Alejandría
Por Ahmed Kandil 
18 julio, 2003
Modificación: 16 mayo, 2020
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La historia de Alejandría

1 – La ciudad de Alejandría

La segunda ciudad más grande de Egipto, Alejandría, tiene una atmósfera más mediterránea que media oriental; su ambiente la convierte en una ciudad única.

La ciudad de Alejandría

Fundada por Alejandro Magno en el año 331 a. C., Alejandría simbolizada por Faros, el faro legendario que era uno de los «Siete Portentos del Mundo», fué donde tuvo lugar la recordada escena para la relación tormentosa entre Cleopatra VII y Marco Antonio. Alejandría era también el centro de aprendizaje en el mundo antiguo.

Cuando Napoleón visitó la antigua Alejandría ya no era la reluciente capital del mundo antiguo y en ella encontró a una escasa población dedicada a la pesca. Desde el siglo XIX, Alejandría tomó un nuevo papel, como un foco para Egipto en su expansión comercial y marítima. Alejandría ha sido inmortalizada por escritores tal como E.M. Forster y Cavafy.

Es una ciudad para explorar al azar y para disfrutar de su ambiente cultural que nos invita a soñar con su glorioso pasado lleno de intrigas y misterios aún no revelados.

La fundación de Alejandría:

Alejandro Magno «Rey de Macedonia» llegó a Egipto en el año 332 a. C., después de haber vencido al rey persa Dario III. Los egipcios aceptaron a Alejandro como libertador de Egipto de la «Dominación Persa».

Alejandro entró a Egipto por el lado este y se dirigió a la antigua capital Menfis donde se declaró como Faraón en el templo del dios Ptah. Luego visitó el templo de Amón-Ra en el Oasis de Siwa donde sacó la teoría que le hizo hijo de Amón-Ra.

La fundación de Alejandría

 

En su camino le había atraído mucho un pueblo llamado «Rakotis», habitado por los pescadores y situado entre el mar Mediterráneo y el lago Mariout y decidió construir su nueva capital en el mismo lugar que este pueblo en el año 331 a. C.

Alejandría que llevó su nombre, se hallaba enfrente de una isla llamada «Faros».
El arquitecto de la nueva capital fué Dinocrates de Rodas, que aplicó el plano de las calles utilizado desde el siglo V a. C., cruzando las dos calles principales una con la otra en línea recta como un tablero de ajedrez: la calle central, la calle conopial actualmente «calle de Horria » y la calle longitudinal que cruza la ciudad del este al oeste.

Dinocrates de Rodas conectó la ciudad con la Isla de Faros a través de un dique llamado en griego Heptastadium ( de Hepta, el numero 7 y stadium, unidad de longitud -185 mts-). El dique medía de longitud 7 stadium ( casi 1300mts ).

Como resultado de la construcción del Heptastadium se formaron dos puertos ( harbours ) que todavía existen en la actualidad: el puerto del este llamado «Portus Magnas» que quiere decir el «gran puerto» y considerado el puerto más importante de la antigua Alejandría y el puerto del oeste llamado » Portus Eunostos» que quiere decir el «puerto del buen regreso», que sigue siendo el puerto actual de Alejandría.

Los Griegos existieron en Egipto antes de la llegada de Alejandro. Muchos comerciantes y mercenarios habitaron la ciudad de » Naucratis» que fue construida en el siglo VII a. C., en el delta del Nilo y cerca de la capital Sais. También muchos viajeros y historiadores como Heródoto visitaron Egipto en el siglo V a. C.

Alejandría fue dividida en cinco distritos llamados como las primeras letras del alfabeto griego. En el «Distrito Real» llamado «Alfa» situado muy cerca del puerto del este habitaron los griegos y macedónicos, en el popular barrio «Delta» o «Distrito Rakotis» habitaron los judíos y los nativos egipcios en el «Distrito Faros».

Con la llegada de Alejandro empezó una nueva era en la Historia de Egipto mezclando las dos culturas ( la era Helenística 332 – 30 a. C.) de casi tres siglos, empezando por Alejandro y terminando con Cleopatra VII. Alejandro dejó Egipto muy pronto en dirección a Babilonia para continuar su lucha contra los Persas, dejando a Cleomenes de Naucratis a la cabeza de la administración financiera. Alejandro fue representado en muchos relieves dando ofrendas a los dioses egipcios en los templos y murió en Babilonia en el año 323 a. C, a la edad de 33 años.

