El Dyeser Dyeseru, mi sueño de niña
Por Mamen
10 mayo, 2008
Modificación: 3 junio, 2020
Visitas: 6.514

Deir el Bahari, el Dyeser Dyeseru, el Sublime de los Sublimes: la primera vez que vi una imagen del templo, me enamoró para siempre, fue en una de las primeras clases sobre Egipto, creo que la segunda o la tercera, cuando empezaron a proyectar las diapositivas del templo… me quedé boquiabierta ¿de verdad existía semejante maravilla? El profesor Llagostera, al que tanto tengo que agradecer por los conocimientos que me ha trasmitido, lo pormenorizó, me lo acercó, me lo enseñó en la distancia, me hizo apreciar cada rincón del maravilloso templo. Yo era casi una niña entonces pero me dije: «tengo que verlo, tengo que estar allí». En aquel tiempo solo empezaba a tomar conciencia de todo lo que ofrecía la gran cultura egipcia, del legado de los faraones.

Con el tiempo aprendí mas sobre la maravillosa Maat Ka Ra: pude valorar su valentía. Ella no se dejo relegar de un puesto que le correspondía por derecho de herencia, su padre la había preparado para esta labor ¿iba a renunciar a esto porque era mujer?, ¡¡¡no!!!! ella era heredera legitima (y estaba convencida de ello). La admiré por su empuje, por enfrentarse a las costumbres de la época: ¿una mujer faraón?, que escándalo, ¿cuando se había visto eso?. Porque ella era «faraón», no reina, y como tal se hizo representar, aunque nunca negó su condición femenina, visible en todas y cada una de sus representaciones.

Y llego el momento, ¡¡mi primer viaje!!. Allí estaba llegando al templo que tanto había soñado con ver, pero ¡oh desilusión!, lamentablemente el recorrido solo incluía una visita panorámica ¿cómo no me había dado cuenta de ello?.

Bajé del autocar con el espíritu dolorido, y contemplé el templo soñado a lo lejos, tocaba mi sueño con la punta de los dedos sin poder acercarme, tenia ante mis ojos la gran maravilla, el Dyeser Dyeseru, y no podía llegar a él, fue entonces cuando oí la voz, una voz quizá conocida que decía «No te preocupes, pequeña hija de Kemet, vuelve, te estaré esperando, mi templo te aguarda, vuelve, descubre mis secretos, vuelve, la magia del faraón Hatshepsut, estará aquí, siempre ha estado aquí».

El Dyeser Dyeseru, mi sueño de niña

Y… volví: dos años después. Amanecía en los acantilados, el sol empezaba a alumbrar la montaña donde siglos atrás, el faraón Hatshepsut, mi admirada Maat Ka Ra hizo edificar su templo de millones de años. Los turistas no habían llegado aun, me aproxime, sola en la explanada del templo, gozando de su vista, y de la soledad que se me ofrecía y entonces volví a oír la voz conocida, esa voz de dos años atrás, y a la vez, de miles de años a tras, que decía: «Bienvenida a mi templo, amante de la milenaria cultura de los faraones, te esperaba. Estudia, contempla, aprende el esplendor del faraón Hatshepsut, yo, la hija de Ra, te doy la bienvenida».

El Dyeser Dyeseru, mi sueño de niña

Y entonces… el esplendor del templo me envolvió, empecé a subir la escalinata, era yo… y allí estaba subiendo por las escaleras que miles de años atrás habían recogido las pisadas de una de las mas grandes mujeres de Egipto y de la única que tuvo la audacia de proclamarse faraón, subí a la tercera terraza (recientemente abierta) y allí… me encontré con ella, cara a cara con faraón, convertida en Osiris, pero tan bella como si hubiera lucido sus mejores galas.

El Dyeser Dyeseru, mi sueño de niña

Mi guía me dijo: «¿como te molesta el sol en los ojos, si aun no ha salido pleno?», pero no era el sol, mis lágrimas eran de alegría: por fin, por fin, podía contemplar su templo, podía sentirme cerca de ella, aprender, disfrutar…

Y en cada rincón se oía su voz, la voz del Señor del Alto y Bajo Egipto, del Hijo de Ra , de la soberana e inspiradora del templo, de Hatshepsut ,de FARAÓN… «Mi templo me ha sobrevivido, en el aprenderás sobre mi, alguien a quien quisieron borrar de la historia, a quien denostaron, a quien ignoraron, pero aun así, sigo aquí. Mi templo habla de mi a quien quiere escuchar, escucha mi voz, hija de Kemet, aprende de todo lo que aquí veas».

Y yo escuche y aprendí. Contemplé los frutos de su expedición al reino de Punt, aprendí de la representación de su mito de la Teogamia, la vi adorando a los dioses, gocé del templo de millones de años del faraón Hatshepsut, vi a su bella madre, Ahmose, acompañada de las diosas mientras se dirigía a dar a luz a la futura FARAÓN… mis ojos se llenaron de belleza y mi mente de conocimientos.

Ella, la incomparable Hatshepsut Jenemetamón (La primera entre las damas nobles, la que abraza a Amón), me estaba esperando desde la eternidad, para mostrarme su esplendor y su historia y yo, humildemente agradecida, fui feliz por aprender

Autora: Mamen

Whatsapp
Telegram