El escriba sentado, también conocido como El escriba sentado del Louvre, es una de las estatuas más representativas de la escultura del Imperio Antiguo de Egipto, y una de las más famosas y bien conservadas de toda la Civilización egipcia. Fue esculpida entre los años 2480 y 2350 a. C.
Realizada en una época en que Egipto se encuentra en gran esplendor y el arte se ocupa de objetos más pequeños, reproduciendo la vida cotidiana. Los escribas, indispensables en el Estado fuertemente centralizado, son representados muy a menudo.
Representado mientras escribe en posición sedente, con las piernas cruzadas, está utilizando el cálamo sobre un papiro…
Su cuerpo está esculpido en caliza, y sus ojos tallados en cristal de roca, cuarzo blanco y ébano.
Del análisis de la obra, lo que más conmueve es el gran realismo de la representación de este hombre. Su posición es hierática, solemne y ritual…
Su rostro expresa vivacidad, inteligencia y alerta. Sus ojos son atentos, con mirada firme, penetrante, punzante y llena de vida.
Esboza una leve sonrisa a través de sus finos labios.
Debo remarcar la gran simetría estética y conceptual de la obra, lo que captura nuestra atención y denota la importancia de la labor de los escribas en Egipto.
Para la reconstrucción he respetado las proporciones de la obra, su rostro macizo pero delicado, en el que resaltan los bellos pómulos, la perfecta nariz, la boca silenciosa, fina, sonriente, las manos en perfecta posición, su cuerpo algo rollizo y ante todo la expresión vivaz de su eterna mirada.