También desde el yacimiento arqueológico de El Lisht han llegado diversas noticias. Supimos, por ejemplo, que el equipo de la Universidad de Alabama, bajo la dirección de Sarah Parcak, ha procedido a la documentación unas 800 tumbas del Imperio Medio. A este gigantesco trabajo, además, se sumaba la detección de una tumba de un alto dignatario cuya eterna morada se encontraba a unos 300 metros de la pirámide de Sesostri I. En el interior de esta tumba aparecieron diversas cámaras y sarcófagos, uno de ellos con una peculiar ornamentación en forma de escalera.
Las investigaciones realizadas más allá de los yacimientos arqueológicos, también han sido especialmente fructíferas. En junio un análisis a 1087 restos humanos descubiertos en el oasis egipcio de Dakhla, determinaba que el índice de incidencia del cáncer en el antiguo Egipto era mucho menor que en la actualidad, aún teniendo en cuenta factores como que en la antigüedad la media de vida de las personas era más corta o que algunos de los restos estudiados podían haber sido de personas que fallecieron de cáncer sin que queden restos en sus huesos. Entre los casos estudiados los investigadores han podido identificar un cáncer de recto que afectó a una persona que murió con unos 50 años, pero también han localizado casos de cáncer en personas que fallecieron entre 20 y 30 años, posiblemente causadas por el virus del papiloma humano que suele afectar a personas jóvenes.
Entre las investigaciones más llamativas también se encuentra la identificación de una extraña masa blancuzca, aparecida en la campaña de 2013-14 en el interior de un recipiente cerámico en las excavaciones realizadas en la tumba de Ptahmés, alto dignatario durante el reinado de los faraones Seti I y Ramsés II. Resultó que esa masa era queso , puede que el más antiguo conocido, y fue realizado con una mezcla de leche de cabra, oveja y vaca.
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