2 – Después de Alejandro

La extensión del poder político

La unidad política de Grecia, tan difícilmente impuesta, en ningún caso estaba asegurada. Alrededor del año 323 a. C. se produjo la abierta rebelión de una alianza de ciudades griegas con un ejército que contaba con 8.000 antiguos mercenarios de Alejandro. Antípatro, general en jefe de los macedonios, pasó el invierno sitiado en Lamia, ciudad costera que controlaba la ruta principal entre Tesalia y el sur, pero en el año 322 a. C., la victoria de Cranon, en el centro de Tesalia, que no fué sangrienta ni demoledora, fué suficiente para restablecer la supremacía de Macedonia. Demóstenes se suicidó y la democracia de Atenas se vió limitada a la clase alta y media y se instaló un destacamento macedónico.

El discurso fúnebre de Hiperides por los muertos atenienses de ese año los alababa en términos que reconocían implícitamente el mito de Alejandro. Serían bienvenidos en el Hades, dijo, por los héroes y semidioses que habían combatido contra Troya y contra Persia. Durante esos pocos años la propia Grecia había agotado gran parte de su poder político. En Atenas, entre conflictos interrumpidos, protestas y argucias, la escuela de los grandes filósofos mantuvo la posición de la ciudad como capital del mundo intelectual, pero la expansión de su propio mundo les había empequeñecido. En el siguiente siglo, por el este, una avalancha de nómadas partos, futuros gobernantes de Persia, aislaría las provincias macedonias interiores, si bien durante generaciones, los macedonios aislados sobrevivirían con soberanía propia.

El nuevo reino indio de Chandragupta atenazaba las fronteras meridionales desde el este; había que pagar 500 elefantes para tener vía libre. En occidente, Alejandro de Molosia, cuñado de Alejandro Magno, había encontrado la muerte en una campaña independiente en el sur de Italia; Pirro de Epiro, rey desde niño en el año 307 a. C. sería el primer griego que lucharía contra Roma. No existía una ciudad de la Grecia continental que tuviera los recursos físicos para competir en ese mundo.

Cualquiera de los grandes generales macedonios que ahora, teniendo en sus arcas los tesoros persas se disputaban el mundo, estaban en condiciones de emplear mercenarios en una escala imposible de igualar por una sola ciudad. Los elefantes que llevaban los nuevos castillos de batalla inventados por los griegos, pasaban de rey a rey por herencia y por tratados. Pirro los llevó a Italia.

Las disputas de los generales macedonios produjeron el caos a escala mundial. Los dos comandantes naturales eran Perdicas en Asia, que estaba en posesión del hijo póstumo de Alejandro y en Europa, Antípatro, último general superviviente de Felipe.

La corona de Macedonia se repartió entre un medio hermano de Alejandro, de inteligencia mediana y su hijo. Los demás generales eran señores locales: Ptolomeo en Egipto, Antígono en Frigia, Seleuco en Babilonia y Lisímaco en Tracia. Perdicas fué el primero en caer, muriendo en el año 321 a. C. a manos de sus propios hombres cuando intentaba invadir Egipto. Antípatro murió en el año 319 a. C.

El hijo de Antípatro, Casandro, asesinó al poco esclarecido rey, a la madre de Alejandro y por último, al niño que, quizá para suerte suya, sólo vivió hasta los trece años. El propio Casandro murió en el año 298 a. C., mientras tanto, Antígono y su hijo Demetrio se mostraban activos en Grecia. La plenitud de su poder se produjo entre los años 307 y 303 a. C., pero al año siguiente Antígono murió combatiendo contra Seleuco y sus elefantes. Demetrio sobrevivió, con buenas y malas rachas hasta el año 285 a. C., en que se vió obligado a capitular ante Seleuco, entregándose a la bebida y muriendo al cabo de dos años. El único sucesor directo de Alejandro que murió en la cama fue Ptolomeo.

Demetrio se había casado con una hija del viejo Antípatro, y su hijo, Antígono Gonatas, llegó en su momento a ser rey de una nueva Macedonia. Ptolomeo se había casado con otra de las hijas de Antípatro y el hijo de ambos, Ptolomeo el Rayo, cuando el poderío de Seleuco estaba en su apogeo, asesinó al señor de la guerra en el año 280 a. C. Pero Ptolomeo el Rayo nunca gobernó Egipto; su padre había expulsado a su madre, dejando Egipto para un hijo bastardo: el Ptolomeo que fuera patrón de los últimos poetas griegos.

Ptolomeo el Rayo realizó la mayor parte de sus campañas en el norte. Murió durante la gran incursión celta contra Grecia bajo el mando de Breno, en el año 279 a. C., período en que Pirro de Epiro se dirigía con sus elefantes a invadir Italia.

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