Juegos ortográficos en la escritura jeroglífica egipcia antigua
Por Jorge Roberto Ogdon
17 noviembre, 2006
Modificación: 18 febrero, 2017
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La cualidad del jeroglífico egipcio antiguo para actuar, simultáneamente, como signo y símbolo, le ha permitido a esta escritura servirse de sistemas de analogías abiertas, en tanto significantes polivalentes de signficación variable. En otras palabras, los antiguos egipcios tenían un “metalenguaje”, que expresaban mediante significantes consustanciados con expresiones de sentido diferente o contradictorio. Esta capacidad de agrupar expresiones gráficas condujo a lo que hoy conocemos con el nombre de “inestabilidad ortográfica”, como parte de una amplia y flexible organización de imágenes mixtas.

Categorización de los jeroglíficos

Recordemos que el sistema jeroglífico egipcio cuentan  con tres tipos de signos fonéticos: mono-, di- y trisílabos, i.e., imágenes logosilábicas que denotan los sonidos expresados en un solo golpe de voz; p. ej., el logosílabo para “lechuza” ( image002– Gardiner Sign-list G17) para denotar el fonema m; el de la “aguja para cabello” (image004 – Gardiner Sign-list U 23), para los fonemas m + r = mr; o el de la “tabla de ofrendas + pan triangular” (image006– Gardiner Sign-List R4) para los fonemas H + t + p = Htp [véase figura 1a-c, respectivamente].

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Figura 1

Por otro lado, este sistema otorga a cada signo tres valores lingüísticos diferentes, a saber:

1-Puede emplearse como un logograma puro; p. ej., una “cabeza humana vista de perfil” ( image008– Gardiner Sign-list D1) significa simplemente eso, “cabeza”.

2-Como un logosílabo; p. ej., “cabeza” se decía te + pe = tepe, de donde el logograma “cabeza” denotará dicha combinación de sonidos independientemente de su signoficado primario, e.g., en la voz te + py = tepy, “primero, a la cabeza de”; y

3-Como un indicador semántico o determinativo genérico, en cuyo caso el signo actúa como un complemento afonético de aquellos que expresan la parte fonética de las palabras, con el propósito de definir su sentido léxico.

Esta combinación de categorías de signos, como apreciamos, puede operarse de diversas maneras, lo que conduce a que, intrínsecamente, el sistema tolere numerosas variantes a momento de escribir un término; p- ej., existen más de una veintena de formas para escribir la palabra “terraza” (image010, xAt).

De acuerdo a su categoría funcional, un signo puede extender sus posibilidades ortográficas a través del valor preciso que se le asigne en la combinación de otros signos; es lo que se denomina la “virtud extensiva” que posee el sistema y que puede fundarse en las siguientes analogías:

Analogía morfológica

Un signo puede tomar el valor de otro debido a que se le asemeja formalmente; p. ej., la “vasija de vino” (W6 Gardiner-Sign-list W6) puede sustituir al “corazón (de oveja)” (F34 – Gardiner Sign-list F34), y adoptar su valor fonético ib, cuando su verdadero valor es ip [véase figura 2].

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Figura 2

De manera inversa, se puede dar a un mismo signo, en tanto que se desee repetirlo en combinación con los demás, formas diferentes para precisar “analíticamente” el sentido total de la palabra. Este recurso se conoce con el nombre de disimilitud gráfica; p. ej., el número plural de “estatua” (Xn.tyw) se puede expresar por la triplicación del indicador semántico que representa dicha escultua,  sólo que cada una de las tres imágenes puede ser distinta: la primera representa una “estatua cubo (o bloque)”; la siguiente una “estatua regia antropomorfa”; y la última, una “momiforme” (u osiriana) [véase figura 3].

Cada imagen aporta un suplemento informativo que va más allá de los meramente lingüístico: la estatua de la que habla la palabra, en este caso en particular, es, primero, una estatua cubo, segundo, de carácter áulico, y, tercero, de naturaleza funeraria. Así el término refiere a la estatua de un faraón muerto.

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Figura 3

Analogía fonética

A lo largo del tiempo, y debido a los fenómenos de inestabilidad ortográfica y de la denominada “reducción fonética” – un recurso de economía del lenguaje -, un signo puede ser “reducido”, e.g., perdiendo una sílaba considerada débil en la pronunciación o que ya no se pronunciaba más en el habla corriente, como ocurre en los nombres divinos de Amón (imn) o de la diosa del Oeste (imntt), que pueden aparecer con o sin la i inicial.

