forma corporal. El jeroglífico del Sahu consiste en un antebrazo, una trenza, un pollo, la cruz ansada, un nudo y un mono. El simbolismo de este variado ideograma es algo desconcertante, pero en términos generales apunta a la reorganización de los miembros, a su nueva conexión a través de nudos y trenzas mágicas y a la renovación de la vida a través del Per-Ank o símbolo de la Vida, también es posible que la figura del simio apunte al dios Thot el dios del máximo conocimiento. Los textos donde aparece el Sahu (25) refuerzan la tesis de que el Sahu implica una reorganización del cuerpo pero esta vez no físicamente sino psíquica y energéticamente, ya que según la mentalidad egipcia puede desplegarse etéricamente independientemente del cuerpo momificado en la tumba. El Sahu presta poder e inteligencia y a través de la germinación en la tumba se convierte en un cuerpo incorruptible a diferencia del cuerpo físico o Khat del que ha emergido. Puede decirse que se convierte en el cuerpo energético del difunto en el más allá y también posee al cualidad de ser un intermediario entre el Ba y el Akh.
El Ab también traducido normalmente por “corazón” constituye en la antropología del sujeto vivo la sede de la inteligencia y la emoción profunda, y a veces de la voluntad. Su jeroglífico representa a una vasija lo que alude al lugar en donde se guardaba el corazón del difunto tras la momificación, simbólicamente la vasija apunta a que el Ab es el recipiente sagrado del corazón humano. Veamos ahora su función en la vida terrenal:
“ Sigue tu corazón durante el tiempo de tu existencia
no cometas excesos en relación con lo prescrito
no abrevies el tiempo de seguir al corazón
Desperdiciar su momento de acción , es la abominación de la Ka
No desvíes tu acción cotidiana
De manera excesiva en el mantenimiento de tu casa
Las cosas advienen, sigue al corazón
Las cosas no aprovecharán al negligente.” (26)
De esta citación se desprende que en el hombre vivo el corazón constituye un correlato conciencial muy diferente de la mentalidad occidental. No se trata de lo instintivo a nivel primario como sede de instintos directos que reside en el elemento Hati , sino que el Ab según vemos en el texto, significa la voluntad o el deseo “espiritual” noble y elevado, el Ab o corazón constituye para la mentalidad egipcia el hacer lo que uno esta predestinado a hacer en su existencia en la tierra y no siempre el humano es capaz de seguir los dictados de su propio y especifico destino que aseguran la felicidad en la vida terrena.
En la dimensión post mortem, el Ab continua ejerciendo una función semejante, de hecho se halla estrechamente ligado con Maat, la justicia. En el Libro de los Muertos se tematiza como un correlato conciencial ligado al Ba, de forma que el difunto incluso teme que su conexión con su Ab revele aspectos de su conducta negativos. De hecho es el corazón que se pesa en la balanza frente a la mirada del Ba. Por lo tanto es el Ab el que registra la verdadera historia del individuo y su desviación de la Regla.
Por último tenemos el elemento conocido como Sekhem, este termino suele traducirse por “forma” y a veces por “poder” A menudo se le conexiona con el Ba y el Akh . Su jeroglífico lo constituye la ropa tendida, una placenta y una lechuza además de un cetro. Simbólicamente apuntan las imágenes del cetro a la autoridad y poder, y la placenta a la constitución de una forma, al igual que la tela plegada. Sekhem como elemento antropológico se utiliza tanto en vida del hombre como en el país del Duat.
“ Viene a ti tu Sekhem ente los Akhs
puro es tu Sekhem entre los Akh.
Tú eres puro, puro es tu Ba
Puro es tu Sekhem» ( 27)
De la citación y de otras de otros textos funerarios, se desprende que el Sekhem correspondía a la forma de poder y vida que el humano adquiría desde su nacimiento, de hecho en grabados como “Los textos de las Piramides” (28) se utiliza Sekhem como forma o poder en conexión con Heka o magia , para que el sujeto vivo o el difunto prevalezca a través de su energía en estados difíciles existenciales o momentos en los que debe de superar algo determinado. Pensemos que Sekhem a menudo constituye una fuerza creativa del cosmos desencadenada utilizada por Ra y otros dioses en su nominación de fuerza-poder.
Finalmente también debemos de considerar un elemento antropológico al Ren, el nombre de la persona; dada la relevancia que los mismos egipcios atribuían al lenguaje en general y en especial a la denominación especifica humana. Su jeroglífico lo constituye un hombre con la mano en la boca , una boca y el elemento agua. Simbólicamente expresa sin lugar a dudas que la palabra que surge de nosotros mismos es fundamental y constituye la base o el vehículo del pensamiento y la vida , el agua del jeroglífico es el símbolo del Nun que es el caos primordial y de la crecida del Nilo, es decir de la regeneración cósmica y apunta a que creativamente el sonido humano transmite su impronta en toda la naturaleza.
El Ren estaba escrito en el cielo, por lo tanto la nominación bautismal no era ajena a la unidad del individuo y su carácter; es decir el nombre es lo que daba ligazón y consistencia a la interrelación entre lo visible y lo invisible en la esfera de lo humano.