Las nodrizas reales de la Dinastía XVIII
Por Naty Sánchez Ortega
1 agosto, 2017
Modificación: 9 febrero, 2023
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Isis amamantando a Horus. Escultura. Museo Nubio. Baja Época. Procedencia desconocida.

Arquetipos divinos

La egipcia era una sociedad de discurso mítico. En su mentalidad, los distintos “tipos” humanos se regían por un episodio mítico acontecido in illo tempore, en un tiempo sagrado, más allá de la historia. En el caso de las nodrizas egipcias, resulta muy evidente su asimilación con un arquetipo isíaco, evocador de los esfuerzos de la diosa por alimentar al hijo de Osiris y protegerlo de los peligros que acechan constantemente con destruir la vida, sintetizados en la figura de su hermano Seth. Aunque la madre de leche está desprovista de toda asociación con el trono y con la realeza, funciones isíacas propias de la madre real, asimila en su persona este aspecto protector y alimenticio de la diosa madre por excelencia del panteón.

La imagen arquetípica de la diosa Isis con el niño Horus sobre su regazo será el prototipo simbólico de la nodriza en los relieves con algunas variantes; la nodriza no siempre está amamantando al niño, sólo se unen por un gesto de afecto. Dicha imagen no se ligaba sólo a una supuesta lactancia, que obviamente es una tarea exclusiva de lo femenino, sino también a otros aspectos educativos, pues los tutores masculinos de los príncipes adoptaron la misma forma de representarse en relación al príncipe que custodiaban. En consecuencia, la imagen arquetípica implicaba no sólo la nutrición física del infante, sino también la psicológica y la espiritual. Recordemos que en el mito, dado que Isis tiene que esconder a Horus de Seth, dedicará todo su tiempo a educarle para el día en que llegue a reinar. Esto significa transmitirle las claves culturales de la civilización egipcia, los valores de la realeza, conceptos religiosos, normas de conducta, etc.

En estrecha relación con la lactancia, la nodriza se aproxima a otras tres diosas: Anuket, Nut y Hathor, que simbólicamente amamantan al rey y en ocasiones a otros difuntos en su forma de árbol cósmico, aunque éste puede encarnar también a la propia Isis, como sucede en la tumba de Tutmosis III en el Valle de los Reyes. Exclusiva de la realeza es la imagen del rey amamantándose de las ubres de la vaca cósmica. Los ejemplos de esta imagen durante la Dinastía XVIII son de gran belleza.

anuket-ramses-egiptologiaDisponemos de buenos ejemplos para estudiar la iconografía de las nodrizas en las tumbas tebanas de la Dinastía XVIII, pero también en otras áreas, como Amarna o la necrópolis menfita de Saqqara. De hecho, algunos autores consideran un fenómeno excepcional de esta Dinastía la representación de las nodrizas y de los tutores de los príncipes, considerando que la causa fue una relajación en las normas del decoro que regía el arte egipcio, especialmente tras los episodios de Hatshepsut y Akhenaton[1]. El hecho es que un rey se representa en menor escala que uno de sus subordinados, en una actitud de dependencia, lo cual rompe las convenciones mantenidas hasta ese momento. En mi opinión, esto sólo fue posible en tanto que la nodriza -y los tutores masculinos- están transmitiendo arquetipos divinos, que son los que se imponen simbólicamente en la iconografía artística. Sin embargo, es muy significativo que justo de esta época se hayan conservado varias momias de nodrizas -algunas enterradas en el mismísimo Valle de los Reyes-. Sin duda, estas mujeres gozaron de un importante reconocimiento en la corte y, como se verá, algunas de sus hijas fueron reinas de Egipto, esposas de los niños que sus madres habían cuidado. Tiyi II, nodriza de Nefertiti y quizás también de sus hijas, fue ella misma reina. Todo esto avala, una vez más, que en ningún momento debe considerarse una significación despectiva por parte de la sociedad egipcia hacia las figuras femeninas que atienden a la infancia, sino todo lo contrario.

Siguiendo el ya mencionado arquetipo isíaco, la iconografía clásica de la nodriza real nos la muestra sentada con el infante sobre su regazo, al que suele rodear con el brazo en un gesto de afecto. La ubicación de las imágenes tiende a aparecer en la sala transversal de las tumbas, en el caso de las tebanas, en un contexto de ofrendas. Como sucede en los demás ámbitos artísticos, las representaciones en época amárnica son más excepcionales, siendo uno de los pocos casos donde se ve la figura de la nodriza de pie amamantando al bebé, y además no en contexto de ofrenda sino durante el duelo por una princesa fallecida. Analizaré los detalles de este caso excepcional más adelante.

El niño o niña se representa de diversas maneras. Respecto a la edad oscila entre unos meses de vida, como en la Tumba Real de Amarna (TA 26), y unos diez años de edad. Casi siempre lleva la trenza infantil. A veces está desnudo; otras, vestido, pero si se da el caso de no llevar indumentaria tiende a portar algún tipo de objeto o insignias que lo identifiquen, ya sean collares, mazas, etc.[2] Si los relieves aluden a un rey y se han realizado tras su coronación, el monarca suele aparecer completamente vestido y con la corona azul, y con una escena de dominio de los enemigos, sometidos a sus pies o atrapados con una cuerda.

Escena de la tumba de Qenamón (TT 93). XVIII Dinastía. Reino NuevoLa madre de Qenamón, llamada Amenemopet, fue una de las nodrizas deAmenhotep II, hijo de Tutmosis III y Merytre-Hatshepsut.En esta escena podemos contemplarlos a ambos en la iconografía más representativa de las nodrizas, con el rey ya coronado, pero con aspectode adolescente sentado sobre su regazo, unidos por un abrazo impregnadode ternura. Este hecho hacía de Qenamón un “hermano de leche” del rey.Ambos crecieron juntos y en la edad adulta Qenamón realizó importantestareas al servicio del monarca, pues llegó a contar con casi ciento cincuenta títulos.

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