Egipto en el Museo del Louvre
Por Teresa Armijo
30 abril, 2008
Modificación: 6 febrero, 2017
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III Formación del departamento egipcio en el Louvre

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Foto 12a.- Description de L´Égypte 12b.- Estatua Cubo de Senwesret-Senbefny regalo de Napoleón a Josefina

En 1798 el Directorio encarga al joven general Bonaparte la conquista de Egipto. Esta expedición tiene una importancia decisiva en el conocimiento del Imperio Faraónico. Napoleón se sorprende de las maravillosas ruinas del país del Nilo y se rodea de un grupo de sabios, desde arquitectos hasta botánicos, que realizaron una obra inmensa llamada “Description de l´Égypte.” Constaba de 10 volúmenes en la edición de 1820 que se redujo posteriormente a 4 de gran formato. En ella se describen y dibujan monumentos y lugares, aunque con algunos fallos dado que todavía nadie podía leer las inscripciones.

Sin embargo, el Museo del Louvre no debe nada a la expedición napoleónica, pues tras la capitulación en Abuqir en 1801, los ingleses consideraron las antigüedades conseguidas por los franceses como botín de guerra y pasaron a engrosar el Museo Británico. Un ejemplo significativo es la famosa Piedra Rosseta, que, a pesar de haber sido descubierta por los franceses en la isla que lleva su nombre y ser la clave para que el francés Champollion descifrara los jeroglíficos, se encuentra desde entonces en Londres (EA 24). Sólo algunas piezas consideradas menos importantes se conservaron en Francia, por ejemplo la estatua cubo de Senwesret-Senbefny (foto derecha) que Napoleón ofreció a Josefina y que estaba en la Malmaison. Después de pasar por manos de varios coleccionistas hoy se encuentra en el museo de Brooklyn (39.602)

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Foto 13a.- Najthorheb. 12b.- Sejmet

Cuando en 1814 se restauró la monarquía, la colección del Louvre contaba con pocas piezas egipcias. Pero enseguida empezaron las adquisiciones y donaciones. En 1816 se compró al coleccionista Sallier la gran estatua arrodillada del sacerdote ritualista Najthorheb (A 94) que se encuentra en la actualidad en la sala de entrada al departamento (2). Fue esculpida en el reinado de Psamético II inspirándose en los modelos antiguos.

Otra pieza valiosa es la estatua de Sejmet (A 2), comprada por el Conde Forbin en 1817. Estatuas de Sejmet se encuentran en casi todos los museos que contienen antigüedades egipcias; la curiosidad de ésta es que el Conde, entonces director del museo, grabó su nombre en el pilar dorsal, barbarie que cometieron varios “intelectuales” y amantes de Egipto de aquella época. En la actualidad hay una fila de estas diosas en la sección temática del Louvre dedicada a los templos. Todas provienen del templo de Mut en Karnak, aunque, en principio, puede que estuvieran en el templo funerario de Amenhotep III. Hay una advocación diferente en cada una de ellas, como una gran letanía para librar al país de todos los males, ya que Sejmet era la diosa que podía desencadenar o evitar toda serie de infortunios y parece ser que en el reinado de Amenhotep III hubo una epidemia de peste que asoló Oriente Próximo y quizá llegara a Egipto.

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Foto 14.- Alí Pasha

El entusiasmo de Napoleón y los franceses por las antigüedades egipcias despertó el interés por el país y Egipto se puso de moda en Occidente. Diplomáticos acreditados en El Cairo reúnen colecciones magníficas de piezas antiguas. Los museos envían a sus compradores, los anticuarios nativos comienzan a atesorar todo aquello que consideran de fácil venta y la triste fiebre del expolio en templos y tumbas empieza su largo camino en la historia. Belzoni desmontaba monumentos, mientras Drovetti y Salt se peleaban por apoderarse de grandes esculturas sin el menor escrúpulo. Una triste anécdota da idea de la falta de respeto con la que entonces se trataban las piezas egipcias: Belzoni había arrancado del Rameseum un gran coloso de Ramses II difícil de mover; al enterarse Drovetti perforó la escultura en un hombro con el fin de introducir algo de dinamita y así disminuir su tamaño y poder apropiarse de ella antes de que Belzoni la trasportase a Londres. Todo esto sucedía bajo los ojos impasibles del Pacha Mohamed Alí que desde 1805 era el virrey de Egipto.

