Textos de Liberación de final del dominio de los Hicsos y comienzos del Reino Nuevo
Por Cristina Pino
12 marzo, 2004
Modificación: 3 junio, 2019
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La disputa de Sekenenre y Apopi

La llamada por Manetón Dinastía XVII parece haber estado formada por gobernantes locales del nomo tebano que reinaban en el Bajo Egipto y en algunas zonas del Medio. Estos monarcas fueron los guardianes de las tradiciones de la Dinastía XII, que también era Tebana. En total reinaron unos 75 años. Era una monarquía pobre ya que carecía de los recursos de minas y canteras que, en aquellos momentos, estaban en poder de los hicsos o de los Kushitas.

Son característicos de la Dinastía XVII unos sarcófagos llamados rishi, palabra árabe que significa pluma, aludiendo a su decoración[11]. La necrópolis de estos reyes tebanos se encuentra en Dra abu el-Naga, al Norte de la Calzada de Deir el-Bahari.

Los últimos reyes de la Dinastía XVII y los primeros de la XVIII son:

dinastía XVIII-XVIII

Sekenenre Taa I estuvo casado con Tetisheri, una influyente mujer que vivió hasta comienzos de la Dinastía XVIII. Su hijo Sekenenre Taa II, cuya esposa Ahotep tuvo también gran influencia, fue seguramente el iniciador de las luchas de liberación contra los hicsos y a él se refiere la historia que veremos a continuación. Sekenenre Taa II y Ahotep fueron los padres de Kamose y Ahmose, definitivos vencedores de los invasores hicsos.

La disputa de Sekenenre y Apopi[12] es un texto recogido en el papiro Sallier I, una colección de documentos escritos por un tal Pentaur como ejercicio escolar[13]. La Disputa es, probablemente, una narración del inicio de la guerra contra los invasores. Comienza así:

Aconteció pues que la tierra de Egipto estaba en dura aflicción y que no había un Señor como rey de ese tiempo. Ocurrió que el soberano Sekenenre, era gobernante de la ciudad del Sur. Había, sin embargo, dura aflicción en la ciudad de los Asiáticos, estando el príncipe Apopi en Avaris. Todo el país le presentaba ofrendas trayéndole sus tributos…. El rey Apopi tomó para sí a Seth como único señor y no servía a ningún otro dios que hubiera en todo el país.

El texto sigue narrando como los consejeros del hicso Apopi se quejan ante el rey de la molestia que les producen los ruidos de los hipopótamos del estanque que había al Este de la Ciudad del Sur, es decir, Tebas. Queja ciertamente extraña, pues Tebas está a más de 700 Km de Avaris.

Apopi traslada su protesta a Sekenenre y este se quedó sorprendido un buen rato y sucedía que no sabía replicar al heraldo del rey Apopi.

Cuando el tebano consigue salir de su asombro, convoca a su Consejo. Y aquí, desgraciadamente, dejó Pentaur su ejercicio.

Esta curiosa historia tiene varias interpretaciones. Una es la que dio acertadamente Masperó, que la consideró un típico relato oriental en el que dos gobernantes compiten en ingenio. Pero el inicio del cuento nos indica que es más que eso, es, sobre todo, una versión de la aberración histórica y religiosa que los hicsos debieron ser para los egipcios. El texto insiste en la impiedad de este pueblo que solo reconocía como dios a Seth, mientras Sekenenreno se confía a ningún otro dios que haya en el país excepto Amón Ra, rey de los dioses.

Es en esta interpretación religiosa como debemos entender la queja de Apopi, pues los tebanos practicaban, y así lo representaron en sus tumbas desde el Reino Antiguo, la caza ritual de los hipopótamos, animal que se identificaba con Seth[14]. La queja de Apopi y su exigencia de que se cese en esta práctica, tiene que ver con la ofensa que los reyes tebanos infringen al dios que los hicsos veneran.

La momia de Sekenenre Taa II, hallada en el escondite de Deir el-Bahari en 1881, es una evidencia de que el rey encontró la muerte de forma violenta, pues tiene cinco heridas. Bietak y Strouhal la examinaron en 1974 y llegaron a la conclusión de que, al menos una de ellas, tiene la forma de una cabeza de hacha sirio-palestina de un tipo corriente en el Delta Oriental en esta época, de acuerdo con las piezas halladas por el propio Bietak en sus excavaciones de Tell el-Daba[15]. Así pues, el enfrentamiento que seguramente narraba la Disputa de Sekenenre y Apopi, debió de terminar trágicamente para el rey tebano.

El hijo y sucesor de Sekenenre Taa II, Kamose, es el protagonista de una serie de hazañas narradas en los importantes documentos que se verán a continuación.


[11] En el Metropolitan Museum hay un interesante ejemplar perteneciente a una mujer llamada Reri. Hayes, W. (1990), vol. II, pg. 31.
[12] El texto de La Disputa de Sekenenre y Apopi en Gardiner, A. Late Egyptian Stories. Bruselas, 1932. Pg. 85. Las traducciones castellana en Serrano (1993), pg. 108 y Lara Peinado, F. El Egipto faraónico. Madrid, 1991. Pg. 94. La traducción inglesa en Wente, J.R., Faulkner, E., Simpson, W.K. The literature of Ancient Egypt. New Haven y Londres, 1973. Pg. 77. Las traducciones francesas en Lalouette, C. Thebes ou la naissance d’un empire.París, 1995. Pg. 113 y Lefebvre, G. Romains et contes Égyptiennes de l’epoque pharaonique. París, 1982. Pg. 131.
[13] El Papiro Sallier I se guarda en el Museo Británico.
[14] La interpretación religiosa de la caza de hipopótamos puede verse en Säve Södelberg, T. On egyptian representations of hippopotamus hunting as a religious motive. Upsala, 1953.
[15] La momia de Sekenenre Taa II se halla actualmente en la sala 52 del Museo de El Cairo.

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