La alimentación de los Egipcios
Por Rosa Pujol
2 noviembre, 2003
Modificación: 10 junio, 2020
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Hábitos alimenticios

Hay muy pocas evidencias que nos ilustren sobre cuando y cuantas veces comían los habitantes del Nilo. Es probable que las clases dirigentes, incluyendo el faraón, comieran dos, o quizás tres veces al día. Tomando como referencia el Himno Caníbal, así como los rituales del templo, parece que los ricos tomaban una comida ligera al amanecer, y luego una gran comida y cena. Es probable que los grandes banquetes que nos muestran las tumbas no comenzaran por la noche, sino que lo hicieran por la tarde temprano, prolongándose hasta entrada la noche.

Las clases trabajadoras seguramente tomaban un simple desayuno de pan con cebollas, y luego hicieran una comida principal bien pasado el mediodía.

Hay también muchas discrepancias acerca de quien comía qué, ya que la dieta egipcia variaba sensiblemente dependiendo de la clase social de los individuos. La mayor parte de la información que tenemos sobre la vida cotidiana en el AE se refiere a las clases más altas, y proviene de las tumbas de élite y de los relieves y pinturas de los templos. No obstante, los textos, algunos yacimientos como Amarna, Deir el Medina y Malkata y las escenas pintadas en las tumbas, nos aportan valiosa información relativa a las clases menos favorecidas.

Hay una cosa segura: los egipcios comían sentados. Comían solos o en parejas ante una mesita con todo tipo de alimentos: carne, aves, frutas y dulces. Además de gran cantidad de pan y cerveza. Los niños se sentaban en el suelo sobre esteras o cojines.

La familia no se reunía para desayunar. El padre comía pan, cerveza y un trozo de carne y algún pastel en cuanto acababa su aseo. La madre desayunaba mientras la peinaban o inmediatamente después. Todos hemos visto relieves en los que una dama sostiene un espejo mientras su sirviente le ofrece una bebida.

Aunque en las representaciones de banquetes no suelen aparecer copas, ni platos, las colecciones arqueológicas nos muestran ejemplos de vajilla variada y abundante, que les permitiría comer purés, sopas, etc. Suponemos por tanto que no solo tenían platos, sino también cucharas, cuchillos y tenedores, ya que en los museos existen piezas parecidas, aunque bien es verdad que no son muy abundantes. En cambio, con frecuencia aparece una jarra y una palangana bajo las mesitas de provisiones, lo cual nos da idea de que los egipcios comían mucho con los dedos.

Después de la comida de la tarde, los egipcios aún permanecían levantados un par de horas que dedicaban a charlar o algún juego. No olvidemos que sus casas estaban alumbradas por medio de lámparas de aceite de ricino o de oliva. Esto les daba autonomía para permanecer despiertos tras la puesta del sol.

Una ocasión especial eran los banquetes. Para los egipcios era un placer reunirse para comer o cenar con un gran número de familiares y amigos. Los banquetes que vemos representados en las tumbas no son más que una imagen de los que el difunto realizó en vida.

Como es natural, previamente al banquete había una gran agitación en las despensas y en la cocina. Se mataba y troceaba un buey, se asaban ocas. Se ponía la cerveza, el vino y los licores en las jarras. La fruta se disponía en forma de pirámide en cestas y fruteros. Se preparaban las copas, y se decoraban las mesas con guirnaldas de flores. La casa se limpiaba en profundidad, y se avisaba a los músicos, cantantes y bailarines de ambos sexos. Entonces, los anfitriones recibían a sus invitados y todos se acomodaban. Los dueños de la casa se sentaban en butacas de respaldo alto, mientras que los invitados lo hacían en taburetes de patas en forma de X o verticales. En las casas más humildes, los invitados se sentaban en esteras. Los hombres se colocan a un lado y las mujeres a otro. Ptah-hotep recomienda a los jóvenes, e incluso a los hombres maduros que no miren demasiado a las mujeres.

Cuando se servía la comida, los músicos tocaban melodías, ya que los egipcios consideraban que las delicias del paladar y del oído debían ir juntas. Incluso una vez saciado el apetito, la fiesta continuaba con más música, danza y acrobacias. Según avanzaba la velada, se consumían nuevas golosinas por puro placer.

La carne, de uno o de otro tipo, estaba al alcance de la mayoría de la población al menos una o dos veces por semana. La carne de vacuno no era la más consumida por la población general, ya que los rebaños eran propiedad de la clase social más elevada por ser los animales de mayor tamaño y requerir mucho gasto para su alimentación. Por lo tanto solo consumían vacuno con frecuencia el rey y la corte, así como el clero residente en los templos, donde se ofrecían constantemente sacrificios de animales. Las personas relacionadas con la carne, matarifes, carniceros, etc. también podían tener acceso a este costoso alimento.

Las personas ajenas a la realeza y al clero, incluso las ricas, solo sacrificarían un buey en los grandes acontecimientos, o para conservar su carne de alguna manera, ya que un solo animal podía alimentar a muchísimas personas. Así, solo mataban un buey quienes estaban seguros de poder consumirlo en tres o cuatro días. Lógicamente esto sucedía en casas muy acomodadas y con mucho personal a su cargo. El buey únicamente estaría al alcance de los campesinos y plebeyos en los días de fiesta, cuando la carne del ganado sacrificado en el templo se distribuía entre el pueblo.

Las aves -salvajes o domésticas- y el pescado estaban al alcance de todos, exceptuando a los más pobres, ya que se podían conseguir fácilmente por medio de la caza y la pesca. Los artesanos y personas de clase media criaban ovejas, cabras y cerdos (el llamado ganado menor en el AE) en sus propios corrales o pequeñas fincas. Si es que los comían, los ratones y los erizos eran animales que todo el mundo se podía permitir.

Hay ciertas evidencias de que se vendían en los mercados algunos productos cárnicos, probablemente excedentes de los templos, pero solo los más acomodados podían pagarlos.

Por lo tanto, resulta evidente que la carne no era la parte más importante de la dieta de los egipcios, que se suplementaba con el consumo de verduras, principalmente legumbres y hortalizas como fuente de proteinas, así como productos animales como los huevos, la leche y el queso. Las verduras estarían al alcance de todos los egipcios y lo más popular entre la población común serían las cebollas, los guisos de verduras, ensaladas y sopa de lentejas, acompañado de pan y regado con cerveza.

Los ricos comían igualmente ensaladas y verduras, pero suplementando la dieta con patos asados, pinchos de vacuno y pescado a la parrilla o salteado. Los ricos disfrutaban de una oferta mayor en cuanto a las bebidas que las clases trabajadoras, ya que contaban con varios tipos de vino y zumos, además de la cerveza.

Tanto los ricos como los pobres consumían gran cantidad de panes y pasteles, elaborados con harina de semillas y rellenos de higos o dátiles, aunque es probable que las clases bajas solo tuvieran acceso a este tipo de pasteles en los días de fiesta y ocasiones especiales.

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