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Foto 15.- Zodiaco de Dendera

La expedición napoleónica descubrió el templo de Dendera y debió fascinarles dada la cantidad de páginas que le dedicaron en la Description de l´Égypte, quizás porque allí descubrieron la astronomía egipcia. Luis XVIII (1814-1824) se muestra sensible a esos estudios astronómicos y consigue permiso de Mohamed Alí para comprar y trasportar a Francia un zodiaco circular que se hallaba en el techo de una de las capillas superiores dedicadas a Osiris. Pero ello costó al monarca una suma desorbitada, a su entender, y una gran decepción por la falsa información obtenida sobre su datación. Se compró como una obra del Reino Antiguo o incluso anterior, pero, al llegar a París, los estudiosos la clasificaron dentro de la época tolemaica, es decir, con una diferencia de miles de años sobre la fecha dada. Tras largas discusiones los expertos fijaron la realización del zodiaco alrededor del año 50 aC, reinando Cleopatra VII, basándose en la posición que ocupan los astros y la figuración de un eclipse que tuvo lugar en marzo del año 51 aC.

El zodiaco llegó a París en 1821 y se instaló en el Cabinet des medailles de la Biblioteca Nacional. Desde 1922 se exhibe en el Louvre, siendo una de sus principales piezas. La figuración muestra los 4 dioses pilares del mundo sosteniendo la bóveda celeste. Un círculo con los 36 decanatos envuelve a los signos del zodiaco, los planetas y constelaciones del cielo Norte.

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Foto 16a.- Sarcofágo De Iniuia 16b.- Amuletos

En 1823, el cónsul Duvent regala a Luis XVIII un magnífico sarcófago, pues pretendía venderle su colección de antigüedades egipcias. Pero el rey debió quedar bastante escarmentado con la compra del zodiaco y Duvent no consiguió su objetivo. El sarcófago es de diorita y se encuentra en perfecto estado. Perteneció al Supervisor del Ganado de Amón y Administrador en Menfis, Iniuia (D 2), cuya tumba fue redescubierta en 1993, cerca de la de Horemheb en Saqqara (Schneider 1993,3). En ella figuran dos hijos del difunto con el título de Escriba del Tesoro del templo de Atón, por lo que puede datarse en la época postamárnica. El Louvre posee, además, un piramidón de granito rojo que coronaba la capilla de Iniuia. .

En 1824 es el cónsul francés Drovetti quien brinda al Louvre su fabulosa colección de antigüedades egipcias. Luis XVIII, consideró la oferta sobrevalorada y la rechazó. Quizás el rey de Francia pensó que podría negociar y rebajar su precio, ya que la colección se estaba ofertando y valorando desde 1800, pero se adelantó el rey Carlos-Félix de Saboya comprándola e instalándola en Turín. Sin embargo, en ese mismo año muere Luis XVIII y su sucesor Carlos X adquiere unos 2.500 objetos de la colección de Durand, la cual, en opinión de Clarac jefe de las antigüedades del museo en aquel momento, “comprende todo lo que Egipto ha podido producir en monumentos de pequeño y mediano formato”. Lo más espectacular es la gran cantidad de amuletos.

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Foto 17a.- Sala 17b.- Techo de Picot

 

También ese mismo año, Champollion se enteró de que el cónsul de Inglaterra, Salt, quería deshacerse de unas 4.000 magníficas obras. Champollion luchó para conseguir que su país no volviera a desperdiciar otra irrepetible oportunidad, como había sucedido con la colección de Drovetti, cuyas piezas estaba organizando él mismo en el Museo Egipcio de Turín. Consiguió su objetivo y con la colección Salt (1826), el Louvre recibe una serie de piezas de valor y belleza tan extraordinarios que le convierten en uno de los museos más importantes del momento en tesoros del País del Nilo. Consciente de esta nueva categoría, Carlos X fundó, en 1827, el departamento de Antigüedades Egipcias nombrando a Champollion su conservador. Se habilitaron cuatro salas bajo la dirección del arquitecto Fontaine, con unas lujosas vitrinas y mármoles en las paredes. El techo es obra del pintor Picot titulado “El genio de las artes revela Egipto a Grecía”. Esta decoración grandilocuente disgustó a Champollion que hubiera preferido adornar sus salas con pinturas egipcias.

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