Esto condujo a que un signo pudiera emplearse con varios valores fonéticos, y, consecuentemente, expresar palabras diferentes del léxico corriente; así, el signo del “cánido erguido” (E17 Gardiner Sign-list E17) puede denotar el término “dignatario” (sAb), pero también el de “hijo” (sA), por la pérdida de la bterminal del trisílabo.

Analogía semántica

Un signo que representa una idea puede extender su valor por metáfora, metonimia o antonomasia para denotar nociones relacionadas entre si; p. ej., el logograma “cinocéfalo sentado en actitud de adoración” (Período Ptolemaico), animal consagrado al dios-ibis Thot, puede usarse para escribir el nombre propio de esta divinidad, pero también para expresar conceptos asociados a sus funciones, i.a., “hablar” (verbo,dyed), “saber” (verbo y sustantivo, rej), “contar” (verbo, ip) o “escribir, escrito” (verbo y sustantivo, sesh).

Si bien el repertorio de signos empleados en el curso de la historia egipcia tuvo una cierta estabilidad durante cada época, en la práctica siempre existió la posibilidad de ampliar sus valores a través de la creación de “nuevos” signos que se empleaban para expresar, analíticamente, nociones preexistentes o, con mayor razón, ante la aparición de otras novedosas o inexistentes en tiempos anteriores; p. ej., el signo del “carro de guerra” (Gardiner Sign-list T17) necesariamente nació luego de que los egipcios adoptaran ese artefacto, antes desconocido por ellos, a partir del Periodo Hicsos o poco después.

Las actualizaciones de signos antiguos podemos ejemplificarlas con el caso del nombre propio del dios tebano, Amón, cuando, a partir del Reino Nuevo, comenzo a escribírselo como un “ojo” (Gardiner Sign-list D4) encerrado en una “porción de tierra” (Gardiner Sign-list N17), implicando tanto la fonética del mismo (imn) como su significado teológico, “El Oculto, el Invisible”. Es a partir de este “neograma” ue derivará el famoso “Ojo de Dios” cristiano, encerrado dentro de un triángulo, para indicar la noción de Dios como “el Ojo que todo lo ve” y, también, la de “aquel quien esta oculto en el Mundo”. Una variante egipcia del antiguo formato muestra una “línea de agua quebrada” (Gardiner Sign-list N35) sustituyendo al “ojo”, pero el sentido fonético y léxico es exactamente el mismo.

Este recurso permitió que, con el correr del tiempo, el uso de los ochocientos signos de la escritura, habituales durante el período del Egipcio Clásico (Reinos Antiguo y Medio) llegara, para el Período Grecorromano, a mas de… ¡ocho mil!, lo que implica un salto del mil por ciento en el arsenal grafico.

Tamaña hazaña en la historia de la escritura tiene pocos antecedentes, si alguno. Fue la dialéctica del incremento en la signografía la que ayudó a alcanzar esta cifra exagerada en el reservorio de imágenes disponibles, ya que comenzó a aplicarse la asignación de valores fonéticos análogos a signos de lo más diversos y cuyos valores originales  eran completamente diferentes.

Por ejemplo, el logograma “pelo” (D3 Gardiner Sign-list D3) llegó a tener los valores fonéticos de wS, wA,nm y nbd, entre otros. El trisílabo nfr pudo expresarse con los logogramas F36(“tráquea y pulmones” Gardiner Sign-list F36), M9(“flor de loto” Gardiner Sign-list M9 y vars.), E32(“cinocéfalo parado [o sentado] Gardiner Sign-list E32 y vars.), S1(“Dcorona Blanca” Gardiner Sign-list S1) o S9(“Corona de Dos Plumas Rígidas” Gardiner Sign-list S9). En el templo de Esna, durante el Período Grecorromano, se han detectado ochenta y cuatro formas diferentes para escribir el logosílabo n.

En consecuencia, el sistema de escritura jeroglífico egipcio, en tanto va más allá del mero fenómeno lingüístico, posee un rico arsenal de significantes gráficos que supera con creces las posibilidades de cualquier otra escritura conocida en la historia de la Humanidad.

Bibliografía selecta

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