El vidrio en el Antiguo Egipto. Amuleto mágico (1)
Por Gina Ulloa
2 junio, 2017
Modificación: 24 abril, 2020
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Simbolismo y color

16Se han realizado infinidad de estudios científicos en lo referente al uso de los colores en el arte egipcio, sobre todo con la finalidad de entender por qué eran empleados cromatismos específicos para representar a determinadas deidades. Este fenómeno es del todo evidente al observar las ricas decoraciones en el interior de las tumbas que hasta hoy se conservan, y en las cuales es posible apreciar que esa avanzada civilización conocía y mezclaba con precisión los colores primarios [azul, rojo y amarillo], así como los secundarios [verde y naranja]. Por ello, se ha llegado a la conclusión de que el uso de determinados colores puros no significaba que desconocieran los tonos intermedios,[vi] sino que en el Egipto antiguo el arte tenía connotaciones distintas a las que hoy se le otorgan. Los egipcios transformaban todas sus manifestaciones culturales en ritos, en dualidad, en magia, y además para ellos las expresiones artísticas eran sagradas. [7]

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18Los colores que se manejaban en la faiensa, en la pasta vítrea y posteriormente en el vidrio, correspondían a los más importantes de su código cromático, es decir el azul, verde, amarillo, negro y rojo. Con el color azul lapislázuli se representaba la cabellera de los dioses; mientras que con el turquesa al río Nilo, el agua que simbolizaba lo sagrado, la purificación, la vida y la eternidad. El verde era sinónimo de la vida, la cual florecía gracias a las inundaciones anuales del Nilo, que depositaban un sedimento en sus orillas llamado Kemet. Esta palabra, por su parte, identificaba al negro, que se oponía al Dechret o rojo, tierra infértil (por esto también la importancia del negro y el rojo). Finalmente, el amarillo o dorado simbolizaba a Ra, el gran dios del sol.[8]

La decoración que se daba a los pequeños recipientes y amuletos fue también de un gran contenido simbólico. Por ejemplo, el zig zag que muestran como ornamento muchos contenedores, es una estilización del pictograma utilizado en su escritura para denominar al río Nilo, que suponía la representación de la superficie ondulada del agua. Por ello se deduce que los recipientes en que aparece dicho motivo, eran destinados a contener líquidos sagrados. Otra decoración muy interesante es la de plumas de ave. El doctor Hassan Kamal, en su libro Dictionary of Pharaonic Medicine, menciona que los egipcios utilizaban una pluma de ave como gotero para curar enfermedades de los ojos, así que los recipientes decorados con plumas posiblemente sirvieron para contener ungüentos medicinales.

La flora y fauna del Nilo fueron motivos dominantes en todas las manifestaciones del arte egipcio. Tal era el caso de los hipopótamos, cocodrilos y peces, en los que se aprovechaba la boca para servir como vertidero de líquidos. Recipientes elaborados en vidrio que resultaban muy comunes, eran los frascos en forma de columnas para guardar el “kohl”, pigmento mineral utilizado como cosmético en los ojos. Estas columnas eran similares a las empleadas en la arquitectura egipcia como soportes en los templos, y representaban la flora que crecía a las orillas del Nilo, es decir, el loto, el papiro y la palma datilera.

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La civilización egipcia hundía sus raíces en lo más arcaico y la religión penetraba en todas las facetas de la existencia, tanto en lo social y político, como en lo económico. Para los egipcios, todo lo que sucedía era voluntad de Dios y por consecuencia era más importante la vida ultraterrena, en tanto que resultaba eterna. Así pues, no debe extrañar que casi todas las expresiones de su arte demostraran una obsesión por la muerte, o mejor convendría decir, por la inmortalidad. Era necesario un cuerpo que se conservara eternamente para poder emprender la vida futura, hecho que obligó a momificar los cuerpos a fin de evitar su descomposición. El cadáver, después de pasar por un elaborado proceso de extracción de órganos internos, se sumergía en una pila con grandes cantidades de natrón (curiosamente, uno de los principales componentes del vidrio), el cual absorbía todo el líquido que contenía, evitándose así la descomposición. Después de 70 días, el cuerpo se limpiaba y perfumaba con ungüentos, para luego ser envuelto con vendas que medían de 500 a 700 metros, aproximadamente. Entre las vendas se colocaban cerca de 200 diferentes amuletos, elaborados en oro, plata, marfil, pasta de vidrio y piedras semipreciosas como la turquesa, lapislázuli y cornalina. Todos estos enseres estaban trabajados en colores y materiales simbólicos, que les permitían actuar como talismanes con poderes mágicos para proteger a los muertos contra las fuerzas malignas o las dificultades que enfrentaran en la eternidad, así como para atraerles el apoyo de las personas bondadosas.[9]

21Dicho simbolismo, con sus recetas mágicas, lo podemos encontrar registrado en diferentes párrafos del Libro de los Muertos, el cual describe los rituales necesarios para poder vivir eternamente. A continuación, se cita un bello pasaje en el que se habla de la importancia del vidrio, cuando Maat, la diosa de la justicia, pregunta al difunto:

<<¿Qué te dieron a ti?, una llama de fuego y una tableta de cristal. ¿Qué hiciste tú con ella?, la enterré en el surco de Maat. ¿Qué encontraste en el surco?, un cetro de pedernal, llamado dador de vientos. ¿Qué hiciste tú con la llama de fuego y la tableta de cristal?, pronuncié palabras para ti, las desenterré, extinguí el fuego y rompí la tableta que hice de la laguna de agua. Ven pues, pasarás por esta puerta si pronuncias mi nombre; peso de justicia y verdad es tu nombre.>> [10]

 Este es en realidad uno de los testimonios más importantes que se conocen sobre el uso ritual que los egipcios daban al vidrio. Lo verdaderamente interesante, es que el ideograma que usaban para mencionar al vidrio en textos de relieves y papiros nunca cambió, y servía indistintamente para identificar a la faiensa o al cristal. Con ello podemos deducir que para los egipcios no había diferencia entre ambos productos, ya que estaban elaborados con prácticamente la misma fórmula de elementos químicos.


Notas:

[1]Hoy en día se le conoce como río Na’aman, en Palestina

[2] Plinio el Viejo. Historia Natural. Libro XXXVI, págs. 191-192.

[3]Proverbios. Capítulo XXIII, versículo 31.

[4] “Elogio a la Sabiduría”. Capítulo XXVIII, versículos 1 a 28.

[5] Plinio señala que la esmeralda era más imitada que ninguna otra gema.

[6] La peinture Égyptienne. Ginebra, Mekhitarian, 1954.

[7] Afirmación de María Teresa Bedman, miembro de la Asociación de Egiptología Española.

[8]J. Yarza. La pintura del antiguo Egipto. Barcelona, s.p.i., 1991.

[9] Wilkinson J. Gardner. Los egipcios, su vida y sus costumbres. Valencia, Ediciones Lepius, s.f.

[1o] Basilio Losada. El libro de los muertos. Barcelona, Verón Editor, 1979. Capítulo CXXV.

 

Autora Gina Ulloa

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