El perfume en el Antiguo Egipto
Por Rosa Pujol
12 enero, 2004
Modificación: 10 junio, 2020
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Encontramos muchas referencias a los perfumes en la literatura referidos a los templos, a sus cultos y ceremonias, así como en las cosmogonías, teogamias, banquetes funerarios o mundanos, y de manera especial en los poemas eróticos.

Cosmogonías

Concretamente en el Mito de Osiris, vemos que cuando Isis llega a Biblos en busca del sarcófago en el que está el cuerpo de su marido, la diosa queda desfallecida llorando. Entonces pasan por allí las damas de la reina y percibiendo su intenso perfume de ambrosía se acercan a ella. Isis se ofrece a ungirles el cuerpo con su perfume y a trenzar sus cabellos para poder estar cerca de la columna de madera de tamarisco que oculta el sarcófago. Y, aunque ella intenta hacerse pasar por una sirvienta, ese persistente aroma es lo que la descubre ante la corte como Diosa.

Teogamias

En las teogamias también el perfume tiene su papel protagonista. Sabemos con certeza que las teogamias eran un modo de propaganda o un intento del faraón de probar su origen divino. Para ello hacía representar en las paredes de los templos lo que se llamaba teogamia. Esto consistía en hacer ver que su madre lo había engendrado como resultado de un contacto carnal con el dios. Para este contacto, los dioses se valían del perfume de ambrosía que, al parecer, resultaba irresistible a la mujer escogida como madre del faraón. Aquí cito un pasaje textual sacado de las paredes del Templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari, en el que se explica como el propio dios Amón visita a la reina Ahmose y engendra a la futura heredera. El perfume juega un importante papel:

La encontró dormida en las profundidades de palacio, pero su divina fragancia la despertó y ella le sonrió. Él sintió avivarse su deseo y se acercó a ella inmediatamente. Le dio su corazón y le reveló su verdadera forma divina. Según se le acercaba, ella percibió su belleza y se alegró. Entonces el amor de él fluyó a través de su cuerpo y el palacio se inundó de un aroma celestial, con toda la fragancia del Punt….

Una vez el dios hubo satisfecho su deseo por Ahmose, le indicó el nombre que debía poner a la niña, y vaticinó que sería la Reina de las Dos Tierras. En otro pasaje del mismo templo, se dice de la pequeña Hatshepsut:

Su cuerpo estaba cubierto del más fino incienso. Su aroma era una lluvia divina, su olor era como el del Punt.

(Por cierto, para cualquier persona que no supiera leer jeroglíficos, la reina recién nacida era varón, ya que tanto ella, desnuda, como su alma aparecen representadas con sexo masculino).

Encontramos textos iguales o parecidos en las teogamias de Amenofis III en el Templo de Luxor y de Ramsés II en el Ramesseum

Poesía amorosa

Pero es en la poesía erótica donde desplegaron mayor ingenio los egipcios al valerse de los perfumes y sus ingredientes para lanzar una especie de mensajes cifrados de alto contenido sexual. Todos sabemos que, a diferencia de otras culturas antiguas, los egipcios eran muy comedidos y discretos en cuanto a temas relacionados con la sexualidad, lo cual no quiere decir que no fueran un pueblo amante de los placeres como el que más, sino que simplemente no eran propensos a hablar de ello. No obstante sí encontramos ciertas alusiones más o menos veladas a temas eróticos con los perfumes como excusa.

A nadie se le escapa la carga sensual que pueda tener un perfume aplicado a la piel, las ropas o los cabellos, y, por supuesto el gran poder de evocación que los aromas poseen. Los poetas o enamorados de época faraónica encontraron en las fragancias la inspiración para poemas con alto contenido erótico, como estos:

Quisiera ser su lavandero
Aunque solo fuera un mes
Asi podría ser feliz lavando sus ropas
Que estuvieron cerca de su cuerpo
Lavaría el ungüento de sus ropas
Y limpiaria mi cuerpo con sus vestidos

Los ungüentos (y las bebidas fuertes) eran comúnmente aceptados como necesarios para el contacto amoroso. Por tanto la referencia a los ungüentos en este poema es claramente una alusión de tipo erótico.

Igualmente esta estrofa que “recita” un granado a una pareja de enamorados (Recordamos que el granado es árbol que se asocia a la sexualidad femenina):

El “hermano” pasa el día con la “hermana”
Bajo mis ramas
Embriagado de uvas y vino de granada
Rociado con la fragancia de la resina

O este otro aún más explícito:

Si vas a la alcoba de tu amada
Cuando ella está sola sin nadie
Puedes hacer lo que desees con el cerrojo
Las cortinas volaran
Cuando el cielo se venga abajo con el viento
Pero no se llevara su fragancia
Cuando ella te ofrezca su abundancia de aroma
Intoxicando todo cuanto esté presente

EL hecho de que una mujer emanara su perfume era la forma poética de decir que culminaba el acto sexual. Así en este otro poema, vemos como el enamorado desea sumergirse en el aroma de su amada.

Cuando la abrazo
Y me abre sus brazos
Me siento como un hombre en el país del incienso
Que está sumergido en perfume

Quizás el poema que siempre se pone como ejemplo de poesía amorosa sea este, metafóricamente dedicado a una flor de loto.

Oh, divino mío, oh, mi flor de loto
Amo ir a bañarme ante ti
Te permito contemplar mi belleza
Vestida con fino lino
Empapada en ungüento perfumado
Me sumerjo en el agua para estar contigo
Y salgo a la superficie con un pez rojo
Que aparece espléndido entre mis dedos
Y lo pongo ante ti
Vamos! Mírame!

Aquí, se asocia al amado con un loto, planta de gran simbología en Egipto. No olvidemos que en la mitología tenemos dioses muy importantes que surgen de un loto, por ejemplo Ra, o el dios Nefertum, considerado el dios de los perfumes, o los cuatro hijos de Horus que habitualmente se representan sobre una flor de loto,. El loto fue muy usado en las representaciones tanto por su carácter simbólico, como por su aroma un tanto hipnótico y capaz de alterar la consciencia. El loto cerrado no huele, pero cuando la flor se abre emite un fuerte olor parecido al jacinto. El loto azul se abre con los primeros rayos de sol, al mediodía se cierra y se hunde en el agua para reaparecer al día siguiente. El loto blanco, en cambio, florece durante la noche y recibe al día con la flor abierta. Por todos estos simbolismos que tanto tienen que ver con el ciclo diario del sol, el loto era la planta emblemática por excelencia del Alto Egipto.

Y la metáfora del pez rojo es recurrente en la literatura amorosa egipcia para referirse a la sexualidad masculina.

Hemos visto la importancia que tenían los perfumes para los egipcios, y no sólo como elemento de adorno, o de estética, sino que en el terreno de la religión o la magia también tuvieron una importancia capital. Todo esto no hace sino poner una vez más de manifiesto el grado de sofisticación que alcanzó la sociedad egipcia. Además de demostrarnos el dominio que llegaron a tener en materia de plantas aromáticas y medicinales.

Y así como en otras ocasiones hemos visto el interés de los egipcios por tener buen aspecto cuidando sus vestidos, sus maquillajes y sus pelucas y adornos, despues de repasar algunos de sus perfumes, debemos suponer que también olían muy bien.

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